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El césped. Desde la tribuna es un tapete verde. Liso, regular,
aterciopelado, estimulante. Desde la tribuna quizá crean que,
con semejante alfombra, es imposible errar un gol y mucho menos errar
un pase. Los jugadores corren como sobre patines o como figuras de
ballet. Quien es derrumbado cae seguramente sobre un colchón de
plumas, y si se toma, doliéndose, un tobillo, es porque el gesto
forma parte de una pantomima mayor. Además, cobran mucho dinero
simplemente por divertirse, por abrazarse y treparse unos sobre otros
cuando el que queda bajo ese sudoroso conglomerado hizo el gol
decisivo. O no decisivo, es lo mismo. Lo bueno es treparse unos sobre
otros mientras los rivales regresan a sus puestos, taciturnos, amargos,
cabizbajos, cada uno con su barata soledad a cuestas. Desde la tribuna
es tan disfrutable el racimo humano de los vencedores como el drama
particular de cada vencido. Por supuesto, ciertos avispados
espectadores siempre saben cómo hacer la jugada maestra y no
acaban de explicarse, y sobre todo de explicarlo a sus vecinos, por
qué este o aquel jugador no logra hacerla. Y cuando el
árbitro sanciona el penal, el espectador avispado también
intuye hacia qué lado irá el tiro, y un segundo
después, cuando el balón brinca ya en las redes, no
alcanza a comprender cómo el golero no lo supo. O acaso
sí lo supo y con toda deliberación se arrojó al
otro palo, en un alarde de masoquismo o venalidad o estupidez
congénita. Desde la tribuna es tan fácil. Se conoce la
historia y la prehistoria. O sea que se poseen elementos suficientes
como para comparar la inexpugnable eficacia de aquel zaguero
olímpico con la torpeza del patadura actual, que no acierta
nunca y es esquivado una y mil veces. Recuerdo borroso de una
época en que había un centre-half y un centre-forward,
cada uno bien plantado en su comarca propia y capaz de distribuir el
juego en serio y no jugando a jugar, como ahora, ¿no? El
espectador veterano sabe que cuando el fútbol se
convirtió en balompié y la ball en pelota y el dribbling
en finta y el centre-half en volante y el centre-forward en alma en
pena, todo se vino abajo y ésa es la explicación de que
muchos lleven al estadio sus radios a transistores, ya que al menos
quienes relatan el partido ponen un poco de emoción en las
estupendas jugadas que imaginan. Bueno, para eso les pagan,
¿verdad? Para imaginar estupendas jugadas y está bien.
Por eso, cuando alguien ha hecho un gol y después de los abrazos
y pirámides humanas el juego se reanuda, el locutor
idóneo sigue colgado de la "o" de su gooooooool, que en realidad
es una jugada suya, subjetiva, personal, y no exactamente del delantero
que se limitó a empujar con la frente un centro que, entre todas
las otras, eligió su cabeza. Y cuando el locutor idóneo
llega por fin al desenlace de la "ele" final de su gooooooool privado,
ya el árbitro ha señalado un orsai que favorece,
¿por qué no?, al locatario.

Es bueno contemplar alguna vez la cancha desde aquí, desde lo
alto. Así al menos piensa Benjamín Ferrés,
veintitrés años, digamos delantero de un Club Chico,
alguien últimamente en alza según los cronistas
deportivos más estrictos, y que hoy, después de empatarle
al Club Grande y ducharse y cambiarse, no se fue del estadio con el
resto del equipo y prefirió quedarse a mirar, desde la tribuna
ya vacía (sólo quedan los cafeteros y heladeros y
vendedores de banderitas, que recogen sus bártulos o tal vez
hacen cuentas) aquel campo en el que estuvo corriendo durante noventa
minutos e incluso convirtió uno, el segundo, de los dos goles
que le otorgan al Club Chico eso que suele llamarse un punto de oro.
Sí, desde aquí arriba el césped es una alfombra,
casi un paño verde como el del casino, con la importante
diferencia de que allá los números son fijos,
permanentes, y aquí (él, por ejemplo, es el ocho) cambian
constantemente de lugar y además se repiten. A lo mejor con el
flaco Suárez (que lleva el once prendido en la espalda)
podrían ser una de las parejas negras. O no. Porque de ambos,
sólo el Flaco es oscurito.

Ahora se levanta un viento arisco y las gradas de cemento son
recorridas por vasos de plástico, hojas de diario, talones de
entradas, almohadillas, pelotas de papel. Remolinos casi fantasmales
dan la falsa impresión de que las gradas se mueven, giran,
bailotean, se sacuden por fin el sol de la tarde. Hay papeles que suben
las escaleras y otros que se precipitan al vacío. A
Benjamín (Benja, para la hinchada) le sube una bocanada de
desconsuelo, de extraña ansiedad al enfrentarse, ¿por
primera vez?, con la quimera de cemento en estado de pureza (o de
basura, que es casi lo mismo) y se le ocurre que el estadio
vacío, desolado, es como un esqueleto de multitud, un eco
fantasmal de esa misma muchedumbre cuando ruge o aplaude o insulta o
agita banderas. Se pregunta cómo se habrá visto su gol
desde aquí, desde esta tribuna generalmente ocupada por las
huestes del adversario. Para los de abajo en la tabla, el estadio
siempre es enemigo: miles y miles de voces que los acosan, los
persiguen, los hunden, porque generalmente el que juega aquí, el
permanente locatario, es uno de los Grandes, y los de abajo sólo
van al estadio cuando les toca enfrentarlos, y en esas ocasiones apenas
si acarrean, en el mejor de los casos, algunos cientos de
fanáticos del barrio, que, aunque se desgañitan y agitan
como locos su única y gastada bandera, en realidad no cuentan,
es imposible que tapen, desde su islote de alaridos, el gran rugido de
la hinchada mayor. Desde abajo se sabe que existen, claro, y eso es
bueno, y de vez en cuando, cuando se suspende el juego por
lesión o por cambio de jugadores, los del Club Chico van con la
mirada al encuentro de aquel rinconcito de tribuna donde su bandera
hace guiños en clave, señales secretas como las del
truco. Y ésta es la mejor anfetamina, porque los llena de
saludable euforia y además no aparece en los controles
antidopping.

Hoy empataron, no está mal, se dice Benja, el número
ocho. Y está mejor porque todos sus huesos están enteros,
a pesar de la alevosa zancadilla (esquivada sólo por
intuición) que le dedicaran en el toletole previo al primer gol,
dos segundos antes de que el Colorado empujara nuevamente la globa con
el empeine y la colocara, inalcanzable, junto al poste izquierdo.
Después de todo, la playa es mía. Desde hace quince
años la vengo adquiriendo en pequeñas cuotas. Cuotas de
sol y dunas. Todos esos prójimos, prójimas y projimitos
que se ven tendidos sobre las rocas o bajo las sombrillas o corriendo
tras una pelota de engañapichanga o jugando a la paleta en una
cancha marcada en la arena con líneas que al rato se borran,
todos esos otros, están en la playa gracias a que yo les permito
estar. Porque la playa es mía. Mío el horizonte con
toninas remotas y tres barquitos a vela. Míos los peces que
extraen mis pescadores con mis redes antiguas, remendadas. El aire
salitroso y los castillos de arena y las aguas vivas y las algas que ha
traído la penúltima ola. Todo es mío.
¿Qué sería de mí, el número ocho,
sin estas mañanas en que la playa me convence de que soy libre,
de que puedo abrazar esta roca, que es mi roca mujer o tal vez mi roca
madre, y estirarme sin otros límites que mi propio límite
o hasta que siento las tenazas del cangrejo barcino sobre mi dedo
gordo? Aquí soy número ocho sin llevarlo en la espalda.
Soy número ocho sencillamente porque es mi identidad. Un cura o
un teniente o un payaso no necesitan vestir sotana o uniforme o traje
de colores para ser cura o teniente o payaso. Soy número ocho
aunque no lo lleve dibujado en el lomo y aunque ningún botija se
arrime a pedirme autógrafos, porque sólo se piden
autógrafos a los de los Clubes Grandes. Y creo que siempre
seré de Club Chico, porque me gusta amargarles la fiesta, no a
los jugadores que después de todo son como nosotros, sólo
que con más suerte y más guita, ni siquiera a la hinchada
grande por más que nos insulte cuando hacemos un fau y festeje
ruidosamente cuando el otro nos propina un hachazo en la canilla. Me
gusta arruinarles la fiesta, sobre todo a los dirigentes, esos
industriales bien instalados en su cochazo, en su piso de la Rambla y
en su mondongo, señores cuya gimnasia sabatina o dominical
consiste en sentarse muy orondos, arriba en el palco oficial, y desde
ahí ver cómo allá abajo nos reventamos, nos
odiamos, nos derretimos en sudores, y cuando sus jugadores ganan,
condescienden a llegar al vestuario y a darles una palmadita en el
hombro, disimulando apenas el asco que les provoca aquella piel
todavía sudada, y en cambio, cuando sus jugadores pierden, se
van entonces directamente a su casa, esta vez por supuesto sin ocultar
el asco. En verdad, en verdad os digo que yo ignoro si hacen eso, pero
me lo imagino. Es decir, tengo que imaginarlo así, porque una
cosa son las instrucciones del entrenador, que por supuesto trato de
cumplir si no son demasiado absurdas, y otra cosa son las instrucciones
que yo me doy, verbigracia vamo vamo número ocho hay que aguarle
la fiesta a ese presidente cogotudo, jactancioso y mezquino, que viene
al estadio con sus tres o cuatro nenes que desde ya tienen caritas de
futuros presidentes cogotudos. Bueno, no sé ni siquiera si tiene
hijos, pero tengo que imaginarlo así porque soy el número
ocho, insustituible titular de un Club Chico y, ya que cobro poco,
tengo que inventarme recompensas compensatorias y de esas recompensas
inventadas la mejor es la posibilidad de aguarle la fiesta al cogotudo
presidente del Grande, a fin de que el lunes, cuando concurra a su
Banco o a su banca, pase también su vergüenza rica, su
vergüenza suntuosa, así como nosotros, los que andamos en
la segunda mitad de la tabla, sufrimos, cuando perdemos, nuestra
vergüenza pobre. Pero, claro, no es lo mismo, porque los Grandes
siempre tienen la obligación de ganar, y los Chicos, en cambio,
sólo tenemos la obligación de perder lo menos posible. Y
cuando no ganamos y volvemos al barrio, la gente no nos mira con
menosprecio sino con tristeza solidaria, en tanto que al presidente
cogotudo, cuando vuelve el lunes a su Banco o a su banca, la gente, si
bien a veces se atreve a decirle qué barbaridad doctor porque
ustedes merecieron ganar y además por varios goles, en realidad
está pensando te jodieron doctor qué salsa les dieron
esos petizos. Por eso a mí no me importa ser número ocho
titular y que no me pidan autógrafos aquí en la playa ni
en el cine ni en Dieciocho. Los partidos no se ganan con
autógrafos. Se ganan con goles y ésos los sé
hacer. Por ahora al menos. También es un consuelo que la playa
sea mía, y como mía pueda recorrerla descalzo, casi
desnudo, sintiendo el sol en la espalda y la brisa en los ojos, o
tendiéndome en las rocas pero de cara al mar, consciente de que
atrás dejo la ciudad que me espía o me protege,
según las horas y según mi ánimo, y adelante
está esa llanura líquida, infinita, que me lame, me
salpica, a veces me da vértigo y otras veces me brinda una
insólita paz, un extraño sosiego, tan extraño que
a veces me hace olvidar que soy número ocho.
Alejandra. Lo extraño había sido que Benja conociera sus
manos antes que su rostro, o mejor aún, que se enamorara de sus
manos antes que de su rostro. Él regresaba de San Pablo en un
vuelo de Pluna. El equipo se había trasladado para jugar dos
amistosos fuera de temporada, pero Benja sólo había
participado en el primero porque en una jugada tonta había
caído mal y el desgarramiento iba a necesitar por lo menos cinco
días de cuidado, así que el preparador físico
decidió mandarlo a Montevideo para que allí lo atendieran
mejor. De modo que volvía solo. A la media hora de vuelo se
levantó para ir al baño y cuando regresaba a su sitio
tuvo la impresión de ser mirado pero él no miró.
Simplemente se sentó y reinició la lectura de Agatha
Christie, que le proponía un enigma afilado, bienhumorado y
sutil como todos los suyos.

