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Como es la lana de vicuña nueva
es tu mano en mi mano de fatiga.
Tú llevas en la tuya una alta espiga.
Está la mía cual rastreada era.

Del roble baja a ti cada mañana
la doble fuerza que tu dorso empina.
Cardo sin flor a mí me da su espina,
pero mi condición también lo ama.

Largo camino para ti se abre
en sol invicto y claro de horizontes.
Yo quedo aquí, y déjame que labre

mi casa de madrépora o de perla,
múltiple irios, jaula de sisontes
que hasta mi Dios ha de inclinarse a verla.
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