Tú, Mi puente de amor. Mi vaivén de ilusiones. Mi agua fluyente. Mi sempiterna carretera de felicidad. El arraigar de toda mi fogosidad.
Tú, puerto que va perdiendo su orilla, más siempre anclas en los escondites de mi alma. Hasta ahí navegas, con tu sonrisa pasmada. Ese abrir de tu paraíso entre dientes y labios, que brota de si, el aire que sirve como barandilla para mis miedos. Miedos que van disminuyendo, porque he entendido que no hay barca que pueda nadar el mar que es mi amor por ti.
Tú, Mi frontera entre el mar y la tierra. La precipitación de mis desiertos. Desiertos donde moro en tu ausencia. Ausencia que asilo como tesoro del pasado y el fortuito futuro. Futuro que aguarda las respuestas de un pasado alborotador.
Tú, El estribo que me hace perder los estribos. Puente de mi esclavitud en libertad. Libertad que aprisiona mi voluntad. Voluntad que flaquea ante tu losa de pasiones, y normaliza todas las contradicciones que puedo ser.
Tú. Tú eres el único puente en mi demente cordura que entiendo. El único puente que se y quiero caminar— sea hecho en soga, piedra o de metal. Tú eres mi acueducto de amor si me miras. La autopista hacia el olvido si no llamas. Y el día que dejes de quererme, Probablemente, se hundirá mi puente, en los oleajes del desequilibrio.