De pronto percibió que algo singular estaba ocurriendo. En el
respaldo que estaba frente a él apareció una mano de
mujer. Era una mano delgada, de dedos largos y finos, con uñas
cuidadas pero sin color. Una mano expresiva, o quizá que
expresaba algo, pero qué. A los dos o tres minutos hizo
irrupción la otra mano, que era complementaria pero no igual.
Cada mano tenía su carácter, aunque sin duda
compartían una inquietante identidad. Benja no pudo continuar su
lectura. Adiós enigma y adiós Agatha. Las manos se
movían con sobriedad, se rozaban a veces. Él
imaginó que lo llamaban sin llamarlo, que le contaban una
historia, que le ofrecían respuestas a interrogantes que
aún no había formulado; en fin, que querían ser
asidas. Y lo más preocupante era que él también
quería asirlas, con todos los riesgos que un acto así
podía implicar, verbigracia que la dueña de aquellas
manos llamara inmediatamente a la azafata, o se levantara, enfrentada a
su descaro, y le propinara una espléndida bofetada, con toda la
vergüenza, adicional y pública, que semejante castigo
podía provocar. Hasta llegó a concebir, como un destello,
un título, a sólo dos columnas (porque era número
ocho, pero sólo de un Club Chico): conocido futbolista uruguayo
abofeteado en pleno vuelo por dama que se defiende de agresión
******.

Y sin embargo las manos hablaban. Sutiles, seductoras,
finísimas, dialogaban uña a uña, yema a yema, como
creando una espera, construyendo una expectativa. Y cuando fue ordenado
el ajuste de los cinturones de seguridad, desaparecieron para cumplir
la orden, pero de inmediato volvieron a poblar el respaldo y con ello a
convocar la ansiedad del número ocho, que por fin decidió
jugarse el todo por el todo y asumir el riesgo del ridículo, el
escándalo y el titular a dos columnas que acabaran con su
carrera deportiva. De modo que, tomada la difícil
decisión y tras ajustarse también él el
cinturón, avanzó su propia mano hacia los dedos
cautivantes, que en aquel preciso momento estaban juntos. Notó
un leve temblor, pero las manos no se replegaron. La suya
prolongó aquel extraño contacto por unos segundos, luego
se retiró. Sólo entonces las otras manos desaparecieron,
pero no pasó nada. No hubo llamada a la azafata ni bofetada.
Él respiró y quedó a la espera. Cuando el
avión comenzaba el descenso, una de las manos apareció de
nuevo y traía un papel, más bien un papelito, doblado en
dos. Benja lo recogió y lo abrió lentamente. Conteniendo
la respiración, leyó: 912437.

Se sintió eufórico, casi como cuando hacía un gol
sobre la hora y la hinchada del barrio vitoreaba su nombre y él
alzaba discretamente un brazo, nada más que para comunicar que
recibía y apreciaba aquel apoyo colectivo, aquel afecto, pero
los compañeros sabían que a él no le gustaba toda
esa parafernalia de abrazos, besos y palmaditas en el trasero, algo que
se había vuelto habitual en todas las canchas del mundo.
Así que cuando metía un gol sólo le tocaban un
brazo o le hacían desde lejos un gesto solidario. Pero ahora,
con aquel prometedor 912437 en el bolsillo, descendió del
avión como de un podio olímpico y diez minutos
después pudo mirar discretamente hacia la dueña de las
manos, que en ese instante abría su valija frente al funcionario
aduanero, y Benja comprobó que el rostro no desmerecía la
belleza y la seducción de las manos que lo habían enamorado.
Benja y Martín se encontraron como siempre en la pizzería
del sordo Bellini. Desde que ambos integraran el cuadrito juvenil de La
Estrella habían cultivado una amistad a prueba de balas y
también de codazos y zancadillas. Benja jugaba entonces de
zaguero y sin embargo había terminado en número ocho.
Martín, que en la adolescencia fuera puntero derecho, más
tarde (a raíz de una sustitución de emergencia, tras
lesiones sucesivas y en el mismo partido del golero titular y del
suplente) se había afincado y afirmado en el arco y hoy era uno
de los guardametas más cotizados y confiables de Primera A.

El sordo Bellini disfrutaba plenamente con la presencia de los dos
futbolistas. Él, que normalmente no atendía las mesas
sino que se instalaba en la caja con su gorra de capitán de
barco, cuando Martín y Benja aparecían, solos o
acompañados, de inmediato se arrimaba solícito a dejarles
el menú, a recoger los pedidos, a recomendarles tal o cual plato
y sobre todo a comentar las jugadas más notables o más
polémicas del último domingo.

Era algo así como el fan particular de Benja y Martín y
su caballito de batalla era hacerles bromas c
gabriela arias Apr 2019
.es que no importa cuanto la beses a ella,
seguirás pensando en mi.
.es que mientras más intentes olvidarme,
más me recordarás.
.es que no me se me disuelve con alcohol,
ni se borran mis trazos de la piel.
.es que por mi culpa mueras sin saber,
que es son los escalofríos a primer contacto.
.es que tal vez no vuelvas a experimentar,
los pelos de *****.
.es que te malcrié con tantas caricias,
y ahora no sabes qué hacer.
.es que aunque mis manos son pequeñas,
te hacían reaccionar.
.es que no habías conocido un amor tan delicado,
y no encontrarás otro corazón tan tierno.
tan fuerte.
.es que yo te quise,
cuando el problema lo tenías tú.

el problema conmigo,
es que yo soy la solución al problema que tienes tú.
y me perdiste.
en español, por favor.
Lesly Valle May 2015
Hacia mucho calor dentro de la casa de mi abuela. Habían casi 20 personas en la casita pequeña de ella. Recuerdo salir a fuera para tomar un poco de aire mientras me sentaba en las gradas para relajarme, viendo pasar a las personas. Quería ver las estrellas pero casi no se veían..Sólo logre ver algunas dos o tres estrellitas.

En un poste que estaba al frente de mi había una foto de una mujer. Solo al verla a ella me daba miedo. Me daba escalofrío al ver sus ojos, tan..negros. Su pelo *****. Labios pintados de rojo oscuro. No sabía si regresar adentro o quedarme. Lo pense, pero al fin me quedé.


Al los 10 minutos mi tío que en ese tiempo tenía la misma edad mía salió afuera para darme compania.  Platacamos sobre nuestra vida. Nuestros logros. Nuestros deseos de seguir adelante en la vida etc me contó lo que le molestaba..expreso sus pensamientos. Supe que me tuvo gran confianza cuando empezó a llorar y me apapacho tan fuerte..mi tío es un muchacho musculoso, no le gusta demostrar sus sentimientos hacia nadie. Ni a sus propios primos.

Después que el término de platicar ambos nos quedamos callados. Despues vi un buo blanco que bolaba arriba del techo de un muchacho que había conocido. Mi tío me dijo, "Dicen que si uno ve un buo es porque alguien se va morir." No le respondí, porque no creo en dichos. Ese buo blanco se quedo ahí toda la noche.

El siguente día empaque mis maletas porque ya era tiempo de irme de regreso hacia los estados unidos. No quise irme porque extrañaba a mi familia tanto, mi abuelita y mi casita..estaba en casa y ahora me tocaba regresar a un país que no era mío.


Al llegar a los Estados Unidos desempaque mis maletas. Todo muy bien. Días despues, mi prima me había contado que el muchacho que había conocido había fallecido. Fue a la tienda a comprar comida y le dispararon 2 veces.  Empezar a recordar el dicho del buo. Se que algunos no crearán y algunos tal vez sí. No diré que soy creyente..no se si fue solo coincidencia pero que paso paso..

Han pasado 4 años,  y aun sigo pensando en esa noche. Qué extraño..
It was hot inside of my grandmother's house. There was at least 20 people in that small house of hers.I remember walking outside to take a fresh breath of air and I sat on the stairs to relax, watching people walk by. I wanted to see the stars but I could hardly see them. I only could see a few.

In a post in front of me there was a foto of a woman. Just seeing her eyes gave me cold chills, they were..completly black. Her black hair. Her dark red lips. I wasn't sure if I should go back inside or not. I thought about it, but in the end I decided to stay.

After 10 minutes my uncle who at the time was the aame age as me walked outside to give me some company. We talked about our life. Our goals. And our desire to be something in life. He expressed to me what was bothering him..he expressed his thoughts.  I knew than that he had great trust in me when he began to cry and huge me so hard. My uncle is a young man who is muscular and hides his feelings from people. Especially his own cousins.

After he finished talking we both stayed quiet for a bit. Than I saw a white owl that flew around he house of a boy I had met. My uncle said, "They say that if you see an owl it's because someone is going to die." I didn't respond. Because I don't believe in sayings. That white owl stood there all night.

The next day I packed up my bags because it was time for me to go back to USA. I didn't want leave because I missed my family so much all ready, my grandmother and my house. I was at he and I had to go back to a country that was not mine.

Arriving in USA, I unpacked my bags. Everything was good.  Days later, my cousin notifies me that the boy that I had met died. He went to the store to buy food and got shot 2 times.  I than started to remember that old saying. I know that some might not believe and maybe some will. I'm not saying I'm a believer..I'm not sure if it was just a coincidence, but that it happened it happened.

4 years have passed and I still continue to think about that night. So strange..
Jim Bob Jul 2014
I'm from where the gold and diamonds are ripped from the earth
right next to the slave castles where the water is cursed
from where police brutality's not half as nice
It makes the hood in America look like paradise
compared to the AIDS-infested Caribbean slum
African streets where the passport's an a American gun
from where they massacre people and try to keep it quiet
and spend the next 25 years tryin' to deny it
I'm from where they cut your hands off if you make a fist
and ****** grow coca cause the job market doesn't exist
except slave labor modern day company store
and peace keeper's don't ever ever ever come here no more
from where the bombs that they used to drop on Vietnam
**** us children born deformed eight months before they born
I'm from where they lost the true meaning of the Qur'an
'cause ****** is not compatible with Islam
And ****** know that, but grow that poppy seed anyway
'cause that food drop parachute does not come everyday
I'm from where people pray to the gods of their conquerors
and practically every president's a money launderer
From the only place democracy is acceptable
Is if America candidate is electable
And they might even have a black president, but he's useless
'Cause he does not control the economy stupid!

