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Atraviesa la muerte con herrumbrosas lanzas,
y en traje de cañón, las parameras
donde cultiva el hombre raíces y esperanzas,
y llueve sal, y esparce calaveras.
Verdura de las eras,
¿qué tiempo prevalece la alegría?
El sol pudre la sangre, la cubre de asechanzas
y hace brotar la sombra más sombría.
El dolor y su manto
vienen una vez más a nuestro encuentro.
Y una vez más al callejón del llanto
lluviosamente entro.
Siempre me veo dentro
de esta sombra de acíbar revocada,
amasado con ojos y bordones,
que un candil de agonía tiene puesto a la entrada
y un rabioso collar de corazones.
Llorar dentro de un pozo,
en la misma raíz desconsolada
del agua, del sollozo,
del corazón quisiera:
donde nadie me viera la voz ni la mirada,
ni restos de mis lágrimas me viera.
Entro despacio, se me cae la frente
despacio, el corazón se me desgarra
despacio, y despaciosa y negramente
vuelvo a llorar al pie de una guitarra.
Entre todos los muertos de elegía,
sin olvidar el eco de ninguno,
por haber resonado más en el alma mía,
la mano de mi llanto escoge uno.
Federico García
hasta ayer se llamó: polvo se llama.
Ayer tuvo un espacio bajo el día
que hoy el hoyo le da bajo la grama.
¡Tanto fue! ¡Tanto fuiste y ya no eres!
Tu agitada alegría,
que agitaba columnas y alfileres,
de tus dientes arrancas y sacudes,
y ya te pones triste, y sólo quieres
ya el paraíso de los ataúdes.
Vestido de esqueleto,
durmiéndote de plomo,
de indiferencia armado y de respeto,
te veo entre tus cejas si me asomo.
Se ha llevado tu vida de palomo,
que ceñía de espuma
y de arrullos el cielo y las ventanas,
como un raudal de pluma
el viento que se lleva las semanas.
Primo de las manzanas,
no podrá con tu savia la carcoma,
no podrá con tu muerte la lengua del gusano,
y para dar salud fiera a su poma
elegirá tus huesos el manzano.
Cegado el manantial de tu saliva,
hijo de la paloma,
nieto del ruiseñor y de la oliva:
serás, mientras la tierra vaya y vuelva,
esposo siempre de la siempreviva,
estiércol padre de la madreselva.
¡Qué sencilla es la muerte: qué sencilla,
pero qué injustamente arrebatada!
No sabe andar despacio, y acuchilla
cuando menos se espera su turbia cuchillada.
Tú, el más firme edificio, destruido,
tú, el gavilán más alto, desplomado,
tú, el más grande rugido,
callado, y más callado, y más callado.
Caiga tu alegre sangre de granado,
como un derrumbamiento de martillos feroces,
sobre quien te detuvo mortalmente.
Salivazos y hoces
caigan sobre la mancha de su frente.
Muere un poeta y la creación se siente
herida y moribunda en las entrañas.
Un cósmico temblor de escalofríos
mueve temiblemente las montañas,
un resplandor de muerte la matriz de los ríos.
Oigo pueblos de ayes y valles de lamentos,
veo un bosque de ojos nunca enjutos,
avenidas de lágrimas y mantos:
y en torbellino de hojas y de vientos,
lutos tras otros lutos y otros lutos,
llantos tras otros llantos y otros llantos.
No aventarán, no arrastrarán tus huesos,
volcán de arrope, trueno de panales,
poeta entretejido, dulce, amargo,
que al calor de los besos
sentiste, entre dos largas hileras de puñales,
largo amor, muerte larga, fuego largo.
Por hacer a tu muerte compañía,
vienen poblando todos los rincones
del cielo y de la tierra bandadas de armonía,
relámpagos de azules vibraciones.
Crótalos granizados a montones,
batallones de flautas, panderos y gitanos,
ráfagas de abejorros y violines,
tormentas de guitarras y pianos,
irrupciones de trompas y clarines.
Pero el silencio puede más que tanto instrumento.
Silencioso, desierto, polvoriento
en la muerte desierta,
parece que tu lengua, que tu aliento,
los ha cerrado el golpe de una puerta.
Como si paseara con tu sombra,
paseo con la mía
por una tierra que el silencio alfombra,
que el ciprés apetece más sombría.
Rodea mi garganta tu agonía
como un hierro de horca
y pruebo una bebida funeraria.
Tú sabes, Federico García Lorca,
que soy de los que gozan una muerte diaria.
Borges Jun 2014
Donde está el hombre que nunca fue niño, el que nació sin la ayuda de llantos, con la educación ya cosechada y con los pies que caminan hacia atrás de donde el vino la luz.

Los años me han cambian preciosos fragmentos de la cara, con la suavidez y delicadez de un hoja en el agua.

Mano que toca la blancura de camas.

Ojos echos de lluvias de luz, un sol que me llama, mas cerca, yo siempre con el pero lejos, parado en mi tierra con brazos estrechos un arbol de ayer.
Niñez
Roland Dulwich Dec 2011
Como revuelven las hojas
en el suspiro de la penumbra.
Las risas cursan como los ríos
que desaparecen en el mar.  
Las calles se envejecen con
cada minuto infinito. El viento
sopla sombras oscuras y gotas de
rocío cristalinas, a las rejas puntadas
en filas como tantas lanzas. Y el entorno
reverbera con llantos callados mientras
que el mundo revuelve como las mujeres
antiguas que en lotes vacios juntan pábulo.
Lejana vibración de esquilas mustias
en el aire derrama
la fragancia rural de sus angustias.
En el patio silente
sangra su despedida el sol poniente
El ámbar otoñal del panorama
toma un frío matiz de gris doliente!
Al portón de la casa
que el tiempo con sus garras torna ojosa,
asoma silenciosa
y al establo cercano luego pasa,
la silueta calmosa
de un buey color de oro,
que añora con sus bíblicas pupilas,
oyendo la oración de las esquilas,
su edad viril de toro!
Al muro denla huerta
aleteando la pena de su canto,
salta un gallo gentil, y, en triste alerta,
cual dos gotas de llanto,
tiemblan sus ojos en la tarde muerta!
Lánguido se desgarra
en la vetusta aldea
el dulce yaraví de una guitarra,
en cuya eternidad de hondo quebranto
la triste voz de un indio dondonea,
como un viejo esquilón de camposanto.
De codos yo en el muro,
cuando triunfa en el alma el tinte oscuro
y el viento reza en los ramajes yertos
llantos de quenas, tímidos, inciertos,
suspiro una congoja,
al ver que la penumbra gualda y roja
llora un trágico azul de idilios muertos!
aleteando la pena de su canto,
salta un gallo gentil, y, en triste alerta,
cual dos gotas de llanto,
tiemblan sus ojos en la tarde muerta!
Lánguido se desgarra
en la vetusta aldea
el dulce yaraví de una guitarra,
en cuya eternidad de hondo quebranto
la triste voz de un indio dondonea,
como un viejo esquilón de camposanto.
De codos yo en el muro,
cuando triunfa en el alma el tinte oscuro
y el viento reza en los ramajes yertos
llantos de quenas, tímidos, inciertos,
suspiro una congoja,
al ver que la penumbra gualda y roja
llora un trágico azul de idilios muertos!
Has de beber

