Duermo, para poder sentir tus manos acariciando mis mejillas. Para ver la delicada sonrisa que me da vida, y para ver el cielo estrellado en tus ojos.
No duermo, porque el dolor que siento al despertar y saber que te has ido me destruye.
No puedo respirar. Me acostumbre a que tu eras el aire que respiraba. Y ya no estas.
¿Cómo puedo decirle a mi cuerpo que no te podrá tocar más? ¿Cómo le digo a mi mente que ya no debo pensarte? ¿Cómo le digo a mi corazón que me amas igual, pero tu estas allí y yo acá?