[Chorus]
Lock and load your gun, where I'm from: the Third World son
Been to many places but I'm Third World-born
Guerrillas hit and run where I'm from: the Third World son
You polluted everything, and now the Third World's gone
The waters poisoned where I'm from son: the Third World son
Seven hundred children die by the end 'this song
Revolution'll come, where I'm from: the Third World son
Constant occupation, leaves the Third World torn

[Immortal Technique]
I'm from where the catholic church is some racist ****
They helped Europe and America **** this *****
They pray to white Spaniard Jesus, who's face is this
But never talk about the black Pope Gelasius
I'm from where soviet weapons still decide elections
Military is like the mafia: you pay for protection
kinda like *** toys, is what the country sells
And rich white businessmen make the best clientele
I'm from where they too ***** to come film Survivor
And they ****** Coca-Cola union organizers
I'm from where the justice system esta podrido
**** government ****** politic over perico
Rebelde conocido, enterado vivo, como otro argentino desparecido
cause Rico laws don't apply to the CIA
and mother ******* make sneakers for a quarter a day
I'm from where they overthrow democratic leaders
not for the people but for the Wall Street Journal readers
from where blacks, indigenous peoples and Asians were once
slaves of the Caucasians and it's amazing how they trained them
to be racist against themselves in a place they were raised in
and you kept us caged in
destroyed our culture and said that you civilized us
***** our woman and when we were born you despised us
gentrified us, agent provocateurs divide us
and crucified every revolutionary messiah
so I'ma start a global riot
that not even your fake
anti-communist dictators can keep quiet
**** your charity medicine, try to ****** me
the immunizations you gave us were full of mercury
so now I see the Third World like the rap game soldier
nationalize the industry and take it over!
This is not my song, just thought it'd be a good thing to post since most people don't even know who Technique is.
Después de haber comido entrambos doce nécoras,
alguien dijo a Pilatos:
                               -¿Y qué hacemos ahora?
Él vaciló un instante y respondía
(educado, distante, indiferente):
-Chico, tú haz lo que quieras.
                                    Yo me lavo las manos.
Levantóse Gerineldo,   que al rey dejara dormido,
fuese para la infanta   donde estaba en el castillo.
-Abráisme, dijo, señora,   abráisme, cuerpo garrido.
-¿Quién sois vos, el caballero,   que llamáis a mi postigo?
-Gerineldo soy, señora,   vuestro tan querido amigo.
Tomárala por la mano,   en un lecho la ha metido,
y besando y abrazando   Gerineldo se ha dormido.
Recordado había el rey   de un sueño despavorido;
tres veces lo había llamado,   ninguna le ha respondido.
-Gerineldo, Gerinaldo,   mi camarero pulido;
si me andas en traición,   trátasme como a enemigo.
O dormías con la infanta   o me has vendido el castillo.
Tomó la espada en la mano,   en gran saña va encendido,
fuérase para la cama   donde a Gerineldo vido.
El quisiéralo matar,   mas criole de chiquito.
Sacara luego la espada,   entrambos la ha metido,
porque desque recordase   viese cómo era sentido.
Recordado había la infanta   y la espada ha conocido.
-Recordados, Gerineldo,   que ya érades sentido,
que la espada de mi padre   yo me la he bien conocido.
Quizá nunca supe mucho al respecto.
Sólo sabía sentir, y era el sentir más genuino y puro que yo hubiera conocido. No sabía nada, tan solo un instinto que me llamaba a adentrarme en aquel desconocido mundo lleno de aquellas inefables sensaciones que no comprendo del todo.
Una locura, fue. Lo sé, y quizá lo supe siempre, pero ya no vale decir más. Loco fue ese sentimiento, que me hacía pensar noche y día en ti. Ese sentimiento que hizo que quisiera defenderte a toda costa de cualquier daño que pudiera hacerte el mundo en tu existencia, a pesar de ser siempre yo quien necesitara una mano para salir de un hoyo interminable que me arrastraba de vez en cuando. Un sentir, que se sentía rapidísimo cuando estabas cerca, y lento e interminable cuando estabas ausente. El tiempo se detenía entre abrazos y canciones, pero eso, eso era solo en mi mente. Me perdía en el sonido de tus palabras para no saber de mí jamás... Pobre ingenuidad... Tenías otros planes...

Te fuiste, aparentándo que nada jamás te importó. Mandándome a mí o a mi madre a lugares a los que no se mandan ni a los enemigos, y te alejaste a tope. Todo por una palabra. Una simple palabra.
Me dijiste tantas cosas sin un solo insulto, que terminé por casi volver a hacer la misma estupidez de antaño, cuando la gente ya no quiere nada que ver con su existencia.

Y día a día, indirectamente, me hacías sentir culpable. ¿Sabes qué hizo esta idiota? Alegrarse cuando te veía sonreir, sonreir de verdad. Quizá era el único consuelo, para el unico sentimiento perdido que había sido verdaderamente real en una corta y monótona existencia.
Un día de esos en los que realmente no soy yo, te tuve frente a frente, pero las palabras no salieron. Hice lo que pude para no llorar, ni correr hacia ti, porque no sabía qué mas hacer. Lo único que sabía era que eso no iba a pasar. Que ya nada iba a pasar.

Luego sucedió. Me sacaste de quicio. Esa llamada. Esa persona desconocida, esas palabras, y tu risita en el fondo. ¿Qué tan mal tengo que estar para alimentar esa macabra sonrisa tuya? A veces me pregunto si era en serio aquella vez que me dijiste que eras un demonio. Conociste mi enfado ese día, pero de lejitos. No iba a hacerte daño, no soy como tú.

Y al final, te apareces, diciendo estar preocupado, con un montón de cosas que reiteradamente me dijiste que olvidara. Buscándome por todos lados. Te pregunté ¿Por qué lo hiciste?

Obtuve tu silencio.

Hoy hay otro sentimiento, el mismo que cuando te alejaste. Pero este si lo puedo expresar...

Siento un vacío profundo
Un vacío infinito.
No se llena de nada
esta cada vez mas vacío
como un hada
sin alas
sin mundo
al mar de lo desconocido
Se adentra,
lo que venga
Estoy lista
Dejé atrás todo sentir
Porque tengo miedo
a sentir lo mismo.
Nicole Apr 2015
Dicen que la vida es corta, pero depende de tu perspectiva de vista.
Unos viven la vida ajetreados, agonizando por querer que todo sea completado en un lapso de tiempo. Otros, simplemente dejan que los minutos pasen, viven cada momento de acuerdo a su reloj anatómico, sin prisa alguna. Yo creo que todos debemos tener una lista, sí, una lista de aquellas cosas que te gustarían hacer, clasificadas por las "posibles" y por las que "parecen ser imposibles". Aclaro, nada es imposible... Solo hay que trabajar más duro para alcanzarlas. Muchos, andan creando una vida según sus ideales, pretendiendo que será perfecta, pero nada lo es. Viven encerrados en una burbuja necesitada de una pequeña grieta, sí, una grieta que comenzará a marcar el futuro que los espera en el mundo real una vez su encerrona culmine.Nada es perfecto, eso hay que tenerlo en mente. Habrán días gozosos, llenos de sucesos inesperadamente increíbles, días en los que todo te habrá salido tal y como lo esperabas, le sonreirás hasta al anciano que ves en el estacionamiento, o al niño que está sosteniendo la mano de su madre, cantarás tu canción favorita y bailarás sin cesar.. y lo mencionarás como "El mejor día de tu vida." ¿Quién no ha hecho eso? Sin embargo, habrán otros días en los que sientes que tu cielo se torna gris, pasas por alguna desepción, te sientes mal humarado, tu familia o colegas no te entienden, todo te sale mal, sientes el deseo de gritar, pero te niegas, a veces utilizas el término "desearía desaparecer en estos momentos"... A ese, a ese día lo llamarás de la manera más espeluznante que se te ocurra en el instante, solo para refutar y acentuar lo mucho que lo odiaste. Ahora, pienso yo, ¿por qué a ese día no lo llamas "el mejor de tu vida", al igual que aquellos que parecen haber estado moldeados por ángeles divinos? Piénsalo, ese pudo haber sido "el mejor día de tu vida", pero no te diste la tarea a creerlo. Te encerraste en el hecho de que sentías que todo recaía sobre ti y no te sentaste un momento a pensar que "todo pasa por una razón", como recita el conocido dicho. De eso que te quejas, de esos días tan repugnantes, es cuando más uno aprende. ¿Qué tendría la vida de divertida si todo nos sale "perfecto"? Sea larga o sea corta, hay que aprender a desearla, tanto como esos que no saben si en cualquier segundo pasan a morar. Selecciona cuál es la mejor opción para ti, no para los demás. Ante nubes grises y estruendosas lluvias, resalta un arcoiris que te da esperanza y te enseña que cada día es una nueva oportunidad para alcanzar aquello que hayas anotado en tu lista, sea larga o sea corta, te haya ido bien en el día o "no". Para de quejarte;  comienza a disfrutar y a aprender de todos los ángulos y verás que, al final, cuando las generaciones hayan crecido, tendrás la dicha de contarlo y mencionarlo como uno de *"Los mejores días de mi vida"
carmel Dec 2020
Existe una melancolía hermosa y dolorosa en la idea de lo que pudo ser y no fue, en esos hubieras sueños perdidos en el aire, dulce espacio de la imaginación de vidas alternativas y metas truncadas.
2020 No te voy a poder olvidar
llegaste a crear espacios en mi, vacíos que me hicieron ver mi oscuridad
llegaste a encerrarme en mi en mi mente, en mis demonios, me diste espejos de amor y espejos de dolor, me entregaste a los maestros correctos en los momentos indicados.
me recordaste que en el pasado existe la puerta de mi infancia, mi refugio un lugar en honor al buen trabajo de mis papas, mis hermanos, mi familia.
2020 llegaste a romperme como hace tiempo no me rompia la vida, llegaste a abrirme para derramar agradecimiento

2020 me enseñaste a soltar expectativas de un futuro, a fluir y ver cada día como una nueva aventura, a agradecer esta broma de la vida con respeto y con risas surfeando el sufrimiento.
este año llegó a enseñArme a tener amor propio y cuidarme, a conocer mis límites y reconocer mis demonios ponerles nombre sentarme a solas con ellos a tomar té, a veces vino, a veces whisky, A decir no me juzgo y no espero nada de ti, no me juzgues que esto es lo que ahi y me ha costado a:os todo lo que ves, todo lo que en mi he construido para mi no para ti ni para  nadie que no llegue a este mundo a llenar las expectativas de nadie a quitar el ego y ser parte de algo más grande, a confiar en mí y el universo, sabes este 2020 es un aprendizaje de saber fluir.

A vomitar mis miedos, llorar mis traumas y pintar mis dolores. A ser un perfecto ser imperfecto, sin esperar más ni menos de mi ni de nadie, a tomar las cosas como son, y no como quisiera que fueran

este año aprendí la diferencia entre un amigo y un conocido, un abrazo a un saludo a distancia, una llamada, este a;o me enseñaste a no tener miedo a estar sola y en soledad gozar el vacío de mi ser, que si suelto mejores cosas llegan y si no llegan al menos me tengo a mi y eso de menos no tiene nada.

Este año aprendí que la paz mental, que el centro interior no se deja por nada ni por nadie, aprendi una leccion que no voy a olvidar, prefiero vivir en armonía sin estar despertando mis heridas y gozando aunque no todo este como “ debería de ser”

Aprendí a valorar la fragilidad de tocar la mano de un extra:o, toser en publico, compartir una cerveza, escuchar una multitud, ir a un concierto, besarme con extraños, hacer nuevos amigos, bailar en la multitud, ver a los ancianos sin miedo a enfermarnos

2020 has sido extrañamente uno de los años de más sanacion, quien diría que ocupaba una pandemia mundial para perderme y volverme a encontrar
Coolgray Oct 2012
¿Cuantos cuentos habrán contado las montañas, las olas, las ramas?
¿Cuanta vida habrá pasado por aquí?
En cientos y miles de años.¿Cuantos han salido igual a ti?