Totalmente este situacion
Complentamente en los sentidos de tus antepasados

Has de creer

Totalmete en el poder del ser
Solamente en un gran pasion

Has de saboriar

Totalmente los rayos del sol y la luna
Unicamente en los brillantes rayos de la alma

Has de cantar

Brevemente de los llantos
Frequentemente con tus amantes

Has de bailar

Rapidamente como los ojos del joventud
Lentamente como el sabiduria de los antiguos

Has de ser

Puramente un amalgacion
Tranquilamente tu propio verdad

Has de tocar

Suavemente al mundo que has alimentado
Firmemente al mundo que te acose

Has de saber

Hoy siempre se terminara
Y manana tienes la gracia de comenzar

Has de entender

No es el mundo que te trata de danar
Que el miedo nos dana mas que nos protégé

Has de amar

Sin ser egoista
Sin ser imbecile

Has de…
* Translated *
You should drink

Totally drink in the this situation
Every Complete feeling of your ancestors

You should believe

In the absolute power of yourself
Solely in one great passion

You Should savor

Each ray of the Sun and the Moon
Only in the brilliant rays of the soul

You should sing

Briefly of the crying
Frequently with your lovers

You should dance

Rapidly like the eyes of Youth
Slowly like the wisdom of the ancients

You should be

A Pure amalgamation
Tranquil in your personal truth

You should touch

Gently the world you fostered
Firmly the world that accosts you

You should know

Today will end
And tomorrow you have the grace to begin

You should understand

It is not the world that tries to hurt you
That fear hurts us more than protects us

You should love
Without being selfish
Without being a fool

You should…
Natalia Rivera Sep 2015
Esta es la inexplicable historia
De un pintor y una poeta
Que aprendían a ser uno
Cada vez que la luna tocaba el mar.

Ella veía la magia del mundo.
Con su innato talento de crear,
Le enseño que para amar
Debía ver más allá de sus ojos.

Él veía un mundo estructurado.
Con manos de artista,
Le mostro que para cada caricia
Debía existir un orden.

Ella escuchaba risas en las olas
Llantos en el viento, y en las noches
Se sentaba con luz de luna
A escribirle versos morados.

El escuchaba tambores a lo lejos
Murmullo en el silencio, y en las noches
Le pintaba con luz de luna
Los mundos que había visto.

Ella vivía por la tierra y el mar.
Era una ninfa.
Él vivía en aire y ciudad.
Era el protagonista de su vida.
Ella lo amaba.
Amaba su inteligencia y
La fuerza con la se movía.
Ella le pidió que se quedara.

Él la amaba.
Amaba su sonrisa y su libertad,
Su mente descarrilada.
Él le dijo que se quedaría de por vida.

Esta es la inexplicable historia
De un pintor y una poeta
Que aprendían a ser uno
Cada vez que la luna tocaba el mar.
Besé aquella vez la brisa más húmeda
y salada de su océano.
Besé su alma y como supuse
allí no encontré, magullado sus pulsos.
Él estaba intacto aún
preparado para entrar
nuevamente en mis nirvanas.
No existían huellas
de las antiguas cigarras
que escarbaban de noche
el ángelus de sus orgasmos
tampoco las de aquellas pupilas cortesanas
que le entregaban las llaves
de sus templos derramados,
mientras su colilla húmeda y mutilada
se perdía ambulante y confundida
detrás de una ceguera diluida
entre los lirios de su estación última .
Es cierto que ya no era purísimo y exacto
él, había cambiado,
las cortinas de su alma
ya no eran un misterio
y sus pensamientos
ya no se escondían convulsos
detrás de sus jaquecas.
Comenzamos a nacer entonces, después
de que mis llantos pudrieran mis ojos
de manera retórica,
después de que esos rumores perdidos
empezaron a desempañar
los cristales silenciosos de mi cálido infierno.
Y entonces...él abrió sus ojos de verdad,
y halló mi nacimiento, justo donde la seda rota
cubría las nuevas espigas...
Azul Strauss Markuart
Título : El Ángelus De Sus Orgasmos
Poema: Texto completo.]
Autora :Azul Strauss M
15 De Junio del 2015
Buenos Aires - Argentina
©Copyright –Derecho de Autor Reservado
Protegido por OMPI y el Tratado internacional de Suiza sobre derechos de autores
Fuensanta:
dame todas las lágrimas del mar.
Mis ojos están secos y yo sufro
unas inmensas ganas de llorar.
Yo no sé si estoy triste por el alma
de mis fieles difuntos
o porque nuestros mustios corazones
nunca estarán sobre la tierra juntos.
Hazme llorar, hermana,
y la piedad cristiana
de tu manto inconsútil
enjúgueme los llantos con que llore.
el tiempo amargo de mi vida inútil.
Fuensanta:
¿tú conoces el mar?
Dicen que es menos grande y menos hondo
que el pesar.
Yo no sé ni por qué quiero llorar:
será tal vez por el pesar que escondo,
tal vez por mi infinita sed de amar.
Hermana:
dame todas las lágrimas del mar...
Patas de perro con
mi primacho Miguel
en Pereira, buscando
un hotel pa pagar
la estancia de una cuartico
cerca al centro o
a poca distancia
del burdel.  

