Calla, euskolega que el viento que te queda de cuando te comiste esas judías muertas hace setecientos trece días, ha llegado hoy al puerto.
Y se han muerto quince bueyes que viajaban en velero y se han muerto el carnicero y sus cuarenta mujeres del olor, a treinta y siete millas del mar al oir la noticia por teléfono.
El alcalde de un pueblo costero en la otra orilla del estrecho ha decretado cuarentena y están enterrando el pueblo en la arena y estrangulando a sus ancianos
y todo porque en la verbena hace uno coma nueve años hipotecaste con tu ano los daños y todo el tiempo que nos queda.