En la quietud de la noche, el noctámbulo vaga,
entre sombras y sueños que no lo dejan en paz,
sus pasos resuenan en calles solitarias,
recordando a la chica que un día dejó atrás.
La dejó ir, pensando que era por amor,
que era mejor soltarla que verla dudar,
pero ahora, bajo la luna, se ahoga el dolor,
y se pregunta si aún lo sabrá recordar.
Los recuerdos se cuelan por cada esquina,
como el frío que hiela la piel al pasar,
y en su mente la ve, tan viva, tan fina,
aunque sabe que ella ya no va a regresar.
Ella tiene a otro amor, y él lo entiende,
la ve sonreír en brazos de alguien más,
y aunque quiera olvidarla, su corazón no aprende,
porque cada noche revive el mismo compás.
El noctámbulo vaga, sin rumbo, sin prisa,
murmurando su nombre al viento sin fin,
y aunque sabe que ella ha seguido su vida,
sigue esperando su llamada, un sonido sutil,
pues ella nunca lo buscó, nunca volvió a él.