Nos tomamos un jugo de caña
y como ya tengo la maldita maña, llamamos al Toro porque
sin esa hierbita jamás
cerraría pestaña

Dándole vueltas al centro, esperándolo a él
Vi un lindo edificio
y le dije a Miguel:
"un segundo hermano que me
  gustó ese hotel, voy a entrar a
  ver si hay cupo"
y a cuánto estaba
una noche en aquél.

Me mira bien serio y
me deja pasar
quedándose afuera pa disimular.

"Buenas tardes caballero,
bien pueda...
¿En que le puedo servir?"

"Busco un cuartico que mi primo
  y yo pensamos quedarnos en
  Pereira esta noche, ¿a cuánto
  están?"

¿Cómo así? me contesta
y como creía que
no me había entendido...
repiti la encuesta.  
Otra vez ....¿Cómo así?

En eso momento,
que pendejo te cuento,
me di cuenta que
no era un hotel.
De un salón a la izquierda
salían los llantos
seguidos por un desfile
en ***** de luto.....
y yo hijueputa ¡"que bruto"!

Volteaba a ver si el primo ya sabía que pasaba cuando
soltó la gran carcajada.  

Huí sin mu decir
buscando la risa de Miguel
que decía uy... ¿que pasó no es hotel?

Pero se la hice también
cuando nos recogió el torito
y comenzamos a fumar y fumar. Tantos baretos estilo Bob Marley que ya no nos podíamos ver.

Cuando se escapó todo el humo Miguel se detuvo
antes de casi caer.  
Con ojos cruzados y labios babeados empecé
a burlarme también.
Story bout my cousin letting me make a fool of myself in Pereira Colombia by asking the front desk at a funeral home if they had rooms for the night.  And how I got him back
A un niño, a un solo niño que iba para piedra nocturna,
para ángel indiferente de una escala sin cielo...
Mirad. Conteneos la sangre, los ojos.
A sus pies, él mismo, sin vida.
  No aliento de farol moribundo,
ni jadeada amarillez de noche agonizante,
sino dos fósforos fijos de pesadilla eléctrica,
clavados sobre su tierra en polvo, juzgándola.
Él, resplandor sin salida, lividez sin escape, yacente,
juzgándose.

  Tizo electrocutado, infancia mía de ceniza, a mis pies, tizo yacente.
Carbunclo hueco, *****, desprendido de un ángel que iba para piedra nocturna,
para límite entre la muerte y la nada.
Tú: yo: niño.
  Bambolea el viento un vientre de gritos anteriores al mundo
a la sorpresa de la luz en los ojos de los reciennacidos,
al descenso de la vía láctea a las gargantas terrestres.
Niño.
  Una cuna de llamas de norte a sur,
de frialdad de tiza amortajada en los yelos,
a fiebre de paloma agonizando en el área de una bujía;
una cuna de llamas meciéndote las sonrisas, los llantos.
Niño.
  Las primeras palabras abiertas en las penumbras de los sueños sin nadie,
en el silencio rizado de las albercas o en el eco de los jardines,
devoradas por el mar y ocultas hoy en un hoyo sin viento.
Muertas, como el estreno de tus pies en el cansancio frío de una escalera.
Niño.
Las flores, sin piernas para huir de los aires crueles,
de su espoleo continuo al corazón volante de las nieves y los pájaros,
desangradas en un aburrimiento de cartillas y pizarrines.
4 y 4 son 18. Y la X, una K, una H, una J.
Niño.
En un trastorno de ciudades marítimas sin escrúpulos,
de mapas confundidos y desiertos barajados,
atended a unos ojos que preguntan por los afluentes del cielo,
a una memoria extraviada entre nombres y fechas.
Niño.
Perdido entre ecuaciones, triángulos, fórmulas y precipitados azules,
entre el suceso de la sangre, los escombros y las coronas caídas,
cuando los cazadores de oro y el asalto a la banca,
en el rubor tardío de las azoteas
voces de ángeles te anunciaron la botadura y pérdida de tu alma.
Niño.
Y como descendiste al fondo de las mareas,
a las urnas donde el azogue, el plomo y el hierro pretenden ser humanos,
tener honores de vida,
a la deriva de la noche tu traje fue dejándote solo.
Niño.
Desnudo, sin los billetes de inocencia fugados en sus bolsillos,
derribada en tu corazón y sola su primera silla,
no creíste ni en Venus, que nacía en el compás abierto de tus brazos.
ni en la escala de plumas que tiende el sueño de Jacob al de Julio Verne.
Niño.
Para ir al infierno no hace falta cambiar de sitio ni postura.
Phocás el campesino, hijo mío, que tienes
en apenas escasos meses de vida, tantos
dolores en tus ojos que esperan tantos llantos
por el fatal pensar que revelan tus sienes...Tarda a venir a este dolor adonde vienes,
a este mundo terrible en duelos y en espantos;
duerme bajo los Ángeles, sueña bajo los Santos,
que ya tendrás la Vida para que te envenenes...Sueña, hijo mío, todavía, y cuando crezcas,
perdóname el fatal don de darte la vida
que yo hubiera querido de azul y rosas frescas;pues tú eres la crisálida de mi alma entristecida,
y te he de ver, en medio del triunfo que merezcas
renovando el fulgor de mi psique abolida.
No he visto el mar.
Mis ojos
-vigías horadantes, fantásticas luciérnagas;
mis ojos avizores entre la noche; dueños
de la estrellada comba;
de los astrales mundos;
mis ojos errabundos
familiares del hórrido vértigo del abismo;
mis ojos acerados de viking, oteantes;
mis ojos vagabundos
no han visto el mar...

