La afinidad de tu voz con la mía, la necedad de tus argumentos, el sarcasmo en tus bromas, la intensidad de tus emociones, la calidez de tu mirada, la elegancia de tu rostro, la suavidad de tus labios, media luna en tu sonrisa, la vainilla de tu esencia, el vaivén de tu cabello, la constelación de tus ojos, el universo de tu abrazo, el edén de tus besos, el pecado de tu ****, la pureza de un "te amo" ...
Dime, ¿cómo puedo poner en palabras todo lo que eres? No es que no quiera; es que no puedo.