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Lino Althaner Nov 2011
Mi invitada abre la puerta
cuando casi desespero
la contemplo en medio de mi cuarto
como dueña más bien que como sierva.
Ella el arco me presta
y yo lanzo la flecha.

Y si acierto en el blanco
en el cielo se abre un orificio
más pequeño que el ojo de una aguja
la aguja más pequeña
y caen palabras del cielo
que en mis manos se congregan.

¿En que reino se hallan sus raíces?
empapadas del rocío
que alimenta a las flores de la tierra
¿qué mandato obedecen?
¿y que afán las inquieta
qué espantosa simpatía o qué rechazo?

¿Acaso el de horadar las superficies
y humillar a las pobres apariencias?
¿de un palacio hacer un conventillo
de un patán un caballero?
¿insinuar un portento en cada esquina?
¿embriagarme en una gota de realidad?

— The End —