La cántiga ondulosa de su trémula curva
no ha mecido mis sueños;
ni oí de sus sirenas la erótica quejumbre;
ni aturdió mi retina con el rútilo azogue
que rueda por su dorso...
Sus resonantes trombas,
sus silencios, yo nunca pude oír...:
sus cóleras ciclópeas, sus quejas o sus himnos;
ni su mutismo impávido cuando argentos y oros
de los soles y lunas, como perennes lloros
diluyen sus riquezas por el glauco zafir...!

Ni aspiré su perfume!
Yo sé de los aromas
de amadas cabelleras...
Yo sé de los perfumes de los cuellos esbeltos
y frágiles y tibios;
de senos donde esconden sus hálitos las pomas
preferidas de Venus!
Yo aspiré las redomas
donde el Nirvana enciende los sándalos simbólicos;
las zábilas y mirras del mago Zoroastro...
Mas no aspiré las sales ni los iodos del mar.

Mis labios sitibundos
no en sus odres la sed
apagaron:
no en sus odres acerbos
mitigaron la sed...
Mis labios, locos, ebrios, ávidos, vagabundos,
labios cogitabundos
que amargaron los ayes y gestos iracundos
y que unos labios -vírgenes- captaron en su red!

Hermano de las nubes
yo soy.
Hermano de las nubes,
de las errantes nubes, de las ilusas del espacio:
vagarosos navíos
que empujan acres soplos anónimos y fríos,
que impelen recios ímpetus voltarios y sombríos!
Viajero de las noches
yo soy.

Viajero de las noches embriagadoras; nauta
de sus golfos ilímites,
de sus golfos ilímites, delirantes, vacíos,
-vacíos de infmito..., vacíos... -Dócil nauta
yo soy,
y mis soñares derrotados navios...
Derrotados navíos, rumbos ignotos, antros
de piratas... ¡el mar! Mis ojos vagabundos
-viajeros insaciados- conocen cielos, mundos,
conocen noches hondas, ingraves y serenas,
conocen noches trágicas,
ensueños deliciosos,
sueños inverecundos...
Saben de penas únicas,
de goces y de llantos,
de mitos y de ciencia,
del odio y la clemencia,
del dolor
y el amar...!

Mis ojos vagabundos,
mis ojos infecundos...:
no han visto el mar mis ojos,
no he visto el mar!
Mujer de la falda larga,
Grande, dulce, poderosa
Diosa
Diosa

Tu falda como el manto de la Guadalupana,
Cúbrenos a tus hermanas,
Y entre llantos y despedidas
Sabemos que las grandes como tú nunca se olvidan,

Que cada llanto es un poema de vida
Que allá en la casa del cielo
Tú sigues cambiando vidas.

Mujer de la falda larga,
Grande, dulce, poderosa
Diosa
Diosa

Fronteras de piel y construcciones sociales
Madre de los desacatos radicales
Eterna reina
Entre adioses terrenales
Te conviertes en santa solidarizada con nosotros:
Los marginales

Los pobres, los inmigrantes, los jotos, los que no somos “normales”

Mujer de la falda larga,
Grande, dulce, poderosa
Diosa
Diosa

Confidente y adversaria
Mujer revolucionaria
Mujer de la falda larga
Cúbrenos bajo tu manto
Y llévanos a ese mundo
Ese mundo que tú imaginaste
A esa tierra por la que luchaste
Grande, dulce, poderosa
Diosa
Diosa.
Metro mágico y rico que al alma expresas
llameantes alegrías, penas arcanas,
desde en los suaves labios de las princesas
hasta en las bocas rojas de las gitanas.
Las almas armoniosas buscan tu encanto,
sonora rosa métrica que ardes y brillas,
y España ve en tu ritmo, siente en tu canto
sus hembras, sus claveles, sus manzanillas.
Vibras al aire alegre como una cinta,
el músico te adula, te ama el poeta;
Rueda en ti sus fogosos paisajes pinta
con la audaz policromía de su paleta.
En ti el hábil orfebre cincela el marco
en que la idea-perla su oriente acusa,
o en tu cordaje armónico formas el arco
con que lanza sus flechas la airada musa.
A tu voz en el baile crujen las faldas,
los piececitos hacen brotar las rosas
e hilan hebras de amores las Esmeraldas
en ruecas invisibles y misteriosas.
La andaluza hechicera, paloma arisca,
por ti irradia, se agita, vibra y se quiebra,
con el lánguido gesto de la odalisca
o las fascinaciones de la culebra.
Pequeña ánfora lírica de vino llena
compuesto por la dulce musa Alegría
con uvas andaluzas, sal macarena,
flor y canela frescas de Andalucía.
Subes, creces, y vistes de pompas fieras;
retumbas en el ruido de las metrallas,
ondulas con el ala de las banderas,
suenas con los clarines de las batallas.
Tienes toda la lira: tienes las manos
que acompasan las danzas y las canciones;
tus órganos, tus prosas, tus cantos llanos
y tus llantos que parten los corazones.
Ramillete de dulces trinos verbales,
jabalina de Diana la Cazadora,
ritmo que tiene el filo de cien puñales,
que muerde y acaricia, mata y enflora.
Las Tirsis campesinas de ti están llenas,
y aman, radiosa abeja, tus bordoneos;
así riegas tus chispas las nochebuenas
como adornas la lira de los Orfeos.
Que bajo el sol dorado de Manzanilla
que esta azulada concha del cielo baña,
polítona y triunfante, la seguidilla
es la flor del sonoro Pindo de España.
naomivdwoodsen Nov 2013
Tu punto y final silencia las alarmas de los coches
silencia los llantos de los bebés,
el crujido de los troncos partiéndose.
Aún estaba conmovido
El bajo pueblo de Anáhuac
Recordando el fin postrero
De los dos hermanos Ávila;

Aún al cruzar por las noches
La anchurosa y triste plaza,
Al mirar en pie las horcas
Las gentes se santiguaban;

Y aún en algunos conventos
Rezábanse las plegarias
A fin de que los difuntos
Lograsen salvar sus almas;

Cuando un pregón le decía
A la curiosa canalla
Que por atroces delitos,
Que por pudor se callaban,

Iba a ser ajusticiado
Por voluntad del monarca
Un ***** recién venido
Con un noble a Nueva España.

