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¿Qué es aquello que reluce
por los altos corredores?
Cierra la puerta, hijo mío,
acaban de dar las once.
En mis ojos, sin querer,
relumbran cuatro faroles.
Será que la gente aquélla
estará fregando el cobre.
Ajo de agónica plata
la luna menguante, pone
cabelleras amarillas
a las amarillas torres.
La noche llama temblando
al cristal de los balcones,
perseguida por los mil
perros que no la conocen,
y un olor de vino y ámbar
viene de los corredores.
Brisas de caña mojada
y rumor de viejas voces,
resonaban por el arco
roto de la media noche.
Bueyes y rosas dormían.
Solo por los corredores
las cuatro luces clamaban
con el fulgor de San Jorge.
Tristes mujeres del valle
bajaban su sangre de hombre,
tranquila de flor cortada
y amarga de muslo joven.
Viejas mujeres del río
lloraban al pie del monte,
un minuto intransitable
de cabelleras y nombres.
Fachadas de cal, ponían
cuadrada y blanca la noche.
Serafines y gitanos
tocaban acordeones.
Madre, cuando yo me muera,
que se enteren los señores.
Pon telegramas azules
que vayan del Sur al Norte.
Siete gritos, siete sangres,
siete adormideras dobles,
quebraron opacas lunas
en los oscuros salones.
Lleno de manos cortadas
y coronitas de flores,
el mar de los juramentos
resonaba, no sé dónde.
Y el cielo daba portazos
al brusco rumor del bosque,
mientras clamaban las luces
en los altos corredores.
Perdida en las arenas de confines remotos,
La ciudad de otros tiempos, con sus calles desiertas,
Duerme el sueño postrero de las ciudades muertas,
Bajo el blanco sudario de sus mármoles rotos.

Sus templos resonaban con cánticos y votos,
La Victoria amparábala con las alas abiertas;
Todos los pueblos de Asia llegaban a sus puertas,
y zarpaban sus barcos para mares ignotos.

Junto a su exhausto río van cayendo una a una
Las piedras de sus muros, a la luz de la luna
Que de antiguas grandezas alumbra apenas rastros.

Tan sólo un elefante de bronce, en la serena
Quietud, sobre alto pórtico, que cubre ya la arena,
Alza trágicamente su trompa hacia los astros.
Ana Sanchez May 28
Los pasos que antes resonaban juntos
y ahora se escuchan solitarios.
Como si fuera destino,
me aferro
cuando la realidad ha cambiado
y la persona amada
ya no está presente.

Si solo es posible
en el reino de los sueños
capturar la esencia más feliz,
para no vivir en una constante
preocupación...

Cuando hay salida,
cuando todavía hay un camino
a través del dolor.

Sentirlo plenamente.
Expresarlo.
Atención al sentimiento.

Porque todo lo que hago
es repartir un corazón
que necesita tu amor.

Súplica desgarradora por amor
y conexión emocional.
Su dificultad para hablar
sobre sus sentimientos
sugiere que el amor verdadero
debe resonar profundamente
en el interior,
casi palpable.

Un dolor interno
que es soportado en silencio.
Ella está bien, no hay problema...
pero vive acompañada
del amor romántico.

— The End —