Tomé mi amor que asombraba a los astros y le dije: señor amor, usted crece de tarde, noche y día, de costado, hacia abajo, entre las cejas, sus ruidos no me dejan dormir perdí todo apetito y ella ni nos saluda, es inútil, inútil. De modo que tomé a mi amor, le corté un brazo, un pie, sus adminículos, hice un mazo de naipes y ante la palidez de los planetas me lo jugué una noche lentamente mientras mi corazón silbaba, el distraído.