21 de marzo, tu rostro aparece,
un punto fijo en la pared,
el mismo eco, reiteradas veces,
el sabor monocromo de la hiel.
Incesantes tus aguas turbias,
en el juicio mi grito ahogado
¿Política?¿Cordura?¿Compostura?
Citados, y el campo atrincherado.
Tras la antesala del tribunal,
no se deshacen las palabras dichas,
tu hipocresía, mentiras, falsedad,
un circo, protocolo y justicia.
Te doy mi sangre si así lo quieres,
y las lágrimas de irremediables lunas.
Te doy tu apellido si lo pidieses,
y estas, mis palabras últimas.
Libre de ti, querido padre,
el final ha sido llamado,
las firmas quedan inmodificables,
mi propia voz ha declarado.