Tu belleza explota mi cabeza,
y la deja roja como una cereza.
O tal vez sea la vergüenza de tu grandeza,
al compararla con mi impureza, pobreza, simpleza.
La lindeza y sutileza, junto con tu gentileza,
genera tibieza en mi cabeza llena de crudeza,
y encabeza mi incerteza sobre tu naturaleza,
lo que, con franqueza, genera terqueza sobre tu rareza.
Hoy tal vez sienta tu calidez,
en la cama, cómodo, con tranquilidez.
Para enamorarme suelo tener sensatez,
pero tu sencillez hace hacer esta estupidez.
Medio que te quiero en la mediatez,
pero como mediana es mi madurez,
no haré ninguna estupidez, las cosas con fluidez.
Aunque, por mi cutrez y tal vez timidez,
pierda validez y llegue solo a la vejez.