Siento un vacío en el pecho, mientras contemplo mi reflejo en el espejo deshecho. Creo que los cuervos han muerto. Miro mi reflejo, tu reflejo, el de mis tristes y crueles pensamientos.
Me torturo.
A veces, mientras voy cayendo en un hueco, te veo de lejos, con una sonrisa y eso me basta para sentir, o para morir o para irme a París, sin ti. Creo que los cuervos han muerto.