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Eyen F Dec 2019
Besar a la tierra
me da un asco tremendo;
no me dejen dormir,
no paren de menear mi elegante recinto
con tal de hacerme abrir los ojos;
no insistan en aliviarme
ni alegrarme
ni vestirme
ni alabarme
entre la pureza de sus flores
y la hipocresía,
descaro y audacia
de sus plegarias de resurrección,
sus estorbosos berrinches insípidos;
dejadme entre los dedos de mi madre morena;
permitid el abrazo
de sus diminutas uñas blancas y cosquillosas
que masticarán mi elemento,
fructuoso, caníbal ritual;
dejadla manosearme
y atraparme entre sus uñas purablancas,
inmóvil;
siendo pura mugre,
suciedad,
tierra;
quitadme mi alta, arránquenmela;
soltadla,
dejadla caer, dejadla reventarse
en el rudo seno del pavimento
donde lo inútil, lo desechable y lo desvalido
reposa junto al amor de su vida,
durmiendo
juntando sus sucias, frías mejillas,
sonrojándose y quemando el gris labiopar
al arcoíris derrotado y pestilente,
marcando al animal
con su beso
soñando despiertos,
mirando hacia otros mundos
que nos esperan en globos de harto visto.

...derramen, derramen
háganme olvidar
háganme olvidar
que se fue,
se fue
se fue
se fueron...
Y esta palabra, este papel escrito
por las mil manos de una sola mano,
no queda en ti, no sirve para sueños,
cae a la tierra: allí se continúa.

No importa que la luz o la alabanza
se derramen y salgan de la copa
si fueron un tenaz temblor del vino,
si se tiñó tu boca de amaranto.

No quiere más la sílaba tardía,
lo que trae y retrae el arrecife
de mis recuerdos, la irritada espuma,

no quiere más sino escribir tu nombre.
Y aunque lo calle mi sombrío amor
más tarde lo dirá la primavera.

— The End —