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Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas cosas
a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un árbol -en
verano-
y se calla.

(¿Dije tranquilamente?: falso, falso:
uno se sienta inquieto haciendo extraños gestos,
pisoteando las hojas abatidas
por la furia de un otoño sombrío,
destrozando con los dedos el cartón inocente de una caja de fósforos,
mordiendo injustamente las uñas de esos dedos,
escupiendo en los charcos invernales,
golpeando con el puño cerrado la piel rugosa de las casas que permanecen indiferentes al paso de la primavera,
una primavera urbana que asoma con timidez los flecos de sus cabellos verdes allá arriba,
detrás del zinc oscuro de los canalones,
levemente arraigada a la materia efímera de las tejas a punto de ser polvo.)
Eso es cierto, tan cierto
como que tengo un nombre con alas celestiales,
arcangélico nombre que a nada corresponde:
Ángel,
me dicen,
y yo me levanto
disciplinado y recto
con las alas mordidas
-quiero decir: las uñas-
y sonrío y me callo porque, en último extremo,
uno tiene conciencia
de la inutilidad de todas las palabras.
Aquello era hermoso. ¿Te acuerdas de como las flores nacían?
¿De cómo traía el ocaso su rojo clavel en la boca?
¿De un hombre que todas las tardes tocaba el violín a la puerta?
¿Del soñar cotidiano que daba sus llamas al alma en la sombra?

¿Te acuerdas de aquello? Aquello era hermoso.
Yo no sé si tú vuelves conmigo y conmigo lo evocas.
¡Tan alegre pasar, desgarrando el eterno momento,
pisoteando, sin verlas, las rosas!

Hay un instante que todo lo puede, que salta los días
y vive presente en el cielo dorado de nuestra memoria.
¿Por qué no ha de ser ese instante
el que ya para siempre te colme las horas?

¿Te acuerdas de aquello? Aquello era hermoso.
Todas las cosas que son, son hermosas
aunque sepamos de fijo que acaban y mueren un día,
que pasan rozando las vidas y nunca retornan.

¿Te acuerdas de aquello?
La juventud nos cantaba, nos canta, su canto de gloria.
Aquello era hermoso: pasar sin pensar, y soñar sin llegar,
aceptar sin jamás preguntar por la mano que dio la limosna.

Y yo te pregunto. Y acaso esta brisa que mueve la hierba
me da tu respuesta, me dice la oscura palabra que nunca se nombra.
Aeiou Dec 2024
Canta, esplêndida sonata,
O desvario eterno do universo
E rima, e da alma desata
O meu único e exilado verso.

Tremi nas aras da tristeza,
Nos incógnitos anoiteceres
Entre mil e um seres,
Despi-me sombrio na profundeza.

Sou rei e sou mendigo,
Nada sou sem meu ser,
Não sei mais o que eu digo
Sou o infinito zero a esmorecer.

Flores do nada, amanhecem no tudo
Seres que não existem, dizem uma verdade,
Eu sou a sempiterna soledade,
Do meu ser louco e desnudo.

Sou a forma distinta, inexata, ambígua
De tudo que se afirma, em mim se míngua
Como a negação de minha negação,
Carretéis de espinhos coroam meu coração.

Esplendor ***** dos desonrados,
Sombra de vasos quebrados
De Shevirat ha-kelim
Pintando com meu sangue carmesim

A pútrida árvore da vida
Eis minh'alma desconhecida,
Por toda a eternidade,
Pisoteando nas uvas ilusórias da verdade!

— The End —