Como se anunció la fecha
La gente acudió a la plaza,
En tal número y desorden
Que un turbión asemejaba,

Porque en los terribles casos
En que la justicia mata
La humanidad se desvive
Por mostrar que no es humana.

Desde que lució la aurora
Acudió la gente en masa
Y muchos allí durmieron
Esperando la mañana.

Mirábanse a los verdugos
Que el cadalso custodiaban
Ya con los rostros cubiertos
Con una insultante máscara.

El sol estaba muy alto,
La gente con vivas ansias,
Los verdugos en acecho
Y los soldados en guardia;

Y ninguno suponía
Que el acto aquel se frustrara
Cuando de mirar al reo
Perdieron las esperanzas.

De pronto, a galope llega
Un dragón junto a las tablas
Del cadalso, y con alguno
De los centinelas habla.

Los verdugos, para oírlo
Descienden la escalinata,
Y corre un rumor que anuncia
Que la ejecución se aplaza.

El toque de los clarines
Pronto anuncia retirada,
Y en diversas direcciones
Plebe y soldados marchan.

Hay disgusto en los semblantes
De mozuelas y beatas,
Pues como a ninguno ahorcaron
Han perdido la mañana.

Y se resienten de verse
Por el Pregón engañadas,
Y viendo solo el cadalso,
Rezan, murmuran y charlan.

Los curiosos insistentes
Que averiguan la causa
Del retardo, al fin descubren
Lo que nadie se explicaba.

Cuentan que trayendo al *****
De San Lázaro a la plaza,
Cuando apenas por oriente
Se vislumbró la mañana,

Cercado por alguaciles
Y por mucha gente armada,
Bebiéndose de amargura
Sus propias, ardientes lágrimas,

Con voz fúnebre pidiendo
Que hicieran bien por su alma,
Un sacerdote entregado
A cumplir siempre estas mandas;

Mirando a todas las gentes
En balcones y ventanas
Darle el adiós postrimero
Entre llantos y plegarias.

El ***** que parecía
De susto no tener alma,
Cruzó por una calleja
Tan angosta como larga,

Donde entre humildes jacales
Surgía como un alcázar
Un caserón de tezontle
Con paredes almenadas,

Con toscas rejas de hierro
En forma de antiguas lanzas,
Con canales cual cañones
Que el alto muro artillaban,

Y bajo el vetusto escudo
De ininteligible heráldica
Un ancho portón forrado
De gruesas y obscuras láminas;

Teniendo como atributo
Que las gentes veneraban,
Una cadena de acero burda,
Negra, tosca y larga.

Con sus ojos que vertían
Raudales de vivas llamas,
Mira el ***** de soslayo
Aquella ostentosa casa,

Y sin que evitarlo puedan
Los cien que lo custodiaban
Tan ligero como un rayo
Del centro se les escapa,

Gana de un salto la acera,
Se arrodilla en la portada
Y cogiendo la cadena
En las dos manos, con ansia

Grita con voz que parece
Un rugido: «¡Pido gracia!
¡Pido gracia a la nobleza
De nuestro amado monarca!»

Y corchetes y alguaciles
Y arcabuceros y guardias
Se quedaron asombrados
Y sin responder palabra.

Porque sabido de todos era
Que en aquella casa vivía
Un señor de abolengo
Entre los grandes de España,

Que por fuero de linaje
En sus títulos estaba
Tener cadena en su puerta
Y pendón en la fachada.

El reo que esa cadena,
Por su fortuna tocara
Al marchar para el cadalso,
De la muerte se libraba.

Y el *****, que esto sabía,
Tuvo la fortuna extraña
De alcanzar tal privilegio
Que otro ninguno lograra.

Mirando lo sucedido,
Nobles, corchetes y guardias,
Con gran susto de la escena
No siguieron a la plaza,

Pues tornaron al presidio
La víctima afortunada;
Al Virrey le dieron parte
Y todo quedóse en calma.

Hoy sólo existen los muros
De la mansión legendaria,
Sin huellas de las almenas
Ni escudo de la portada.

Y dicen los que lo saben,
Doctos en antiguas causas,
Que la angosta callejuela
De «La Cadena» hoy se llama.
Tierra mojada de las tardes líquidas
en que la lluvia cuchichea
y en que se reblandecen las señoritas, bajo
el redoble del agua en la azotea...
Tierra mojada de las tardes olfativas
en que un afán misántropo remonta las lascivas
soledades del éter, y en ellas se desposa
con la ulterior paloma de Noé;
mientras se obstina el tableteo
del rayo, por la nube cenagosa...
Tarde mojada, de hálitos labriegos,
en la cual reconozco estar hecho de barro,
porque en sus llantos veraniegos,
bajo el auspicio de la media luz,
el alma se licúa sobre los clavos
de su cruz...
Tardes en que el teléfono pregunta
por consabidas náyades arteras,
que salen del baño al amor
a volcar en el lecho las fatuas cabelleras
y a balbucir, con alevosía y con ventaja,
húmedos y anhelantes monosílabos,
según que la llovizna acosa las vidrieras...
Tardes como una alcoba submarina
con su lecho y su tina;
tardes en que envejece una doncella
ante el brasero exhausto de su casa,
esperando a un galán que le lleve una brasa;
tardes en que descienden
los ángeles, a arar surcos derechos
en edificantes barbechos;
tardes de rogativa y de cirio pascual;
tardes en que el chubasco
me induce a enardecer a cada una
de las doncellas frígidas con la brasa oportuna;
tardes en que , oxidada
la voluntad, me siento
acólito del alcanfor,
un poco pez espada
y un poco San Isidro Labrador....
Trabajos dulces, dulces penas mías,
pasadas alegrías
que atormentáis ahora mi memoria,
dulce en un tiempo, sí, mas breve gloria
gozada en años y perdida en días;
tarde y sin fruto derramados llantos,
si sois castigo de los cielos santos,
con vosotros me alegro y me enriquezco,
porque sé de mí mismo que os merezco,
y me consuelo más que me lastimo;
mas, si regalos sois, más os estimo,
mirando que en el suelo,
sin merecerlo, me regala el cielo.
Perdí mi libertad, mi bien con ella:
no dejó en todo el cielo alguna Estrella
que no solicitase,
entre llantos, la voz de mi querella,
¡tanto sentí mirar que me dejase!
Mas ya, ver mi dolor, me he consolado
de haber mi bien perdido,
y en parte de perderle me he holgado,
por interés de haberle conocido.
Allá del revuelto mar
Tras los secos arenales,
Donde sus limpios cristales
Las ondas van a estrellar,
Donde en lucha singular
Disputando a la Fortuna
Las ciudades una a una,
De sus guerreros el brío,
Mostraron su poderío
La cruz y la media luna;

