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cuando gallagher bentahm murió
se produjo un extraño fenómeno:
a las vecinas les creció el odio como si hubiera aumentado la papa
feroces y rapaces comenzaron a insultar su memoria
como si el deber obligación o tarea de gallagher bentham
fuera ser inmortal
siendo que él se preocupaba cuidadosamente
de vivir imperfecto a fin de no irritar a los dioses
jamás se cuidó de ser bueno sin ganas
pecó y gozó como los mil diablos
que sin duda lo habitaban de noche
y lo obligaban a escribir versos sacrílegos
en perjuicio de su alma
así
creció famoso por su desparpajo y sus caricias
"ahí va gallagher bentham el desgraciado malparido" decían
            las vecinas con su hijos
y lo mostraban con el dedo
pero de noche soñaban con él
de noche una extraña nube o mano o seda
se les metía en la garganta soñando con él
¡ah gallagher bentham gran padre!
pueblos enteros habría fundado nada más con su hijos
de haberlos querido tener
de no haber sido por los versos
que no piden de comer y es de lo poco que tienen a favor
de modo que murió nomás y la gente
desconcertada por la falta de ejemplo del mal ejemplo
o con la sensación de haber perdido algo de su libertad
designó representantes que entrevistaron a gallagher bentham
y por más preguntas que le hicieron
sólo escucharon el ruido de abejas en su cuerpo
como si estuviera haciendo miel
o más versos en otra cosa siempre
es difícil saber porqué el vecidnario de Spoker Hill llegó a odiarlo
            así
lo descuartizaron una mañana de otoño para alegría de los chicos
no hubo más nubes en garganta de mujer
ni desquites feroces en la cama con marido extrañado
o hasta sueños de las más delicadas que llenaban la noche
y hacían girar el viento y llover
todos los arbolitos de Spoker Hill se secaron
menos el tábano real que volaba y volaba
alrededor de gallagher bentham o sus últimas mieles.
Este hombre, no lo elegí
y, sin embargo,
eligió todo de mí.

Me dicen que no es
como me dijeron que es,
y como digo que es,
tampoco es.

Este cadáver, yo lo elegí.
Lo visto bonito,
perfumado con cemento,
imán de sus ojos muertos.

Lo miro lento y largo,
y mientras más lo miro,
más me mira.

Fue un niño él también:
no le temía al agua,
no le temía a las alturas,
lo pedía todo,
porque todo merecía.

No me eligió,
pero yo elegí odiarlo.

— The End —