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Leydis Oct 2018
LÁGRIMAS
(Emprendiendo el vuelo)
Lágrimas de ausencia
enconando mi enervada naturaleza.
Espuelas que penetran los espacios
donde guardo la potencia
para perdurar con denuedo y paciencia.

Lágrimas de sangre brotando
desde el fondo de mi alma.
Lagrimas por todo lo que me negué
y al accederme una nueva aventura
mi ímpetu se esconde y desgana.

Lágrimas negras que mojan hoy la tierra.
Lágrimas de evolución, porque es lo que aplica.

Interrumpido vuelo de águila
por los indecisos vientos que
van acortando mi envergadura,
mis alas queriendo cotizar la altura
de aquel anhelado recorrido por los anchos cielos.

Feroces lagrimas que empinan otro vuelo,
fallidos intentos que nunca se rinden,
porque vasto es el cielo y pasajeras sus nubes.

Hay montañas que se derrocan con una gota de lluvia,
hay otras que se empeñan a pertenecer al panorama
de aquella vista de fortaleza y constancia.  

preparo mis alas y otro vuelo emprendo,
aunque estén heridas, aunque estén cansadas..,
aunque este leve la brisa, aunque no socorra,
revuelvo mis alas hasta alcanzar altura,
consigo el equilibrio con mi sabiduría.

Uso mi instinto para irrumpir otro vuelo,
aun estén los vientos soplando descontentos,
aun vuele con lágrimas, aunque vuele herida,
aunque a los nueve cielos no nunca visite.

Emprendo mi vuelo y en los altos me quedo,
pues mi vuelo nunca depende,
de cómo soplen los vientos.

LeydisProse
10/19/2018
https://m.facebook.com/LeydisProse//
En el verdoso flanco de la montaña,
Siendo altar y refugio del campesino,
Y a cortesanas pompas viviendo extraña,
Hallé la solitaria cruz del camino.

Clavada en una roca, sin más rumores,
Que aquellos de las ramas que agita el viento;
Formada con dos troncos, llena de flores,
Alza sus negros brazos al firmamento.

Los arroyos que bajan de las colinas,
Del pedestal agreste mojan la planta,
Y revolando en torno las golondrinas
Saludan al sol nuevo que se levanta.

En las serenas tardes de abril y mayo,
Allí reza el viajero triste y sumiso,
Porque la cruz silvestre, de la fe al rayo,
Le señala las puertas del paraíso.

¿Qué mano fue a plantarla? ¡Misterios graves!
¿Quién sembró tantas flores en toscas piedras?
¿Por qué nunca se apartan de allí las aves
Ni mueren en su tronco mirtos y yedras?

Es gala de una huerta sin hortelano;
Joya de un jardín fértil, sin jardinero,
Que fecunda y cultiva la misma mano
Que dió flores y frutos al mundo entero.

Cuando más nos combate la suerte impía;
Cuando en todo se encuentra duelo y enojos,
Y la verdad asoma desnuda y fría
Lo mismo en nuestros sueños que en nuestros ojos;

Cuando anidan, cual hienas sobre los montes,
En el pecho las hidras de la venganza,
O vemos enlutados los horizontes
En el mar sin riberas de la esperanza;

Cuando ya no pudiendo luchar rendido,
El corazón se vuelve como de roca,
Y la sonrisa junta con el gemido
Miel y ponzoña vierten en nuestra boca;

Entonces no en el templo de mármol y oro
Ni en el dosel lujoso de armiño y grana,
Buscamos impacientes aquel tesoro
De paz que sólo vierte la fe cristiana.

Lo buscamos en sitio solo y callado
Donde no sufre el alma, ni el labio miente,
Ni se esquiva la mano del hombre honrado,
Ni la vergüenza asoma sobre la frente.

¡Que para el pecho triste que sólo sueña
En el fulgor eterno de un sol divino,
No hay altar tan hermoso como la peña
Do está la solitaria cruz del camino!
Mientras la magna espuma de Isla Negra,
la sal azul, el sol en las olas te mojan,
yo miro los trabajos de la avispa,
empeñada en la miel de su universo.

Va y viene equilibrando su recto y rubio vuelo
como si deslizara de un alambre invisible
la elegancia del baile, la sed de su cintura,
y los asesinatos del aguijón maligno.

De petróleo y naranja es su arco iris,
busca como un avión entre la hierba,
con un rumor de espiga vuela, desaparece,

mientras que tú sales del mar, desnuda,
y regresas al mundo llena de sal y sol,
reverberante estatua y espada de la arena.
Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo este espacio,
tornar a este instante.
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pueda volver a encontrarme.

Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
la apariencia tranquila del aire,
esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase...

Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas,
guardar estas cosas. Me da pena soñarme volviendo a buscarlas,
volviendo a buscarme,
poblando otra tarde como esta de ramas que guarde en mi alma,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse.
Jugos del cielo mojan la madrugada de la ciudad violenta.
Ella respira por nosotros.

Somos los que encendimos el amor para que dure,
para que sobreviva a toda soledad.

Hemos quemado el miedo, hemos mirado frente a frente al dolor
antes de merecer esta esperanza.

Hemos abierto las ventanas para darle mil rostros.
Mi verdadero yo,
el que no conoce el placer.
Palabras de un Dios simple,
a quien no puedo ver,
que se retuerce
de mi intento por pervivir.

¿A esto se le llama emoción?
¿Con esto llenaré de fortuna mi corazón?
¿Nadie nota mi insatisfacción?
¿Surgirá mi hambre de esta manera?

Entre lamentos,
estar de pie
termina siendo mi remedio
preguntandome
con que sesnación lo condimento,
a quién hoy
me tocará devorar
deseandolo con la ***** de mis dedos.
Asqueroso engendro,
que con tu irritable voz,
mi estómago
hace una petición:
estimula mi vientre,
llenas mis deseos comestibles.

Arráncate esa voz hasta desprenderla
llama a los tambores con tus intestinos,
querido plato entrante.
Porque por más que estrelle,
vomite,
y me retuerce,
el hambre sigue sin detenerse.

Mi voz no es más que la desgracia
que desencadena los desfortunios ajenos,
quebrantando
lo que ha de quedar de mi víscera.
Deseo masticar.

¿Cuántas veces habré golpeado mi cabeza?
merecedor acepté,
culpable de errores que me deshacen,
me despedazan,
y me dejan sin alma.

Si llegara a escuchar que no lo necesitaba,
que mi alma pide a gritos
detener mis instintos...

Mi cuerpo,
que carece de corazón
y sin forma de rellenarlo,
vive bajo llantos que mojan mis camisas,
bajo dolores
que no son míos.

Calla tu irritable voz fina,
que revuelve mi estómago.
Por favor
que no lo necesito.

Muestrame más tu llanto
refúgiame entre pecados
yo seré el que te termine remplazando.

— The End —