Siete minutos para decirte lo que siento, para darte el último beso y tomar el autobus, siete minutos que son poco, insuficientes para ensayar un discurso de historias de ayer de manera que las palabras llegan tarde a mi cabeza y me pregunto si lo que siento esta bien para decir...
te extraño y es injusto que el tiempo pase así: corto en los mejores momentos, largo cuando hay que partir y se está a la espera de un cambio de dirección para recorrer el ayer con otro corazón.