En esa tierra encantada,
Que esconde, en perpetuo Abril,
Las lágrimas de Boabdil
En las vegas de Granada;
Donde el ave enamorada
Repite entre los vergeles
El canto de los gomeles,
Y cuelga su frágil nido
Del minarete prendido
Entre ojivas y caireles;

Donde soñados ultrajes
Vengaron fieros zegríes,
Regando los alelíes,
Con sangre de abencerrajes;
donde entre muros de encajes
Y torres de filigrana,
Lloró la hermosa sultana
Amorosos sentimientos
A los rítmicos acentos
De una trova castellana;

Allá donde nueva luz
Alumbró, limpia y serena,
Sobre la morisca almena
Al símbolo de la cruz;
En ese suelo andaluz,
Cuyos cármenes hollando,
Y en otro mundo soñando,
Cruzaron en su corcel
La magnánima Isabel
Y el católico Fernando.

En esa región que encierra
Tantos recuerdos de gloria;
En ese altar de la Historia;
En ese edén de la tierra;
No el azote de la guerra
Infunde duelo y pavor,
Ni causa fiero dolor
Que mira asombrado el mundo
El ***** contagio inmundo;
Allí otra plaga mayor.

Surgen allí tempestades
Del suelo entre las entrañas,
Y vacilan las montañas,
Y se arrasan las ciudades
Escombros y soledades
Son el cortijo y la aldea;
La muerte se enseñorea,
Y, en medio a tanta ruina,
Se ve cual llama divina
La Caridad que flamea.

Con sordo bramido el duelo
Todo lo enluta y recorre;
Yace la maciza torre
En pedazos sobre el suelo.
Salvarse forma el anhelo
De los espantados seres,
Y hombres, niños y mujeres
Las crispadas manos juntan,
Y viendo al cielo preguntan.
«Dinos Dios, ¿por qué nos hieres?»

Recordando en sus delitos
las bíblicas amenazas,
Van por las calles y plazas
Confesándolos a gritos.
Los corazones precitos
Se niegan a palpitar
Y todos ven transformar
Al golpe del terremoto,
El abismo el verde soto,
Y en escombros el hogar.

Se abate el pesado muro
Que adornó silvestre yedra
Y brotan de cada piedra
Una oración y un conjuro.
No hay un asilo seguro;
Ciérnese el ángel del mal;
Cada fosa sepulcral
Ábrese ante fuerza extraña,
Y parece que en España
Comienza el juicio final.

Y entre la nube sombría
Que el denso polvo levanta,
El coro terrible espanta
De los gritos de agonía.
Y entre aquella vocería,
Con rostro desencajado,
El padre busca espantado,
Con ayes desgarradores
El nido de sus amores,
Entre escombros sepultado.

Convulsa, pálida errante,
Sobre el suelo que se agita
La madre se precipita
Por la angustia delirante;
Vuela en pos del hijo amante;
El rostro al abismo asoma
Lo llama llorando, y toma
Por voz del hijo querido,
La que acompaña al crujido
De un techo que se desploma.

En repentina orfandad,
Trémulas las manos tienden
Los niños, que no comprenden
Su espantosa soledad.
Tan sólo la caridad
Velará después por ellos,
Curando con sus destellos
su miseria y su aflicción:
¡Cómo no amarlos, si son
Tan inocentes, tan bellos!

¿Qué pecho no se conmueve
Ante cuadro tan sombrío,
Que al corazón más bravío
A contemplar no se atreve?
Ante el infortunio aleve
¿Quién no es noble? ¿quién no es bueno?
¿Quién de piedad no está lleno,
Cuando es la virtud mayor,
Aun más que el propio dolor,
Sentir el dolor ajeno?

Manda ¡oh, noble patria mía!
La ofrenda de tus piedades
A las hoy tristes ciudades
De la hermosa Andalucía.
No es favor, es hidalguía;
Es deber, no vanidad.
Llamen otros Caridad
Estos óbolos del hombre,
Tienen nombre, sólo un nombre;
Se llama Fraternidad.

Con tierno entusiasmo santo,
Mezcla ¡oh patria amante y buena!
Esa pena con tu pena,
Ese llanto con tu llanto.
Si al mirar ese quebranto,
Tu triste historia repasas,
Verás que angustias no escasas
Pasó, entre llantos prolijos,
Por amparar a tus hijos
Bartolomé de las Casas.
espaic09 May 2017
ayer saque tus memorias de paseo
de la mano caminamos por viejos senderos
oliendo flores buscando amparo
en juegos, recuerdos y amores
donde la alegria imperaba y tambien moría

contamos petalos llenos de pudor
y sus colores de dolor
acariciando nubes de locura
anduvimos riendonos del sabor viejo de la amargura

ya viendo el ocaso
las ternuras marchitaban
tu sombra lloraba y mi mano soltaba

se rompía

veia como se dividia en par
por que la puesta del sol me recibía

ahí la dejé entre llantos y sonrisas
balbuceando un arrullo sin matiz
al rato solo los coquís se oían
y con su canto borraban
tu sombra de raíz
en mi vida
Cole M Mar 2019
Mis llantos ahogados,
el pálido cielo,
la lluvia viciada,
no buscan consuelo.
Sobre tu nave -un plinto verde de algas marinas,
de moluscos, de conchas, de esmeralda estelar,
capitán de los vientos y de las golondrinas,
fuiste condecorado por un golpe de mar.

