Y lo sé,
mi amor,
que aún
no te vas.
Pero si llega
mi vieja
mala suerte,
si el destino
me mira
de reojo,
por favor,
no me digas
adiós.
Si no, lléname
la nevera
de besos
y abrazos
que no se
enfrían,
por si me muero
de hambre
y no de pena,
por si me faltan
tus labios
en las madrugadas.
Esconde piezas
de ti debajo
de las almohadas,
entre sábanas
y bolsillos,
para hallarte
en los días
donde el sol
olvide mi nombre.
Lo sé,
mi amor,
no es tiempo
de marcharse.
Pero si el reloj
tropieza
con mi sombra,
si el adiós
se asoma
sin permiso,
por favor,
no me lo digas.
Solo quédate
un poco
en cada rincón
donde te soñé.