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Entre los adelantos médicos figuran
el by-pass para que siga el corazón,
el láser para entrar a la vesícula
por un agujerito, y
muchos otros que empujan al cuerpo
contra lo desconocido.
Esta semejanza de la vida
provoca el llanto de la razón.
Nadie estudia los nervios
de la estupidez, las arterias
del mal, la médula del dolor, los huesos
de tanta angustia que gira por ahí
con trazado oscilante.
Hay quien dice que es inútil
porque no hay remedios,
no hay farmacias del alma.
Hay quien dice que esta noche
es igual a todas las noches.
Pero en esta noche canta
lo que nunca tendremos
y el pasado es un canario ciego
que te había visto.
En el vacío de tu imagen
estaba el ancho sol.
No he visto el mar.
Mis ojos
-vigías horadantes, fantásticas luciérnagas;
mis ojos avizores entre la noche; dueños
de la estrellada comba;
de los astrales mundos;
mis ojos errabundos
familiares del hórrido vértigo del abismo;
mis ojos acerados de viking, oteantes;
mis ojos vagabundos
no han visto el mar...

La cántiga ondulosa de su trémula curva
no ha mecido mis sueños;
ni oí de sus sirenas la erótica quejumbre;
ni aturdió mi retina con el rútilo azogue
que rueda por su dorso...
Sus resonantes trombas,
sus silencios, yo nunca pude oír...:
sus cóleras ciclópeas, sus quejas o sus himnos;
ni su mutismo impávido cuando argentos y oros
de los soles y lunas, como perennes lloros
diluyen sus riquezas por el glauco zafir...!

Ni aspiré su perfume!
Yo sé de los aromas
de amadas cabelleras...
Yo sé de los perfumes de los cuellos esbeltos
y frágiles y tibios;
de senos donde esconden sus hálitos las pomas
preferidas de Venus!
Yo aspiré las redomas
donde el Nirvana enciende los sándalos simbólicos;
las zábilas y mirras del mago Zoroastro...
Mas no aspiré las sales ni los iodos del mar.

Mis labios sitibundos
no en sus odres la sed
apagaron:
no en sus odres acerbos
mitigaron la sed...
Mis labios, locos, ebrios, ávidos, vagabundos,
labios cogitabundos
que amargaron los ayes y gestos iracundos
y que unos labios -vírgenes- captaron en su red!

Hermano de las nubes
yo soy.
Hermano de las nubes,
de las errantes nubes, de las ilusas del espacio:
vagarosos navíos
que empujan acres soplos anónimos y fríos,
que impelen recios ímpetus voltarios y sombríos!
Viajero de las noches
yo soy.

Viajero de las noches embriagadoras; nauta
de sus golfos ilímites,
de sus golfos ilímites, delirantes, vacíos,
-vacíos de infmito..., vacíos... -Dócil nauta
yo soy,
y mis soñares derrotados navios...
Derrotados navíos, rumbos ignotos, antros
de piratas... ¡el mar! Mis ojos vagabundos
-viajeros insaciados- conocen cielos, mundos,
conocen noches hondas, ingraves y serenas,
conocen noches trágicas,
ensueños deliciosos,
sueños inverecundos...
Saben de penas únicas,
de goces y de llantos,
de mitos y de ciencia,
del odio y la clemencia,
del dolor
y el amar...!

Mis ojos vagabundos,
mis ojos infecundos...:
no han visto el mar mis ojos,
no he visto el mar!
Por una vez existe el cielo innecesario.
Nadie averigua acerca de mi corazón
ni de mi salud milagrosa y cordial,
porque es de noche, manantial de la noche,
viento de la noche, viento olvido,
porque es de noche entre silencio y uñas
y quedo desalmado como un reloj lento.

Húmeda oscuridad desgarradora,
oscuridad sin adivinaciones,
con solamente un grito que se quiebra a lo lejos,
y a lo lejos se cansa y me abandona.

Ella sabe qué palabras podrían decirse
cuando se extinguen todos los presagios
y el insomnio trae iras melancólicas
acerca del porvenir y otras angustias.