Por ti los litorales de frentes serpentinas
desenrollan, al paso de tu arado, un cantar:
-Marinero, hombre libre que los mares declinas,
dinos los radiogramas de tu estrella Polar.

Buen marinero, hijo de los llantos del norte,
limón del mediodía, bandera de la corte
espumosa del agua, cazador de sirenas;

todos los litorales amarrados del mundo
pedimos que nos lleves en el surco profundo
de tu nave, a la mar, rotas nuestras cadenas.
Janelle Mainly Nov 2023
Cuando la luna ya no alcance mis andares;
El sol se habrá esfumado y la tierra quedará fría y sombria.
La noche que acabe con todos mis llantos;
Acabará con los triunfos cotidianos.
El día que deje de extrañarte;
Será el fin de mis anhelos y la Sorpresa misma morirá.

No quiero eliminar la desgracia,
Solo busco alimentar la esperanza
en los huecos más oscuros de un jardín escondido en mi cabeza.

Hay melón y sandía listas para probarse;
¿Quién habrá pensado que estarías enamorado de los frutos que oculto?
me derrumbé,
caía
entre astillas y huesos,
entre llantos de arena
y aguaceros de vidrio,
cuando oí
que gritaban:
"¡Abajo!"
"¡Mas abajo!"
y seguía cayendo,
dando vueltas
y vueltas,
entre ásperas cenizas
y gritos mutilados,
"¡Abajo!"
"¡Más abajo!"
en espiral,
rodando,
envuelto en lo derruido,
en turbios remolinos
de trozos y fragmentos,
de esquirlas,
de gemidos,
"¡Abajo!"
"¡Más abajo!"
entre escombros y ruinas
ululantes,
informes,
a través de la asfixia,
del horror, del misterio,
más allá del aliento,
de la luz,
del recuerdo.
¡Oh vírgenes rebeldes y sumisas:
convertidme en el fiel reclinatorio
de vuestros codos y vuestras sonrisas
y en la fragua sangrienta del holgorio
en que quieren quemarse vuestras prisas!...
¡Oh botones baldíos en el huerto
de una resignación llena de abrojos:
lloráis un bien que, sin nacer, ha muerto,
y a vuestra pura lápida concierto
los fraternales llantos de mis ojos!...
¡Hermanas mías, todas,
las que, contentas con el limpio daño
de la virginidad, vais en las bodas
celestes, por llevar sobre las finas
y litúrgicas palmas y en el paño
de la eterna Pasión, clavos y espinas;
y vosotras también, las de la hoguera
carnal en la vendimia y el chubasco,
en el invierno y en la primavera;
las del nítido viaje de Damasco
y las que en la renuncia llana y lisa
de la tarde, salís a los balcones
a que beban la brisa
los sexos, cual sañudos escorpiones!
¡El tiempo se desboca; el torbellino
os arrastra al fatal despeñadero
de la Muerte; en las sombras adivino
vuestro desnudo encanto volandero;
y os quisieran ceñir mis manos fieles,
por detener vuestra caída oscura
con un lúbrico lazo de claveles
lazado a cada virginal cintura!
¡Vírgenes fraternales: me consumo
en el álgido, afán de ser el humo
que se alza en vuestro aceite
a hora y a deshora,
y de encarnar vuestro primer deleite
cuando se filtra la modesta aurora,
por la jactancia de la bugambilia,
en las sábanas de vuestra vigilia!
Leydis May 2018
Converse con tu silencio
te mande con él un beso,
un saludo taciturno, un
pedazo de mi orgullo, un
“espero que estés bien”
un “te extraño Mi Bien”
y un abrazo que arrope tu piel.

Converse con tu silencio,
me hablo mucho del tiempo,
me pregunto “¿que si recordaba
de vez en cuando, la última
conversación forrada en llantos?”.
Le conteste, “que no necesito
recordarla, que está impresa
en mi garganta, tratando
de tragar el más amargo de los tragos.

Converse con tu silencio,
Le pregunte ¿que si estás bien?
Que me dejara saber cuál de los “bien” sentías..,
sé que contigo, un bien puede ser verdad o puede ser mentira.

Te conozco tan bien, que sé cuando
ese “bien” es un bien de conformidad.
“El bien” que empleas para evadir una conexión sincera.
“Bien” cuando te estás muriendo de necesidad.
“Ese bien que está mal” y ese “bien” que pide ayuda.
Ese bien que se dice para no atraer aún más la fatalidad.

Converse con tu silencios,
fue la única vez que te escuche.
Tus silencios siempre tan atentos,.
mis bullicios siempre tan inútiles.

©LeydisProse
5/17/2018
https://m.facebook.com/LeydisProse//
Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.

Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.

Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.

Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.
Nicole Dec 2018
Era marzo del 2014 y yo tenía una maleta llena de sueños, unos cuantos cortes en el brazo y ojos llenos de lágrimas. Me aferraba al alma de una persona que no me enseño quién era en realidad hasta que sus cadenas atravesaban mi pecho y respirar dolía. Cada paso, cada palabra, cada mirada, dolía. Era marzo del 2014 y estaba viva por que bueno, así lo quizo la vida. Y la vida es divertida por que te pone a las personas correctas en el momento incorrecto y de la forma más extraña posible. Como cuando lo conocí, tenía lentes redondos, ojos tan verdes que podías ver todo tu dolor en ellos pero él no se lo imaginaba, pequeños puntitos en el rostro que él detestaba pero a mí me parecían interesantes, y brazos que nunca acababan. Todo empezó así, derrepente. Era marzo del 2014 y en un solo período académico me contó todo. Desde lo que quería ser, lo que no, lo que quería que los demás supieran y descifre lo que no. Poco a poco, como quitandole los petalos a una rosa y con el pasar los meses conocí a la verdadera persona que querría por el resto de mi vida.

