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¡Tu pasado!... bien mío,
Ser de mí ser amado,
Porque un pasado tienes también, un gran pasado,
Lleno de venturanza, de afanes y de hastío…

¡Y pensar que esta bella cabecita adorada
Está llena de goces antiguos, de aprensiones,
De sombras, tal vez grandes o leves, y visiones
Y ensueños, en que nunca figuré para nada!

Dime otra vez las cosas que cien veces te he oído;
De los recuerdos tuyos tengo idea borrosa…
¡Ah! detrás de tus ojos aquella noche hermosa,
¡Aquel hondo misterio por mí desconocido!...
Y esos tiempos lejanos, esos remotos días,
Cuando niña jugabas corriendo en la pradera,
Suelta sobre los hombros la blonda cabellera,
Como te veo en estas vagas fotografías…
Cuéntame: ¿es cierto que este retrato deslucido
Es tuyo? Hoy al mirarlo ¡quién hubiera creído
Que a ser bonita, al paso del tiempo, llegarías!
Y, dime: ¿en qué pensabas entonces? ¿Qué decías?

¿Existía de veras ese jardín que veo?
¿De qué lado quedaba de la verja la entrada?
¿Y es tu fotografía, casi ahora borrada,
La de esta muchachita de semblante tan feo?
Y, dime: ¿este sombrero, de una moda pasada,
Fue tuyo? ¿Y estas gentes de mirada severa
Te conocieron antes que yo te conociera?
¿A esas gentes le debes aquel viaje que hiciste
Siendo niña, y la noche primera que pasaste
En un tren, la primera selva que contemplaste
Y la primera playa que en tu existencia viste?
¿Ellas la mano suya solícita te han dado
Y en lugares difíciles te llevaron al hombro,
Y en ocasiones, viendo tu temor y tu asombro,
Amables te dijeron: «¿Niña, tenga cuidado?»
¿Por qué en aquellos días no me encontré a tu lado?

Llevarte lejos, sola, mi encanto habría sido,
Y para que gozaras con rostro sonreído,
Itinerarios bellos yo te habría inventado.
Las noches, los estíos te habría revelado
-Mi espíritu en tus ojos radiantes abstraído-,
Y el deleite recóndito que el alma absorta siente
En los caminos solos, al venir el poniente;
Y los nombres de aldeas habrías aprendido…
No te habría ocultado sus encantos la tierra,
Y todos los tesoros que entre su seno encierra.
De horizontes espléndidos, llenos de poesía;
De países lejanos y ciudades que un día
Tus miradas en éxtasis hubieran contemplado.
Gloria hubiera surgido para tu amante guía.
¡No saben esas gentes cuánto me han usurpado!...

Más ¡todo irreparable! Que es la suerte voltaria,
Y aire esas gentes tienen de ser gente ordinaria.
Y debo confesarte que si de vez en cuando
Vemos ambos las cosas de modo diferente,
-¿Y para qué ocultarlo?- la culpa es de esa gente
Que de unas vacaciones el placer pretextando,
Al azar te llevaron, sin darse cuenta de ello,
Y antes que yo en tu vida te pusieron su sello.

Mas ¿para qué pensamos en cosas de otros días?...
Vuelve a poner en orden esas fotografías.
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