Hoy el viento me gana el aliento
y la densidad del pensamiento,
cede por fin.

La imaginación da su verdadera cara
se encuentra desnuda, aquí parada.
Susurros del mundo me llaman,
invitándome a la vida sin más palabras.
Porque el olvido se marca en nuestra cara:
Arrugas y canas.

He de partir uno de estos días,
he de vivir uno de estos días,
he de sentir uno de estos días.
He de ser feliz.

Las ganas no se apagarán en el tenue olvido
y cuando llegue el momento de saltar,
no habrá testigo de que existimos.
No le debemos a la vida registro
y ella no nos deberá el habernos conocido.
¡Y pensar que pudimos no habernos conocido!
¿No meditas cuán buena nuestra fortuna ha sido
para que al fin estemos uno del otro al lado,
para que seas mía, para ser yo tu amado?

«El uno para el otro nacimos...» Así dices.
Pero ¡qué coincidencias para ser tan felices!
Antes de que en la vida, con un amor profundo,
la suerte unido hubiera tu corazón al mío
-siendo el tiempo tan largo, siendo tan grande el mundo-;
vivimos separados, solos, con hondo hastío…
¡Y pudimos entonces, por capricho del hado,
en el haz de la tierra no habernos encontrado!

¿No has pensado, en el arduo sendero recorrido,
en los peligros graves y azares que ha corrido
nuestra dicha -esa dicha, manantial de ilusiones,
que el mundo entero ahora nos hace ver hermoso-
cuando el uno hacia el otro, con poder misterioso,
gravitaban callados nuestros dos corazones?
¿No sabes que ese viaje no tenía certeza,
el viaje hacia una noche por mí no presentida,
de que un capricho apenas o un dolor de cabeza
han podido apartarnos para siempre en la vida?

Nunca te había dicho, ¡cosa muy rara!, que
cuando por vez primera te vi, no me fijé
en que eras tú bonita; lo digo francamente:
te miré aquella noche con aire indiferente.
Con su risa, tu amiga mi tedio distraía;
fue más tarde cuando ambos cruzamos la mirada,
y si algo sentí entonces que hacia ti me atraía,
tú no lo comprendiste… Mas no me atreví a nada.

Si esa noche tu madre te hubiera conducido
más temprano a su casa, ¿qué habría sucedido?
¿Y si el rubor no hubiera de pronto, cuando el manto
te coloqué en los hombros, a tu rostro subido?
Porque ésa fue la causa de todo lo ocurrido.
Aquella noche, aquélla de inolvidable encanto,
un retardo cualquiera, cualquier inconveniente
que en ese viaje hubiera surgido de repente,
esta embriaguez de ahora ninguno sentiría,
ni este placer sin nombre que absorbe nuestra mente.
En mi alma, que es otra, tu amor no existiría,
¡y tu vida, en mi vida nada… nada sería!
Corazoncito mío, que me apartas lo triste
de la vida, y alegras con luz mi porvenir…
Pienso en aquellos días cuando enferma estuviste
y creíamos todos que te ibas a morir.
Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul; 
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul;
-«Navega velero mío,
 sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza,
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
 »Veinte presas
hemos hecho
a despecho,
del inglés,

»y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

»Qué es mi barco: mi tesoro,
qué es mi dios: la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
»Allá muevan feroz guerra
 ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
 »Y no hay playa
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,

»que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.

»Qué es mi barco: mi tesoro,
qué es mi dios: la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
»A la voz de ¡barco viene!
 es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
 »En las presas
yo divido
lo cogido
por igual:

»sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

»Qué es mi barco: mi tesoro,
qué es mi dios: la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
»¡Sentenciado estoy a muerte!;
 yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena
quizá en su propio navío.
 »Y si caigo
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,

»cuando el yugo
de un esclavo
como un bravo
sacudí.

»Qué es mi barco: mi tesoro,
qué es mi dios: la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
»Son mi música mejor
 aquilones
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del ***** mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
 »Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,

»yo me duermo
sosegado
arrullado
por el mar.

»Qué es mi barco: mi tesoro,
qué es mi dios: la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar».
 José de Espronceda, 1840
I
Voluntario de España, miliciano
de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazón,
cuando marcha a matar con su agonía
mundial, no sé verdaderamente
qué hacer, dónde ponerme; corro, escribo, aplaudo,
lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo
a mi pecho que acabe, al que bien, que venga,
y quiero desgraciarme;
descúbrome la frente impersonal hasta tocar
el vaso de la sangre, me detengo,
detienen mi tamaño esas famosas caídas de arquitecto
con las que se honra el animal que me honra;
refluyen mis instintos a sus sogas,
humea ante mi tumba la alegría
y, otra vez, sin saber qué hacer, sin nada, déjame,
desde mi piedra en blanco, déjame,
solo,
cuadrumano, más acá, mucho más lejos,
al no caber entre mis manos tu largo rato extático,
quiebro con tu rapidez de doble filo
mi pequeñez en traje de grandeza!

Un día diurno, claro, atento, fértil
¡oh bienio, el de los lóbregos semestres suplicantes,
por el que iba la pólvora mordiéndose los codos!
¡oh dura pena y más duros pedernales!
!oh frenos los tascados por el pueblo!
Un día prendió el pueblo su fósforo cautivo,
oró de cólera
y soberanamente pleno, circular,
cerró su natalicio con manos electivas;
arrastraban candado ya los déspotas
y en el candado, sus bacterias muertas...

¿Batallas? ¡No! Pasiones. Y pasiones precedidas
de dolores con rejas de esperanzas,
de dolores de pueblos con esperanzas de hombres!
¡Muerte y pasión de paz, las populares!
¡Muerte y pasión guerreras entre olivos,
entendámonos!
Tal en tu aliento cambian de agujas atmosféricas los vientos
y de llave las tumbas en tu pecho,
tu frontal elevándose a primera potencia de martirio.

El mundo exclama: «¡Cosas de españoles!» Y es verdad.
Consideremos,
durante una balanza, a quemarropa,
a Calderón, dormido sobre la cola de un anfibio muerto
o a Cervantes, diciendo: «Mi reino es de este mundo, pero
también del otro»: ¡***** y filo en dos papeles!
Contemplemos a Goya, de hinojos y rezando ante un espejo,
a Coll, el paladín en cuyo asalto cartesiano
tuvo un sudor de nube el paso llano
o a Quevedo, ese abuelo instantáneo de los dinamiteros
o a Cajal, devorado por su pequeño infinito, o todavía
a Teresa, mujer que muere porque no muere
o a Lina Odena, en pugna en más de un punto con Teresa...
(Todo acto o voz genial viene del pueblo
y va hacia él, de frente o transmitidos
por incesantes briznas, por el humo rosado
de amargas contraseñas sin fortuna)
Así tu criatura, miliciano, así tu exangüe criatura,
agitada por una piedra inmóvil,
se sacrifica, apártase,
decae para arriba y por su llama incombustible sube,
sube hasta los débiles,
distribuyendo españas a los toros,
toros a las palomas...

Proletario que mueres de universo, ¡en qué frenética armonía
acabará tu grandeza, tu miseria, tu vorágine impelente,
tu violencia metódica, tu caos teórico y práctico,
tu gana
dantesca, españolísima, de amar, aunque sea a traición,
a tu enemigo!
¡Liberador ceñido de grilletes,
sin cuyo esfuerzo hasta hoy continuaría sin asas la extensión,
vagarían acéfalos los clavos,
antiguo, lento, colorado, el día,
nuestros amados cascos, insepultos!
¡Campesino caído con tu verde follaje por el hombre,
con la inflexión social de tu meñique,
con tu buey que se queda, con tu física,
también con tu palabra atada a un palo
y tu cielo arrendado
y con la arcilla inserta en tu cansancio
y la que estaba en tu uña, caminando!
¡Constructores
agrícolas, civiles y guerreros,
de la activa, hormigueante eternidad: estaba escrito
que vosotros haríais la luz, entornando
con la muerte vuestros ojos;
que, a la caída cruel de vuestras bocas,
vendrá en siete bandejas la abundancia, todo
en el mundo será de oro súbito
y el oro,
fabulosos mendigos de vuestra propia secreción de sangre,
y el oro mismo será entonces de oro!

¡Se amarán todos los hombres
y comerán tomados de las puntas de vuestros pañuelos tristes
y beberán en nombre
de vuestras gargantas infaustas!
Descansarán andando al pie de esta carrera,
sollozarán pensando en vuestras órbitas, venturosos
serán y al son
de vuestro atroz retorno, florecido, innato,
ajustarán mañana sus quehaceres, sus figuras soñadas y cantadas!
¡Unos mismos zapatos irán bien al que asciende

sin vías a su cuerpo
y al que baja hasta la forma de su alma!
¡Entrelazándose hablarán los mudos, los tullidos andarán!
¡Verán, ya de regreso, los ciegos
y palpitando escucharán los sordos!
¡Sabrán los ignorantes, ignorarán los sabios!
¡Serán dados los besos que no pudisteis dar!
¡Sólo la muerte morirá! ¡La hormiga
traerá pedacitos de pan al elefante encadenado
a su brutal delicadeza; volverán
los niños abortados a nacer perfectos, espaciales
y trabajarán todos los hombres,
engendrarán todos los hombres,
comprenderán todos los hombres!

¡Obrero, salvador, redentor nuestro,
perdónanos, hermano, nuestras deudas!
Como dice un tambor al redoblar, en sus adagios:
qué jamás tan efímero, tu espalda!
qué siempre tan cambiante, tu perfil!

¡Voluntario italiano, entre cuyos animales de batalla
un león abisinio va cojeando!
¡Voluntario soviético, marchando a la cabeza de tu pecho universal!
¡Voluntarios del sur, del norte, del oriente
y tú, el occidental, cerrando el canto fúnebre del alba!
¡Soldado conocido, cuyo nombre
desfila en el sonido de un abrazo!
¡Combatiente que la tierra criara, armándote
de polvo,
calzándote de imanes positivos,
vigentes tus creencias personales,
distinto de carácter, íntima tu férula,
el cutis inmediato,
andándote tu idioma por los hombros
y el alma coronada de guijarros!

¡Voluntario fajado de tu zona fría,
templada o tórrida,
héroes a la redonda,
víctima en columna de vencedores:
en España, en Madrid, están llamando
a matar, voluntarios de la vida!

¡Porque en España matan, otros matan
al niño, a su juguete que se para,
a la madre Rosenda esplendorosa,
al viejo Adán que hablaba en alta voz con su caballo
y al perro que dormía en la escalera.
Matan al libro, tiran a sus verbos auxiliares,
a su indefensa página primera!
Matan el caso exacto de la estatua,
al sabio, a su bastón, a su colega,
al barbero de al lado -me cortó posiblemente,
pero buen hombre y, luego, infortunado;
al mendigo que ayer cantaba enfrente,
a la enfermera que hoy pasó llorando,
al sacerdote a cuestas con la altura tenaz de sus rodillas...

