Yo quisiera cincelarte una rima delicada y primorosa como un áurea margarita, o cubierta de irisada pedrería, o como un joyel de Oriente o una copa florentina.
Yo quisiera poder darte una rima como el collar de Zobeida, el de perlas ormuzinas, que huelen como las rosas y que brillan como el rocío en los pétalos de la flor recién nacida.
Yo quisiera poder darte una rima que llevara la amargura de las hondas penas mías entre el oro del engarce de las frases cristalinas.
Yo quisiera poder darte una rima que no produjera en ti la indiferencia o la risa, sino que la contemplaras en su pálida alegría, y que después de leerla te quedaras pensativa.