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¡Oh mi Musa! ¡Oh mi novia!
¡Oh mi pálida amada!
Cuando el pesar mi corazón agobia,
Como aurora me alumbra tu mirada.

Del alma tú naciste,
Creada en un delirio;
Te di griego perfil, mirada triste,
Cabellos rubios y color de lirio.

Cuando tu pie se mueve
Y a mí llegas en calma,
Parece que vinieras de la nieve
Y demandaras el calor de un alma.

Indefinible encanto
Hay en tu rostro impreso.
Calla en mi alma del amor el canto,
Muere en mis labios el ardiente beso.

Siempre a mi voz respondes,
Y a mí estás tan unida
Que ni misterios en tu pecho escondes
Ni hay para tí secretos en mi vida.

Cuando a mi lado veo
Tu faz radiante y bella,
No me enciende la llama del deseo:
Mi amor es rayo de lejana estrella.

Llegas a mí sin ruido
En noches estrelladas,
Y tu mano en mis manos, al oído
Me refieres leyendas y baladas.

Y el paseo emprendemos
Al rayo de la luna;
Y cantando al compás de nuestros remos
Bogamos en la diáfana laguna.

En selvas rumorosas
Te oigo historias secretas:
Lo que sueñan las vírgenes hermosas,
Lo que sueñan los pálidos poetas.

A los silfos dormidos
Tú, trémula, apostrofas,
Y surgen de los cármenes floridos,
Cual mariposas blancas, las estrofas.

Y en castillos feudales,
De góticas arcadas,
Me narras los torneos medioevales
Y cuentos de princesas encantadas.

Mi Musa es Musa casta,
Musa con aureola:
Como su amor a mi ternura basta
Reina en mi pecho, inmaculada y sola.

¡Oh novia sin engaños!
¡Oh Musa soñadora!
Di siempre la canción de los veinte años
En el fondo del alma que te adora.
Caminando hacia el mar
en la pradera
-es hoy noviembre-,
todo ha nacido ya,
todo tiene estatura,
ondulación, fragancia.
Hierba a hierba
entenderé la tierra,
paso a paso
hasta la línea loca
del océano.
De pronto una ola
de aire agita y ondula
la cebada salvaje:
salta
el vuelo de un pájaro
desde mis pies, el suelo
lleno de hilos de oro,
de pétalos sin nombre,
brilla de pronto como rosa verde,
se enreda con ortigas que revelan
su coral enemigo,
esbeltos tallos, zarzas
estrelladas,
diferencia infinita
de cada vegetal que me saluda
a veces con un rápido
centelleo de espinas
o con la pulsación de su perfume
fresco, fino y amargo.
Andando a las espumas
del Pacífico
con torpe paso por la baja hierba
de la primavera escondida,
parece
que antes de que la tierra se termine
cien metros antes del más grande océano
todo se hizo delirio,
germinación y canto.
Las minúsculas hierbas
se coronaron de oro,
las plantas de la arena
dieron rayos morados
y a cada pequeña hoja de olvido
llegó una dirección de luna o fuego.
Cerca del mar, andando,
en el mes de noviembre,
entre los matorrales que reciben
luz, fuego y sal marinas
hallé una flor azul
nacida en la durísima pradera.
De dónde, de qué fondo
tu rayo azul extraes?
Tu seda temblorosa
debajo de la tierra
se comunica con el mar profundo?
La levanté en mis manos
y la miré como si el mar viviera
en una sola gota,
como si en el combate
de la tierra y las aguas
una flor levantara
un pequeño estandarte
de fuego azul, de paz irresistible,
de indómita pureza.
De noche, amada, amarra tu corazón al mío
y que ellos en el sueño derroten las tinieblas
como un doble tambor combatiendo en el bosque
contra el espeso muro de las hojas mojadas.

Nocturna travesía, brasa negra del sueño
interceptando el hilo de las uvas terrestres
con la puntualidad de un tren descabellado
que sombra y piedras frías sin cesar arrastrara.

Por eso, amor, amárrame el movimiento puro,
a la tenacidad que en tu pecho golpea
con las alas de un cisne sumergido,

para que a las preguntas estrelladas del cielo
responda nuestro sueño con una sola llave,
con una sola puerta cerrada por la sombra.
Iremos por los campos, de la mano,
A través de los bosques y los trigos,
Entre rebaños cándidos y amigos,
Sobre la verde placidez del llano.

Para comer, el fruto dulce y sano
De las rústicas vides y los higos
Que coronan las tunas. Como amigos
Partiremos el pan, la leche, el grano.

Y en las mágicas noches estrelladas,
Bajo la calma azul, entrelazadas
Las manos, y los labios temblorosos,

Renovaremos nuestro muerto idilio,
Y será como un verso de Virgilio
Vivido ante los astros luminosos.
Irina Lujan Nov 2024
Se que es un cliché decir que me pierdo en tus ojos, pero para mi eso es una realidad.
Me pierdo en tus ojos, que brillan más que las miles de estrellas en el cielo; y soy fan de las noches estrelladas pero ahora soy más fan de las que se encuentran en tu alma.
Me pierdo en vos y en tu sonrisa cada vez que algo te emociona, en como quiere salir tanto de tu cara, que a su lado toman protagonismo unas margaritas.
Me pierdo en vos y en tu risa chiquita o escandalosa cada vez que algo te divierte o avergüenza.
Me pierdo en vos y en tus palabras, en tu inteligencia y en tu manera de hablar.
Me pierdo en vos y en tu manera de expresarte, tan bella y tan pura que alegra el corazón de los demás y hace que no puedan evitar amarte.
Me pierdo en tu voz tan dulce y melodiosa que trae paz a mi vida y no puedo evitar sentirme en una nube de algodón cada vez que se escucha.
Me pierdo en vos y en tu manera de amar con toda tu alma, que hace que todos se sientan seguros a tu lado.
Me pierdo en vos y en tu existencia que es la mejor maravilla del planeta.
Me pierdo en vos tanto, que es inexplicable lo que agradezco haberte encontrado.

— The End —