¡Voluntarios,
por la vida, por los buenos, matad
a la muerte, matad a los malos!
¡Hacedlo por la libertad de todos,
del explotado, del explotador,
por la paz indolora -la sospecho
cuando duermo al pie de mi frente
y más cuando circulo dando voces-
y hacedlo, voy diciendo,
por el analfabeto a quien escribo,
por el genio descalzo y su cordero,
por los camaradas caídos,
sus cenizas abrazadas al cadáver de un camino!

Para que vosotros,
voluntarios de España y del mundo, vinierais,
soñé que era yo bueno, y era para ver
vuestra sangre, voluntarios...
De esto hace mucho pecho, muchas ansias,
muchos camellos en edad de orar.
Marcha hoy de vuestra parte el bien ardiendo,
os siguen con cariño los reptiles de pestaña inmanente
y, a dos pasos, a uno,
la dirección del agua que corre a ver su límite antes que arda.
Diana R Jan 2016
January 7th, 2016. 10:29 p.m.

  Qué fregaderas te trae el destino, ¿no?
  ¿Por qué cuando todo está perfecto?, ¿por qué cuando tienes el universo entero frente a ti?, ¿por qué cuando sabes que ya nada en el mundo puede estar mal... él se va?
   Las situaciones son unas bastardas, ¿ah? Los momentos que vives son mágicos. Aún sabiendo que esa persona no tiene ningún poder sobrenatural ni nada por el estilo. Pero, ¿qué mejor poder que el lograr hacerte feliz? Nadie en su sano juicio lograría algo como tal. Lograr que todo tu corazón se coloreé de viveza, de felicidad. Que en toda tu vida se esparza la esperanza, el amor. Que tu mente solo se llene de él. De su carisma, de su ternura. Que tu cuerpo se llene de la ligereza de su tacto, de la fuerza tan magnifica que este tiene. De todo el mar de sensaciones que provoca dentro tuyo con solo ese roce. Pero él, él lo logró. Él logró eso y mucho más dentro tuyo.
    Y ¿de qué sirve todo eso al final?, ¿de qué rayos sirve?, se de todos modos... él se iría. Si de todos modos él te dejaría ahí. Arriba en ese cielo, y te dejaría volver sola, aún cuando sabe que no tienes alas, que él era tus alas. Pero te deja, se hace a un lado y continúa su largo viaje solo. Y a ti, joven ave sin rumbo, no te permite decir nada antes de descender. A la Tierra. La Tierra que se convierte en el vacío. En tú vacío. Un lugar rodeado de gente que no llenará la sensación de ahogo que sientes porque él ya no está. Porque te hace falta él, su compañía. ¿Por qué? Para que al final, simplemente te des cuenta o quieras creer, quieras inventar dentro de ti, que siempre estuviste envuelta en este vacío, es solo que no lo sentías así, porque él estaba al lado tuyo. Te sentías volar solo porque tomaba tu mano y se aferraba fuerte al presente y a un futuro que forjaban juntos. Te sentías volar solo porque el sabor de sus labios provocaba en tu interior las ganas inmensas de no separar tu boca de la suya jamás. Te sentías volar, porque con sus brazos siendo tu cobijo, provocaba esa sensación de protección que nunca habías conocido. Esa sensación de sanación a tu alma, a tu corazón.  Por eso sentías que volabas. Que no existía nadie más en ese cielo, en ese lugar, nadie más que tú y él. Juntos. Tomados de la mano. Con sus almas aferradas a ese fantástico amor. Pero entonces, él te soltó y nada, nada volvió a ser como antes...
Entre las ondas azules
Del bello Mediterráneo,
En el Golfo de Trieste
Surgiendo entre los peñascos,
Hay un alcázar que ostenta
Con gran arte entrelazados
En muros y minaretes
Lo gótico y lo cristiano.
Parece visto de lejos
Airoso cisne de mármol,
Que extiende las blancas alas
Entre dos abismos claros,
El del mar siempre sereno
Y el del cielo siempre diáfano.

Ese alcázar tan hermoso
En tiempos no muy lejanos,
Por mirar tanto las olas
De Miramar le llamaron,
Y en él vivieron felices
Dos príncipes de alto rango,
Dos seres de regia estirpe:
Carlota y Maximiliano.

En una tarde serena,
Al bello alcázar llegaron
Con una rara embajada
Varios próceres extraños;
Penetran a los salones
Y al noble príncipe hablando,
En nombre de un pueblo entero
(Que no les dio tal encargo)
Le ofrecieron la corona
Del Imperio Mejicano.

El Príncipe quedó absorto,
Para responder dio un plazo;
Soñó en pompas, en honores,
En fama, en poder, en lauros
Y al despertar de aquel sueño,
Al volver de tal encanto,
A su joven compañera
Le fue a consultar el caso.
«Acepta -dijo Carlota-,
Eres grande, noble y apto,
Y de este alcázar a un trono
Tan solamente hay un paso».

No corrida una semana,
El Príncipe meditando
En las difíciles luchas
De los grandes dignatarios,
Miraba tras los cristales
De su espléndido palacio
Enfurecerse las olas,
Rojo surgir el relámpago,
Y con bramidos horribles
Rugir los vientos airados.

De pronto, un ujier le anuncia
Que un extranjero, ya anciano,
Hablarle solicitaba
Con urgencia y en el acto.
Sorprendido el Archiduque
Dijo al ujier: «Dadle paso»;
Y penetró en los salones
Aquel importuno extraño,
De tez rugosa y enjuta,
De barba y cabello cano.

En frente del Archiduque
Dijo con acento franco:
«Vengo, señor, para veros
Desde un pueblo muy lejano,
Desde un pueblo cuyo nombre
Jamás habréis escuchado;
Yo nací en Aguascalientes,
En el suelo mejicano,
Serví a don Benito Juárez
De quien ya os habrán hablado,
Le serví como Ministro,
Soy su firme partidario,
Y mientras aquí os engañan,
Yo vengo a desengañaros;
No aceptéis, señor, un trono
Que tiene cimientos falsos,
Ni os ciñáis una corona
Que Napoleón ha labrado.
No quiere Méjico reyes,
El pueblo es republicano
Y si llegáis a mi patria
Y os riegan palmas y lauros,
Sabed que tras esas pompas
Y esos mentidos halagos
Pueden estar escondidos
El deshonor y el cadalso».

Oyendo aquestas palabras
Dichas por aquel anciano,
A tiempo que por los aires
Cruzó veloz un relámpago,
Tiñendo en color de sangre
La inmensidad del espacio,
Sin dar respuesta ninguna
Quedóse Maximiliano
Rígido, lívido, mudo,
Como una estatua de mármol.

Corrió inexorable el tiempo,
huyeron breves los años
Y en una noche de junio
Triste, sombrío, ensimismado,
En vísperas de la muerte
El Archiduque germano
En su celda de Querétaro
Y en sus desgracias pensando,
Así dijo conmovido
A uno de los abogados
Que tueron a despedirse
En momentos tan aciagos:
«Todo lo que hoy me sucede
A tiempo me lo anunciaron;
Un profeta he conocido
Que sin doblez, sin engaño,
Me auguró que en esta tierra
A donde vine cegado,
El pueblo no quiere reyes
Ni gobernantes extraños,
Y que si lauros y palmas
Se me regaban al paso
Tras ellos encontraría
El deshonor y el cadalso».
-¿Quién ha sido ese profeta?
Al Príncipe preguntaron:
«Era un ministro de Juárez
Sincero, patriota, honrado,
Don Jesús Terán, que ha muerto
En su hacienda hará dos años
¡Ah! ¡Si yo le hubiera oído!
iSi yo le hubiera hecho caso!
¡Hoy estuviera en mi alcázar
Con los seres más amados,
Y no contara los horas
Para subir al cadalso!!»
Fa Be O Jan 2013
te había querido antes,
y mas de una vez así;
te había conocido ya
tus gestos, tu respiración;
te había aprendido
tus labios, tus manos;
te había sentido
tu piel ardiente,
tu necesidad mojada....
y sin embargo ahora
no te reconocí.
era la misma piel,
y no lo era;
era tu misma lengua,
y no era igual;
era tu mismo cuerpo,
pero era diferente:
tus caricias alcanzaban,
esta vez,
lo que antes no podían
de mi;
tus manos hacían temblar
las partes de mi que
nunca habías tocado,
no, no,
escúchame:
pensábamos que ya habíamos
explorado todo y no,
esta vez tocaste mas allá,
mucho mas allá,
de mi cuerpo;
esta vez
llegaste a mi.
Parecíamos los dos
los mismos,
pero esta vez,
te quise
por que me quisiste,
así sin condición,
así sin pretender.
parecíamos los mismos,
pero algo cambio.
1/10/13
No te conozco
Como quisiera
Extranjera Hermosa,
Pero en mi vida
Como te extraño;
Como un sueño
Que uno acaba de tener
Pero a los minutos se huye
De los pensamientos,
Estos sentimientos
Me queman
A pesar
De ser solo cenizas,
Tu rostro
Me invade
Detrás de las cortinas
De mis ojos,
En noches
Como esta,
Pienso en tu fantasma
Como si fuese
La mismísima sabana
Que me resguarda,
Pienso en ti
Bella extraña,
Y se me hace tan extraño
Que te recuerde
Con tan solo haberte
Conocido unos pocos minutos
Como granos en un desierto
Pero cómo quedan
En los zapatos sin querer…
APAD13 – 114 © okpoet
I do not know you
Like I'd like to
Beatiful foreigner,
But in my life
Oh how I miss you;
Like a dream
That one has just had
But in a few minutes escapes
From your thoughts,
These feelings
Burn me
Even though
They are only ashes,
Your face
Invades me
Behind the curtains
Of my eyes,
In nights like these,
I think of your ghost
As if it were
The very sheets
That embrace me,
I think about you
Gorgeous stranger,
And it seems so strange to me
That I remember you
Having only
Met you just for a few minutes
Like grains of sand in a desert
But; oh how they linger
In your shoes incidentally...
A pesar de la lluvia yo he salido
a tomar un café. Estoy sentado
bajo el toldo tirante y empapado
de este viejo Tortoni conocido.

¡Cuántas veces, oh padre, habrás venido
de tu graves negocios fatigado,
a fumar un habano perfumado
y a jugar el tresillo consabido!

Melancólico, pobre, descubierto,
tu hijo te repite, padre muerto.
Suena la lluvia, núblanse mis ojos,

sale del subterráneo alguna gente,
pregona diarios una voz doliente,
ruedan los grandes autobuses rojos.
Para goces o duelos que sienta España,
Cuando el llanto o la dicha su faz enciende,
Tengo una lira humilde que la acompaña
Y un corazón de hermano que la comprende.

Por eso aquí de nuevo mi voz levanto
Y pido a pobres cuerdas sus armonías;
Ya lo sabéis vosotros, la quiero tanto
Que sus penas intensas las hago mías.

Yo vi de cerca todo lo que se encierra
De noblezas hidalgas en su recinto;
Sentí el sol de la Historia sobre esa tierra
Que vio el sol sin ocaso de Carlos Quinto.

Si allí buscáis leyendas encantadoras
Soñaréis que os arrullan notas lejanas,
De rabeles cristianos y guzlas moras
Bajo los minaretes de las Sultanas.

Soñaréis cabe albercas con arrayanes
En cautivas que lloran por sus donceles;
En alquiceles blancos y en yataganes
Sobre la verde cuesta de los Gomeles.

¡Ah! yo he visto la hermosa vega extendida
Que el Genil argentado de flores cuaja
Y soñé en otros tiempos y en otra vida
Mirando los jardines de Lindaraja.

