¡Que asco! Pensé... pero el primo me obligó.. pruébelo y si no te gusta te doy el mío. Ahí en un runcho en Bogotá probé esta "delicia" según Miguel Ángel...y sabe que....como no me supo nada mal el caldito, decidí darle un mordisquito a lo bueno. Intentando disimular, el sinvergüenza del primacho me espiaba entre sorbos. No se le contenía la carcajada que quería soltar. Una cosa babosa, gelatinosa y parecía de tendón ya masticado me invadió y empecé a sudar intentando esconder lo que buscaba Miguel. Como no le di la satisfacción, sólo dejó que se le escapará una gigante sonrisa al ofrecerme el caldo suyo. Pero no me sacó la piedra...y me quedé asombrado de como se chupaba los dedos al terminarse el mío.