Aquí nos tienes, Darío, ésta es mi mujer, Dalmira, morena como un estío. Este el hijo en quien confío que dilate mi memoria, y ésta mi niña y mi gloria, que de ella no digo nada Cuatro meses es su historia. El momento de yantar desde hoy has de presidir, y hasta el llorar y el reír y la hora de trabajar. Desde ahí, contempla el hogar que no gozaste en el mundo; mientras yo, meditabundo, cuando mire tu retrato te envidiaré largo rato, triste, genial y errabundo.