Recogí de Granada los alhelíes
Que un sol de fuego esmalta con luz divina,
Y al cruzar por el campo de los zegríes
Me hablaba de mi patria la golondrina.

España nos recibe con regocijos
Porque colmar supimos su afán profundo,
Siente orgullo de madre que ve a sus hijos
Honrar, ya independientes, el Nuevo Mundo.

En cada leal amigo me dio un hermano
Que hizo suyos mis goces y mir pesares,
¡Porque basta en España ser mejicano
Para encontrar abiertos pechos y hogares!

Allí ninguno alienta rencor ni dolo
Al vernos vivir libres en otra esfera,
Pues saben que ostentamos de polo a polo,
Con honor y sin mancha nuestra bandera.

Ya no existe la España dominadora
Sino la Iberia hermana, que he conocido,
Y cuya lengua rica, dulce y sonora,
Honramos en la tierra donde he nacido.

Ya no existe la España grave y austera
Que lanzó en sus legiones fieros aludes,
Que Cortés hizo odiosa con una hoguera
Y vindicó Las Casas con sus virtudes.

Soldados de Alvarado; reyes aztecas;
Todos sois polvo vano; ya nada existe;
De aquella edad aun tiemblan las hojas secas
Del árbol que recuerda «la noche triste».

Se quebró la macana que el casco abolla;
La inquisición no ostenta tizones rojos;
Y al fundirse dos razas nació la criolla
De apiñonado cutis y negros ojos.

La de pies diminutos y andar galano,
La que junta con dulce melancolía
Lo humilde y apacible del tipo indiano
Al garbo y a la gracia de Andalucía.

¡Oh España! ¡oh noble España! tú nos
legaste
Una fe y una lengua; tienes derecho
A buscar en los pueblos que aquí formaste
El corazón hidalgo que hay en tu pecho.

España es igual siempre bajo tu rayo
¡Oh sol del patriotismo que la iluminas!
¡Resucitó a sus héroes del Dos de Mayo
Al ver amenazadas las Carolinas!

¿Cómo no tributarle justos honores
Al laurel siempre vivo que la enguirnalda?
Unamos nuestra enseña de tres colores
A su gloriosa enseña de rojo y gualda.

Hoy que triste se envuelve con gasa negra
Que le atara un espectro de heladas manos;
Cual fraternal tributo llegue a Consuegra
El óbolo que mandan los mejicanos,

¡Oh caridad sublime! ¡Sol que derramas
De amor y de consuelo rayos ardientes!
Mira cómo a tu influjo son nuestras damas
Los ángeles de guarda de los ausentes.

Campos ayer hermosos, son tristes yermos;
Escombros los hogares; las dichas, penas;
Los espíritus sanos gimen enfermos
¡Aliviad tantos males las almas buenas!

¡Oh! bien hacéis vosotras en ser primeras
En consolar amantes, tanta agonía;
¡Para aliviar desgracias ya no hay fronteras!
¡La Caridad no tiene ciudadanía!

¡Damas que sois las joyas de nuestro suelo
Y galardón y gloria de sus hogares;
Vuestras altas virtudes bendice el cielo;
Vuestra piedad un pueblo tras de los mares!

A la ofrenda tan noble que haréis mañana,
Yo la inscripción pusiera cual la merece:
Los ángeles de Anáhuac, para su hermana
La España de Cristina y Alfonso Trece.
Luis Haller Sep 2014
NO
No te dejo de pensar.
Como es que serás?
Me ilusiona tu mirar,
Me emociona que te pueda crear.

No te dejo de pensar.
Y, no dejo de ver tu retrato.
No dejo de pensar en tu encanto,
Pues tu cerebro me ha cautivado.

Hablar contigo es lo mejor que me ha pasado,
Por que me has inspirado.
Te pienso en letras
Y te quiero con poemas.

Me molesta que sólo quepas en mi cabeza,
Pues mis brazos y mis ojos te desean
Me molesta la distancia
Y me deshago en palabras.

No te dejo de pensar.
Ni un segundo he dejado escapar
Pues la realidad me aburre
Una vez que te he conocido
No dejo de imaginar.

No me quejo, pero esto me empieza a hartar
Como quisiera estar allá
Del otro lado del final
Donde estas tu
Donde te puedo encontrar

Y es que...
No te dejo de pensar.
Krusty Aranda Sep 2016
De nuevo acepté que no va a ser mi nada nunca,
y sí, es triste,
pero no hay nada que yo pueda hacer.

No deja de ser mi amor inalcanzable,
pero sólo deseo que sea feliz,
que esté bien
y yo estaré ahí siempre que necesite a alguien,
incluso si no me busca.

No siempre se puede tener lo que uno quiere,
y lo sé.

Me siento bien con saber que la puedo hacer reír
y que podemos hablar de tonterías y temas profundos,
saber que puede ser ella misma cuando está conmigo
y yo ser yo mismo cuando estoy con ella.
No tengo que aparentar
ni dejar de hacer
ni empezar a hacer.
Me siento bien siendo yo con ella, me quiera o no.

Es lo que le puedo ofrecer.

Sé que he hecho cosas fuera de lugar con ella,
y que quizá lastimaron su perspectiva de mi y su decisión.
Y ella igual ha hecho cosas que me han lastimado mucho,
pero no le reprocho nada.

Sé que ella no es como cualquier mujer que haya conocido,
es diferente,
y, aunque ella no lo logre entender,
es un ángel más allá de lo que deja ver.
Y a los ángeles los adoramos desde la distancia,
nos son inalcanzables,
tanto como ella lo es para mi.

Y la seguiré soñando cada noche,
y la seguiré mirando cuando ella no ve,
y la seguiré pensando,
y la seguiré escribiendo,
pero no es para mi.
Vincent Salomon Jul 2017
Infames secretos; que se dilatan en el zar
Infames ojos, de parpadeos rápidos y miradas caóticas
Rubia platino, de tez victoriana.
Prófuga del amor; secreto de azares y de bares,
Añoranzas bucólicas y sonrisas fatuas
De amor profundo hacia el pasado, de labios malva.

Incesante, llamando y buscándote a través de mí
En el tiempo tácito y taciturno de noche dionisíaca.
Apología a Herodes, o elegía de mis pasos muertos.
La rubia platino se reía y ahí, todo me consumía,
Añoranzas bucólicas, de vidas no vividas.

Perdido en naufragio, moribundo en desasosiego,
Errante, pensante petulante e incapaz emisario de camelos.
Cómplices de nuestras acciones, rubia platino, pero víctimas
Prófugo de mis remotos recuerdos; miradas tibias.

Continuaba riendo, en el onírico espacio de mis pensamientos
No he conocido su risa, y sin embargo
                                                         ­                                  [...ya la extraño]

La lluvia pesada cae sobre charcos huecos sin reflejo
Miro, de reojo, en ellos, te observo

Y me pierdo.
Caídos sí, no muertos, ya postrados titanes,
están los hombres de resuelto pecho
sobre las más gloriosas sepulturas:
las eras de las hierbas y los panes,
el frondoso barbecho,
las trincheras oscuras.

Siempre serán famosas
estas sangres cubiertas de abriles y de mayos,
que hacen vibrar las dilatadas fosas
con su vigor que se decide en rayos.

Han muerto como mueren los leones:
peleando y rugiendo,
espumosa la boca de canciones,
de ímpetu las cabezas y las venas de estruendo.

Héroes a borbotones,
no han conocido el rostro a la derrota,
y victoriosamente sonriendo
se han desplomado en la besana umbría,
sobre el cimiento errante de la bota
y el firmamento de la gallardía.

Una gota de pura valentía
vale más que un océano cobarde.

Bajo el gran resplandor de un mediodía
sin mañana y sin tarde,
unos caballos que parecen claros,
aunque son tenebrosos y funestos,
se llevan a estos hombres vestidos de disparos
a sus inacabables y entretejidos puestos.

No hay nada ***** en estas muertes claras.
Pasiones y tambores detengan los sollozos.
Mirad, madres y novias, sus transparentes caras:
la juventud verdea para siempre en sus bozos.
Karol Jun 2018
"Siempre lo supe, y aun así fue muy cruel cuando ya no estabas y percatarme que en efecto; ya no eras la persona de la  cual escribí en 10 tonos de amarillo y 100 cartas, tal vez nunca lo fuiste.
Pero para tu suerte (y mi desgracia) siempre serás eterno entre hojas de papiro y tinta purpura, te convertirás en algo inefable, y si tengo suerte, te marchitaras con el tiempo y solo serás el recuerdo de una sonrisa curveada atrás del humo de un cigarrillo a las  12 am.

Si tengo suerte, te quedaras en una repisa bajo mi nueva vida, pero no pienses por un segundo que no recordare el honor de haber conocido...el arte de ser tu"
-Fragmento de la carta que no llegara a tus manos...
Sentado ante su mesa de trabajo
Estaba, en tanto que visiones blancas
y vaporosas, en azul ensueño,
En torno de su lámpara flotaban,
y níveos copos de menuda nieve
Daban en el cristal de su ventana.

Y de repente vino a su memoria,
En el hondo silencio de la estancia,
El recuerdo de un hombre conocido
Hacía muchos años. La garganta
Sintió oprimida, y algo de tristeza
y de vergüenza conmovió su alma.

Recordó la humildad de ese hombre triste.
Humildad en acciones y palabras,
Que don ninguno recibió del cielo
y llevó siempre vida solitaria
Como un árbol en áspera llanura.
Recordó sus promesas reiteradas
De ir a verlo en su plácido retiro,
y que aquel hombre en su mansión callada
Esas ofertas siempre agradecía,
Pero creyendo sus promesas vanas.
Y se acordó también de que ese hombre
En su silencio y su humildad lo amaba.

Todos esos recuerdos se agolparon
De pronto en su memoria, en la callada
Sombra que lo envolvía. En su hondo ensueño
Quiso apartarlos, pero voz del alma,
Voz imperiosa estremecer lo hizo.
Se puso en pie. Lucía en su mirada
luz de sonrisa, y respiró, ya libre
del nudo que oprimía su garganta.

Y apresurado se vistió. La noche
Cubría la llanura solitaria,
Y dirigió los pasos en la nieve
Del hombre humilde a la tranquila casa.

Y entró. Después de familiar saludo
y ya sentado cerca de la llama
Entre ese hombre y su humilde compañera,
Que con muda sorpresa se miraban,
Observó pensativo esos silencios
Que interrogan, y son como en las páginas
Esos espacios que la pluma deja
A veces entre frases y palabras.

Y en ambos rostros observó de pronto
como inquietud furtiva, entre las pausas
del lento hablar, mas comprendió en seguida
La causa: No creían, no esperaban
Que viniera, tan tarde, y de tan lejos,
En medio de la nieve y entre charcas,
Sólo por darles un placer, y sólo
Por cumplir su promesa. Y se miraban
Aguardando angustiados que dijera
De ese visita la razón. ¿Qué causa
lo hizo venir en semejante noche?
¿Qué servicio quería? ¿Era una infausta
o grata nueva, la que así, tan tarde,
Lo traía al silencio de esa casa?

Comprendiendo esa íntima zozobra
Quería hablar para infundirles calma,
Pero seguían los silencios lentos,
y seguían pesando las palabras;
y como él temerosos los veía
de una revelación inesperada,
Ante ellos se sintió como acusado,
Confuso, torpe, y en angustia el alma.