Pero no dice nada, no las suelta.
Entonces miro en lo oscuro llorando,
y me envuelvo otra vez en mi noche
como en una cortina pegajosa
que nadie nunca nadie nunca corre.

Por el aire invisible baja una luna dulce,
hasta el sueño por el aire invisible.
Estoy solo como con mi infancia de alertas,
con mis corrientes espejismos de Dios
y calles que me empujan inexplicablemente
hacia un remoto mar de miedos.

Estoy solo como una estatua destruida,
como un muelle sin olas, como una simple cosa
que no tuviera el hábito de la respiración
ni el deber del descanso ni otras muertes en cierne,
solo en la anegada cuenca del desamparo
junto a ausencias que nunca retroceden.
Naturalmente, ella
conoce qué palabras podrían decirse,
pero no dice nada,
pero no dice nada irremediable.
Daniii Jun 14
Los amigos…
ellos no me exigen máscaras.
Me miran roto, torcido, a veces perdido,
y aun así me siguen llamando por mi nombre.
Me quieren en versión verdad,
no en versión perfecta.

Ellos no me celan,
me celebran.
No se molestan con mis alas,
me ayudan a extenderlas.

Y vos…
el especial,
el casi,
el que quiso ocupar un lugar en mi pecho,
pero no supo qué hacer con él.

Tu cariño venía con condiciones,
con cláusulas ocultas,
con la trampa de la posesión.

Querías verme feliz,
pero no más feliz sin vos.
Querías ser mi paz,
pero no soportabas mi calma sin tu nombre en ella.

Y yo…
yo creí que el amor venía con ternura,
con libertad,
con la alegría compartida de ver al otro crecer,
aunque no siempre te incluya.

Pero vos no amabas,
vos querías pertenecer.

Y eso es lo que muchos no entienden:
que hay una diferencia brutal
entre amar a alguien
y querer tenerlo.

Quien ama, libera.
Quien quiere poseer, vigila.
Quien ama, se alegra con tu luz,
quien quiere poseer, se molesta con tu brillo.

No me perdiste por otro,
te perdiste solo,
por no saber aplaudir lo que no podías controlar.

Fuiste ese casi algo
que se creía especial solo por ocupar un espacio.
Pero el alma no responde a lugares,
responde a gestos.

Y tus gestos eran celos.
Tu forma de “estar” era ausencia disfrazada de queja.
Tu manera de “cuidar” era una jaula emocional.

Yo necesitaba alguien que entendiera
que el amor no se mide en vigilancia,
sino en presencia sincera.

Y ahora entiendo:
algunos llegan no para quedarse,
sino para mostrarte lo que no merecés repetir.

Y vos fuiste eso.
El espejo donde vi todo lo que no quiero para mi vida.

Gracias por enseñarme
que los verdaderos vínculos
no controlan,
no exigen,
no se alimentan del miedo.

Los verdaderos vínculos…
acompañan.
Sostienen.
Se alegran con vos.


Y si no saben hacerlo,
no son amor.
Son ego.
Y el ego no abraza,
solo aprieta.


Derechos de autor ©️


~Daniii


Frase final “El que te ama, te aplaude. El que te cela, solo quiere que no vueles más alto que él.”


Consejo:No confundas nunca a quien quiere estar contigo,
con quien solo quiere que no estés con nadie más.

Una persona que te ama de verdad no compite con tus amigos,
no se pone celosa de tu sonrisa,
ni te quiere apagar para sentirse más importante.

El amor no es una jaula con barrotes invisibles.
El amor es el que te ve volar y te dice:
“¡Qué alto estás llegando, y qué hermoso es verte así!”

Cuidá a los que te empujan hacia tus sueños.
Y soltá, con paz, a quienes solo quieren verte quieto para no quedarse atrás.

Porque no estás para dar explicaciones cada vez que brillás…
Estás para compartir tu luz, no para pedir permiso para encenderla.
Daniii May 29
No todo lo que brilla alumbra,
ni toda voz que reza es fe,
hay almas hechas de sombra
que visten trajes de bien.