Era marzo del 2015 y yo lo único que quería era morir. Otra vez. Todo empezo de nuevo y estaba aprisionada en una paralela a la avenida Arequipa entre un espejo roto y alguien que me decía que me amaba pero, siempre había un pero.
+ "Me volvió a botar de su casa"
- "Lárgate de ahí, Nicole, por favor vete"

Pero no me fuí.
Con puntos y comas, y ortografía y sonrisas y llantos y abrazos perfectos.

Era julio del 2015 y estaba por morirme. Cerca. Me acuerdo que un día solamente no pude y me senté en medio de la Avenida Larco a llorar. Solo a llorar. Y me tomo de la mano y me dijo "Vamos".
Y esa vez si fuí.
Y todo estuvo bien.

+ "No puedo"
- "Si puedes, ya voy"

Y venía. Y vino cada vez, cada momento, cada llanto. Respondió cada llamada, cada mensaje.

Hasta que todo se empezó a desmoronar en su propia vida. Y empezaron a crecer los petalos de las rosas otra vez y yo ya no podía sacarlos. Las espinas no me dejaban por que me hacía daño y no quiero sangrar más.

Era un par de días antes de mi cumpleaños en el 2017. Y llego a mí con una mirada que nunca me voy a olvidar, y lo supe. Y lo sabía. Y lo dijo. Y sentí como su mundo se venía abajo, y con el de él el mío y en ese momento prometí que nunca dejaría que se sienta como yo me sentí aquel invierno del 2013 cuando compararme con hormigas era mi mayor ocupación e imaginaba como deshacerme de ellas.
Pero, una vez más, falle.

Y en el invierno del 2018 me di cuenta que no podía seguir tapando el sol con un dedo y que no podría, nunca, ayudarlo como él me ayudo. Nunca podría dar tanto. Y no es por que yo no quiera. Es por que esa vez, cuando dejó de comer 1 semana y me echaron la culpa me di cuenta que diga lo que diga, haga lo que haga, siempre habrá una parte del él que nunca podría encontrar. Una parte de él que no deja ver, la misma que no lo deja llorar frente a mí, incluso ahora. Ahora que ya lo sé todo...

Y esta vez ya no fuí.
Era noviembre del 2018 y me dí cuenta que lo amo de la manera más sincera posible y que daría mi vida entera por que sea la persona más feliz del mundo. Por que incluso si yo nunca podré serlo, me gustaría que goze de la felicidad completa, exquisita y verdadera. Que sea libre como las plantas que cultiva y las historias de las que tanto habla, y muy pocos escuchan. Me gustaría que se de cuenta de que no todos sus amigos lo son en realidad y que el dolor es real y nunca va a poder escapar. Que lo sienta, y no lo reprenda. Que entienda que está bien sangrar, está bien llorar, esta bien sentir frente a las personas. Que encerrarse y encadenarse a otros está mal y yo lo aprendí de la peor manera. Me gustaría que sepa que yo sé, yo entiendo, yo comprendo. Y me gustaría que sepa que sí, que siempre y que nunca. Que aveces y que algunas veces.
Pero siempre, siempre.
Camina Don Boyso
mañanita fría
a tierra de moros
a buscar amiga.
Hallóla lavando
en la fuente fría.
-¿Qué haces ahí, mora,
hija de judía?
Deja a mí caballo
beber agua fría.
-Reviente el caballo
y quien lo traía,
que yo no soy mora
ni hija de judía.
Soy una cristiana
que aquí estoy cativa.
-Si fueras cristiana,
yo te llevaría
y en paños de seda
yo te envolvería,
pero si eres mora
yo te dejaría.
Montóla a caballo
por ver qué decía;
en las siete leguas
no hablara la niña.
Al pasar un campo
de verdes olivas
por aquellos prados
qué llantos hacía.
-¡Ay, prados! ¡Ay, prados!
prados de mi vida.
Cuando el rey, mi padre,
plantó aquí esta oliva,
él se la plantara,
yo se la tenía,
la reina, mi madre,
la seda torcía,
mi hermano, Don Boyso,
los toros corría.
-¿Y cómo te llamas?
-Yo soy Rosalinda,
que así me pusieron
porque al ser nacida
una linda rosa
n'el pecho tenía.
-Pues tú, por las señas,
mi hermana serías.
Abre la mi madre
puertas de alegría,
por traerla nuera
le traigo su hija.
En el árbol al otro lado
Por el pozo de llantos
Camina tu amado.

Por el lomo de un gato
Sus ojos ingratos
De noche son pardos.

Puedo decir que lo que escribo
Es producto de mi y no de las sustancias
No dependo y no dependeré
Me lo juro al pájaro en mi garganta.

Que cuando llegue el día de mi perecer
Antes muerto que buscar creatividad fácil.
Por qué yo nací con gafas para ver colores
Y destellos en la gente extraordinaria
También puedo ver luciérnagas en tus días más oscuros.
Por qué de donde nace lo nocturno
Yo puedo poner luz y transformarla en magia.
¿Cómo sabe Andrea que la poesía no tiene cuerpo, no tiene corazón y
en su hálito de niña pasa o puede pasar
y habla de lo que siempre no habla?
En la boca cuaja el mundo y a la luz
de pasados que Andrea ignora para nunca
su memoria es una casa nueva donde
otros rostros vivirán,
otros amaneceres, otros llantos.
Mejor así.
Todo lo que se hunde ahora, este tiempo que se disuelve,
serán para ella páginas amarillentas olvidables.
Un día sabrá que existieron como ella misma,
entre lo imaginario y lo real.
¡Ah, vida, qué mañana
cuando termines de escribir!
Si me hubieran los miedos sucedido
como me sucedieron los deseos,
los que son llantos hoy fueran trofeos:
¡mirad el ciego error en que he vivido!
Con mis aumentos proprios me he perdido;
las ganancias me fueron devaneos;
consulté a la Fortuna mis empleos,
y en ellos adquirí pena y gemido.
Perdí, con el desprecio y la pobreza,
la paz y el ocio; el sueño, amedrentado,
se fue en esclavitud de la riqueza.
Quedé en poder del oro y del cuidado,
sin ver cuán liberal Naturaleza
da lo que basta al seso no turbado.

— The End —