Y se vio como lejos...  lejos de ellos,
Como si frente a frente no se hallaran,
Hasta que en pie, para salir, se puso.
La angustia que sus almas embargaba
Al fin cesó. Lo comprendieron todo...
Vino por ellos, para hacerles grata
Esa noche de invierno; solamente
Por ellos... y en sus ojos irradiaba
Luz de alegría. Quiso verlos alguien
En su vida tranquila y solitaria;
Visitarlos, oírlos... Y más fuerte
Que la nieve, y el frío y la distancia
Fue ese deseo. Vino a verlos alguien
En el hondo silencio de sus almas...
Alguien al fin llegó. ¡Cuánto alborozo!
Fluían de sus labios las palabras,
y para retenerlo, sonreían,
y entusiasmados a la vez hablaban.

Les prometió que volvería. Y antes
De llegar a la puerta, la mirada
Tendió en redor,  porque en la mente quiso
La memoria fijar de aquella casa.
Clavó la vista en cada mueble; luego,
Como queriendo concentrar el alma
En un recuerdo, los miró callado
Porque en el fondo de su ser dudaba
Si volvería... Y se perdió su sombra
En la llanura, por la nieve, blanca.
Victor D López Dec 2019
Tu esposo murió a los 40 años, dejándote sola con siete hijos a mantener,
Pero no antes de que tu hijo mayor más, Juan, muriera ahogado en el mar,
Aun en su adolescencia, trabajando como pescador para ayudarte a ti y a tu esposo
A poner comida en la mesa.

Habías también perdido a una hija,
Toñita, también en su tierna adolescencia, a la enfermedad.
Sus gentiles almas puras encontraron
Su camino de regreso a casa demasiado pronto.

Más tarde en la vida que perderías dos hijos más a la tragedia, Paco (Francisco),
Un, hombre sumamente trabajador, honesto, y bueno cuya inclinación a usar lenguaje ******
Nunca pudieron desmentir una naturaleza apacible y un corazón generoso. Se electrocutó con una
Luz portátil defectuosa mientras trabaja en torno a su piscina.

Y el niño de tus ojos, Sito ( José ), el último en nacer y tu preferido, quien
Había heredado la hermosura física de su padre y también su conciencia social, su política de izquierdas, Su imponente presencia, su ***** de oro, y su mala, mala suerte, terminando su vida tal vez por
Accidente debajo del carril de un tren en movimiento.

Ni la desesperación ni la pobreza pudieron doblar tu espíritu. Tú te levantaste todos los
Días antes de la madrugada para vender el pescado en un puesto en la plaza.
Y cada tarde colocaste una enorme cesta de mimbre en la cabeza y
Caminaste muchos, muchos kilómetros para vender más pescado en otros pueblos.

El dinero era escaso, por lo cual a menudo recibías otros bienes a cambio de tu pescado.
También le dabas tu pescado a quien solo te lo podía pagar con su bendición. Caminabas
De vuelta a casa, a altas horas de la noche, a través de la oscuridad o por
Caminos iluminados por la luna, cargada de lo que te dieran a cambio de tu pescado.

Verduras, huevos, y tal vez un conejo o un pollo llenaban tu cesta de mimbre sobre tu
Fuerte cabeza. Caminabas recta sobre tus piernas repletas de venas varicosas, impulsada
Siempre hacia delante por un propósito noble: alimentar a tus hijos y poder darles
Esperanza de que vendrían tiempos mejores.


Durante la peor época de hambre mediante y después de la Guerra Civil, la chimenea de tu
Casa alquilada con vistas al Puerto de Fontan, expulsó humo ***** todos los días.
El fuego de tu lareira alimentó no sólo a tus hijos, sino también a muchos vecinos aun
Menos afortunados que tú, alimentando su cuerpo y manteniendo en vida la esperanza.

Fuiste criticada por algunos vecinos cuando lo peor había pasado, después de la guerra.
"¿Por qué trabajas tan duro, Remedios, y permites que tus niños pequeños trabajen
Tan jóvenes? Los sacrificas a ellos y a ti misma sin necesidad por un orgullo imbécil
Cuando Franco y la ayuda extranjera otorgan comidas gratis para los necesitados”.

“Mis hijos nunca vivirán de la caridad pública mientras mi espalda lo permita,” era tu
Contestación. Resentiste a tu esposo por poner la política por encima de su familia, y por
Arrastrarte a ti y a tus dos hijas mayores de tu cómoda y sana vida en tu casa, en el
Numero 10 Perry Street cerca del Grenwich Village a una Galicia sin esperanzas.

El optó por inclinar su lanza a molinos de viento por a la eterna gloria de otros hombres
Necios. Y te dejó a ti sola para enfrentar la ingloriosa lucha por la sobrevivencia diaria.
No obstante su corazón enfermo, el trabajó  con gran diligencia para promover un futuro
Justo en su querida España, ignorando la realidad practica de tu doloroso presente.

Te llenó de hijos y construyó con gran cuidado la cruz en la cual lo crucificaron, una
Palabra a la vez, dejándote a ti la dolorosa tarea de recoger los rasgos de su idealismo
Destrozado.  Pero tú sobreviviste y prosperaste sin sacrificar tus propios principios
Sólidos y sin permitir que tus hijos sufrieran más privaciones que las del trabajo duro.

Nunca perdiste tu sentido del humor. Nunca tomaste a nada ni a nadie con gran seriedad.
Enfrentada con la absurdidad de la vida, siempre optaste por reírte con ganas.
Te vi llorar muchas lágrimas de risa, Pero nunca te vi llorar lágrimas de tristeza o de dolor.
Nunca te verías a ti misma como una víctima ni permitiría que otros lo hicieran.

Te encantaba la gente. Tu sentido del humor fue siempre irreverente y repleto de suave Ironía.
Y de gran sabiduría. Te encantaba reírte de ti misma, de otros, y especialmente de
Tontos pomposos que invariablemente no se daban cuanta que eran los objetos de tu gran
Diversión, inconscientes de tu despito, proveído con gentiles palabras y ojos luminosos.

Tus cataratas y miopía hicieron difícil que leyeras, No obstante leías
Vorazmente y te encantaba escribir largas cartas a tus seres queridos
Y amigos. Eras una anciana sabia, la persona más sabia y más fuerte que jamás conoceré.
Eras sabia, si, pero con el corazón de una niña y el alma de un ángel.

Fuiste el ser más sano, más racional, más bien ajustado y humano que jamás he conocido. Eras
Traviesa, pero incapaz de malicia. Fuiste aventurera; nunca tuviste miedo de probar o de aprender algo Nuevo. Fuiste amante de la diversión, interesante, amable, traviesa, divertida e infernalmente inteligente.


Habrías sido una de las primeras adoptadoras de toda la
Tecnología moderna, si hubieras tenido una vida más larga,
Y te hubiera encantado jugar-y trabajar con
Todos mis juguetes electrónicos.

Habrías sido un terror con un procesador de textos, con el correo electrónico
Y con las redes sociales y una gran campeona con mis juegos de video.
Me habrías ganando en todos ellos. Éramos grandes amigos tú y yo,
Y compañeros de juego a lo largo de la mayor parte de mi infancia.

Nos seguiste a nosotros aquí en breve después de que emigramos en 1967, dejando atrás a 20 nietos. Nunca entendí a plenitud la profundidad de ese sacrificio,
O el amor que lo hizo soportable para ti. Lo comprendo ahora. Demasiado tarde.
Es uno de los grandes pesares de mi vida.

Jugamos juegos de mesa, a vaqueros e indios, carreras de coches eléctricos,
Volteamos tarjetas de béisbol y compartimos miles de manos de cartas juntos. Nunca
Se me ocurrió que tú eras el más mínimo inusual de ninguna manera. Te amé profundamente, pero Nunca me moleste mucho por demostrártelo. Eso también me pesa, y es también demasiado tarde.

Después de mudarse a Buenos Aires, cuando mamá se había ganado suficiente dinero
Para llevarte a ti y a los dos hermanos más jóvenes, el sistema de cuotas entonces
No permitía que emigraran también tus dos hijos menores, quienes quedaron
Al buen cuidado de tu hija casada mayor en España, María, y su esposo, Fausto.

Los querías contigo. Te dirigiste directamente a Evita Perón para pedirle ayuda.
Como era de esperar, no pudiste conseguir esquivar a sus porteros. Pero no eras nada si no persistente. Sabías que Evita salía temprano cada mañana para su oficina. Y te
Estacionaste a las 6:00 de la mañana, mediante muchos, días por su camino de salida.

Con el tiempo, Evita le hizo parar a su chofer y te señalo que te acercaras.
"Abuela, ¿por qué me hace señas a mí cada mañana cuando salgo para mi trabajo? "
Ella preguntó. Tu le explicaste acerca de tus hijos en España. Evita se apiadó y
Te escribió un pase en su tarjeta para verte en su oficina al día siguiente.

La fuiste a ver al día siguiente y ella te aseguró que la visa se expediría inminentemente;
Cuando se enteró de que hacías la vida de lavandera y de limpieza,
Ella te ofreció una máquina de coser y entrenamiento para
Convertirte en una costurera con la intención de promoverte una vida mejor.

Tú se lo agradeciste, pero declinaste la oferta. "Dele la máquina de coser a otra madre Necesitada. Mi espalda es fuerte y mis manos me sirven bastante bien, igual que siempre Me sirvieron. “Evita debió haber quedado impresionada, puesto a que te pidió que la Visitaras una vez más cuando los niños hubiesen ya  llegado a Buenos Aires.


Te dio otro pase y tú cumpliste tu palabra, como siempre, de volver a verla con tus niños.
Evita te volvió a ver en su despacho brevemente y compartieron chocolate en taza y Galletas tu, Evita y tus dos hijos menores—Emilio y José (Sito). No eras partidaria de la Política ni del
Peronismo, pero siempre defendiste a Evita mediante tu larga vida.

Te fuiste demasiado pronto. No te había dicho “te quiero” en muchos años, estando
Demasiado ocupado con mis estudios y con otras ocupaciones igualmente inútiles.
Falleciste sin poder volverte a ver. Mamá tuvo que ir a tu lado sola. La última vez que
Te había escrito te envié una foto de mi graduación de abogado.

Según mamá la llevabas en el bolsillo antes de que te diera el ictus cerebral del cual
No hubo recuperación. Como siempre, me quisiste con todas mis faltas que me hacen
Indigno de tu cariño. Yo presentí el momento de tu muerte. Desperté de un profundo
Sueño desperté y vi un pájaro blanco parado encima de mi escritorio al pie de mi cama.

Ese pájaro de tamaño humano extendió unas enormes alas y voló hacia mí,
Traspasándome y dejándome en un fuerte escalofrió. Supe en ese momento que
Habías muerto. Lloré y recé por ti. Mamá llamo el próximo día por la mañana
Para confirmar la triste noticia.

Mamá también me comunicó muchos años después que habías estado en una
Coma por un tiempo pero que habías despertado y que, sin conocerla, le
Habías dicho que viajabas a Nueva York par ver a tu nieto. Luego te dormiste
Por última vez, según mamá.  Te echo de menos todos los días.

