Un sol de invierno ilumina la mar arrugada
empujada por el olor a sal.
Hoy he venido junto a la orilla a escribir de una chica
pero
huele a mar,
y el olor salado trae recuerdos dulces.
Huele a cubos y palas,
a olas blandas de bandera verde,
a la infantil valentía de salir al sol
quedando la edad adulta a cobijo.
Huelo la brisa que airea fotos que solo yo guardo
De mi abuelo enterrándome en la playa
–sonrio por verle de nuevo–,
saltos de fe desde los brazos de mi padre,
y castillos desafiando al océano entero.
Huelo veranos infinitos para lo pequeño que soy.
Yo vine aquí a escribir sobre una chica,
pero tengo arena en los recuerdos
y me drogaron la brisa y la mar.