El mundo te ofrece espejos
que deforman lo que sos,
y manos que juran abrigo
te empujan lejos de Dios.

Aprendí, tarde y sangrando,
que el veneno no siempre arde,
que hay abrazos que son pactos
y amistades que son cárceles.

¿De quién te confías, caminante,
cuando hasta el tiempo traiciona?
Cuando quien dice ser constante
es quien primero abandona.

La traición no avisa su entrada,
no lleva capa ni rostro cruel,
es a veces una mirada
que se disfraza de miel.

Hay verdades que se fingen,
hay mentiras que se lloran,
y hay gente que se te extingue
cuando más su luz imploras.

Confiar es desnudar el alma,
es entregarle al otro el pecho,
y en un mundo sin mucha calma
eso… a veces es despecho.

No toda traición se grita,
ni toda herida sangra,
hay silencios que te quitan
lo que más el alma abraza.

Por eso, si vas a confiar,
que sea en quien te escucha en tu ruina,
no en quien sólo sabe aplaudir
cuando tu cumbre ilumina.

Confía en quien te nombre en secreto,
en quien no necesita testigos,
en quien se queda callado contigo
cuando todo lo demás es ruido.

Y si has de caer —que caerás—
caé sabiendo esta verdad:
más vale solo con la verdad
que envenenado por falsedad.
Keev Jun 16
Son siete y me vacían el alma…
Cada vez que creo que avanzo,
me empujan de nuevo hacia atrás, y caigo descalzo.

Por la gula ya empecé,
déjenme decir que sí la dominé,
es un enemigo simple de controlar,
pero otros no paran de azotar.

La avaricia, la más silenciosa,
piensa que pasa desapercibida, sigilosa.
Encerrada en un frasco pequeño,
que poco a poco explota su empeño.

Es como un reloj de arena,
atenta, acechando mi condena.
Espera paciente que acabe mi resistencia,
jugando con mi frágil conciencia.

La ira y la soberbia la respaldan,
como carroñeras, siempre aguardan,
esperando el vaivén de mis emociones,
alimentadas de viejas frustraciones.

Un shot de ron o de tequila,
enciende el fuego y la ira desfila.
Explota el frasco de la avaricia,
y la soberbia desde el fondo inicia.

Las tres se atrincheran en mi corazón,
y allí empieza la guerra, sin redención.
Guerra custodiada por el demonio,
que dirige el caos desde su podio.

A su izquierda la pereza se sienta,
a su derecha la lujuria revienta,
y en su espada afilada, la envidia tienta:
tres soldados que mi mente atormentan.

Mientras en mi pecho la batalla estalla,
la guerra de mente, cuerpo y alma no se calla.
Cada día es una lucha sin cesar,
con demonios que me vuelven a arrastrar.

Primero caigo bajo la pereza,
luego la lujuria me atraviesa,
y la envidia se apodera de mi razón:
¿Por qué ella no fue mía y sí de él?
repite mi obsesión.

Todo ocurre mientras la pereza me postra en la cama,
la lujuria devora mi cuerpo amargo,
y la envidia contamina mi mente,
entre placer y culpa, lentamente,
Que aunque solo en pensamiento pude hacerla mía,
Termino y un vacío se apodera de mi ser….

Llega la tarde, me invitan un par de tragos,
y siento cómo el infierno abre sus estragos.

La trinchera de mi corazón vuelve a arder,
desprecio a los demás sin detener,
me creo el rey,
tan grande que ni Dios me puede detener.

Me burlé de Él como un ingenuo,
hasta que la soberbia me hizo un rehén nuevo.
Llamé a la avaricia sin piedad,
y humillé a un hombre por su necesidad.

Mientras mi ego gozaba el combate,
la ira alimentaba mi disparate.
Pero en medio de esa tempestad brutal,
Dios… te entrego mi alma en plena batalla.

Solo en ti puedo confiar mi oscuridad,
sé que la destruirás junto con los demonio con tu verdad.
Los demonios no siempre tienen cuernos, a veces habitan en el pecho, y cada día es otra ronda en esta guerra silenciosa. No busco que lo entiendan, solo que lo sientan.

— The End —