Translated by the author from Of Pain and Ecstasy: Collected Poems (C) 2011 Victor D. Lopez (Amazon Kindle and CreateSpace)]
Yi Jiun Liu May 2018
Ese día como un día cualquiera
Entre tantas personas
Me senté al lado tuyo
El bus en movimiento guiando de lado a lado..
Mi cuerpo hacia ti
Sin darme cuenta el tiempo se detiene.
En ese instante la multitud desaparece y nos encontramos solos
No te miré a los ojos
No era yo mismo en ese momento.
No podía controlar mi cuerpo, poseído por el ahora
Nuestros movimientos sincronizados
Sin conocernos...
En el silencio nuestros latidos correspondían uno al otro
Siendo sincero estaba nervioso porque estaba a tu lado.
Ni una palabra , ni una mirada
Nuestras manos se encontraron
Entrelazados nuestros meñiques, realizamos una promesa que solo tú y yo sabemos.
No era amor, si no un sentimiento conocido.
Entre tú y yo
Ese momento que compartimos juntos.
Real story, memories that are important to oneself
samara lael Apr 2019
después de tanto tiempo con la puerta entreabierta
(discutiendo silenciosamente sobre quién lo iba a dejar),
la cerraste en mi cara.

& por fin tuve esa paz
en saber si esa puerta pudiera llevarnos a otro sitio
o dejarnos donde estábamos en la casa de lo conocido.

aunque cambiamos de opiniones
mil veces,
nuestras manos ya no agarran la manija.

no me importa
si pusiste el pestillo o no.
ya no se mueve la puerta.
i have translated this into english too.
Madres desventuradas, pobres madres en duelo,
Vuestros gritos de angustia los oye siempre el cielo.
Dios, que guía en los aires al pájaro perdido,
A una misma paloma conduce a un mismo nido.
Madres desventuradas, ¡oh madres sin fortuna,
Siempre se comunican el sepulcro y la cuna!...
¡Cuántos secretos guarda la Eternidad sombría!

La madre cuya historia voy a narrar vivía
En Blois, su hogar quedaba contiguo a nuestra casa;
Lo que Dios da o permite lo tenía sin tasa;
Se casó con el hombre a quien amó rendida,
Y un hijo tuvo: el goce más grande de su vida.

La cuna parecía, bajo un blanco cendal,
Nido de encaje y seda, junto al lecho nupcial.
De noche, a ¡cuántos dulces ensueños se entreabría
Su corazón de madre, y cuál resplandecía
Su mirada en la sombra, cuando ahogando el aliento,
Sin sueño, y en la cuna clavado el pensamiento,
Incorporada oía, con maternal cariño,
La serena y tranquila respiración del niño!

Feliz, al verse madre, cantaba a toda hora;
Su vida, por lo alegre, semejaba una aurora.

Sentado en sus rodillas bajo el materno arrullo,
«¡Ángel mío!», decíale, loca de amor y orgullo;

Mil nombres inventaba para llamarlo, cuanto

Se inventa para un hijo: «¡Tesoro, luz, encanto!»

Lo alzaba, lo ponía sobre el seno. Después
Le devoraba a besos los sonrosados pies,
Tanta dicha en la tierra sueño le parecía...
Con sonrisa de ángel el niño sonreía.

Frágil trémulo, como cervatillo a que espanta
El ruido de una hoja que la brisa levanta,
Crecía, Para el niño crecer es vacilar.
Dio los primeros pasos. Después empezó a hablar,
Tres años tuvo, gárrula edad en que locuela,
La palabra, como ave, las alas bate y vuela.


«Hijo mío», decía con inefable goce;

«¡Cuán grande está, miradlo! Ya las letras conoce;
Pide vestidos de hombre. Ya no quiere el muy pillo
Ni dulces, ni juguetes, ni ropas de chiquillo.
Son el diablo estos niños de ahora. ¡Cómo aprenden!
¡Si todo lo adivinan, si todo ya lo entienden!
El mío irá muy lejos. Será hermoso su sino,
¡Y al correr de los años sabrá abrirse
camino!»
Y al mirarlo con ojos de orgullo y de pasión
Latir sentía en su hijo su propio corazón.

Un día -¡de esas fechas fúnebres quién no tiene!-
El crup, horrible buitre de las sombras, que viene
Siempre a traición, el vuelo para sobre ese techo
Que cubría tres seres felices; en acecho
Espera al niño; rápido cae sobre él; lo agarra,
Y en la garganta frágil hinca la artera garra.

Si acaso no habéis visto la horrorosa agonía
De esos pobres pequeños, de la tierra alegría,
No sabéis de amarguras, ni del dolor que mata.
Luchan y se retuercen bajo el nudo que ata
Sus gargantas; la sombra les invade los ojos
Que sin vida se mueven entre círculos rojos;
El aliento les falta... Se siente angustia y frío...
¿Por qué los niños sufren y uno vive, Dios mío?
Y surge de sus labios tan extraño extertor,
Tan triste y misterioso, que el alma con pavor
Parece oír en esos angustiosos quejidos
Del cuervo del sepulcro los fúnebres graznidos.

Silenciosa, furtiva, la Muerte entra a la alcoba,
Y de ese hogar la dicha como ladrón se roba.

Un padre y una madre de hinojos ante el lecho;
Lágrimas y sollozos que desgarran el pecho,
E impasible ante tanto dolor el infinito...
¡Oh, la palabra expira donde comienza el grito!

Con el alma transida por el dolor, la madre,
En tanto que a su lado lloraba el pobre padre,
Tres meses duró inmóvil, con aspecto sombrío,
Y los ojos clavados en el lecho vacío.

Triste, febril, sin fuerzas, a nadie respondía;
Y a veces en voz baja repetir se le oía
-Los labios temblorosos y el pensamiento fijo-
Como hablando con alguien: «¡Devuélveme a mi hijo!»


El médico, entretanto, viendo dolor tan hondo,
Tanta amargura, al padre decía: «No respondo

De su salud si sigue tan triste y silenciosa;
Es fuerza distraerla, que piense en otra cosa,
Que salga de su encierro».

Pasó el tiempo. Y un día
Volvió a sentirse madre.
Junto a la cuna fría

De aquel ángel efímero recordando el acento,
Sola, muda, dejaba vagar el pensamiento.

Y el día en que de pronto sintió la sacudida
De un ser en sus entrañas, nuncio de amor y vida,
Palideció. «¿Quién llama?
¿Quién viene de otro Mundo?»

Dijo con hondo acento de un gran dolor profundo;
Y en lágrimas de fuego bañadas las mejillas,
Y ante la cuna sola postrada de rodillas:
«¡No... no quiero! clamaba, «porque tendrías celos»

«Tú, mi ángel dormido, que todos los anhelos
Te llevaste y los sueños de mis felices días»;

«Ya otro ocupa mi puesto», sollozando dirías;

«Mi madre lo ama, ríe... lo besa, y yo entretanto
Sin el calor de un beso duermo en el Camposanto,
Olvidado de todos, tiritando de frío...»

«No, nunca!...»

Así lloraba ese dolor sombrío.
Y por la vez segunda se vio madre. Dichoso
Dijo el padre: Es un niño. «¡Cuan rollizo y hermoso!»

Pero ella continuaba llorosa y abatida,
Y en el recuerdo antiguo de su amor abstraída.
Y al acercarle el niño, pensando en el ausente,
En el que fué en su cielo ráfaga refulgente,
Como en delirio trata de incorporarse, y mustia,
«¡Ese ángel está solo!», dice con honda angustia.

Mas de pronto, ¡oh milagro!, con aquel conocido
Acento que no olvida, oye al recién nacido
Que cerca de su seno, y en la sombra callada,
Murmura: «¡Soy el mismo, pero no digas nada!»
Alan Eshban Jun 2017
Hermosa serendipia pasó aquel día,
Imaginar no podía lo hermosa que te veías,
Tratar de encontrar palabra la cual describirte no existía, fascinante momento, que en mi memoria guardado está como si se tratase del hermoso olor de un rosal, un rosal enrome, de abundancia de flores, de distintos colores. Afortunado mi ser por el poderte conocer, más hermosa que la incandecencia del sol que produce el alba de las mañanas, ahora este gran amor con tremenda dileccion y completamente eviterno entrego a usted; a cambio nada pido, pero me resultára enormemente una gran alegría el que quiera pasar el resto de su vida a lado mío, y juntos poder ser la paraja que el mundo, nunca haya conocido, En el que la gente envidia diera nuestro inmarcesible amor; que por causa nuestra, surjan nuevos poetas, que formen poemas de nuestra maravillosa relación, que surjan escritores que escriban nuestra hermosa historia, y que todos aquellos lectores sientan nuestra pasión, y poder llegar a ser una de las grandes literaturas como Romeo y Julieta lo es.
Entonces... ¿Aceptais mi propuesta... amada mía?, y juntos poder hacer verídicas todas estas profecías...
¡Señores! Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. ¡Señores! Ruego a ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emoción formidable, espontánea y reciente de la vida, que hoy, por la primera vez, me extasía y me hace dichoso hasta las lágrimas.

Mi gozo viene de lo inédito de mi emoción. Mi exultación viene de que antes no sentí la presencia de la vida. No la he sentido nunca. Miente quien diga que la he sentido. Miente y su mentira me hiere a tal punto que me haría desgraciado. Mi gozo viene de mi fe en este hallazgo personal de la
vida, y nadie puede ir contra esta fe. Al que fuera, se le caería la lengua, se le caerían los huesos y correría el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie ante mis ojos.

Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y avenidas, aire y horizonte. Si viniese ahora mi amigo Peyriet, les diría que yo no le conozco y que debemos empezar de nuevo. ¿Cuándo, en efecto, le he conocido a mi amigo Peyriet? Hoy sería la primera vez que nos conocemos. Le diría que se vaya y regrese y entre a verme, como si no me conociera, es decir, por la primera vez.

Ahora yo no conozco a nadie ni nada. Me advierto en un país extraño, en el que todo cobra relieve de nacimiento, luz de epifanía inmarcesible. No, señor. No hable usted a ese caballero. Usted no lo conoce y le sorprendería tan inopinada parla. No ponga usted el pie sobre esa piedrecilla: uién sabe no es piedra y vaya usted a dar en el vacío. Sea usted precavido, puesto que estamos en un mundo absolutamente inconocido.

¡Cuán poco tiempo he vivido! Mi nacimiento es tan reciente, que no hay unidad de medida para contar mi edad. ¡Si acabo de nacer! ¡Si aún no he vivido todavía! Señores: soy tan pequeñito, que el día apenas cabe en mí!

Nunca, sino ahora, oí el estruendo de los carros, que cargan piedras para una gran construcción del boulevard Haussmann. Nunca, sino ahora avancé paralelamente a la primavera, diciéndola: «Si la muerte hubiera sido otra...». Nunca, sino ahora, vi la luz áurea del sol sobre las cúpulas de Sacre-Coeur. Nunca, sino ahora, se me acercó un niño y me miró hondamente con su boca. Nunca, sino ahora, supe que existía una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias.

¡Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte.
Leydis Jun 2017
Yo no te imputo toda culpa.
Yo sé que también falle.
Yo sé que también claudique.
Yo sé que también me bañe en un mar de Ego.
Yo sé que aposte nuestro amor al Señor tiempo.
Yo sé que te hice pedazos en un acto de rebeldía.
Que te devolví cada rechazo día por día.
Que maldecí haberte conocido.
Que fabrique una imagen de ti que no existía.
Que exigí a veces más de lo que daba.

¿Y tú?
¡Tú también fallaste!
Deshonraste mi amor desde principio.
Te encargaste de descuartizar mi alma,
De pisotear mi dignidad,
De tiranizarme en soledades infinitas.

Te convertiste en la astilla de vidrio que uno pisa,
que duele, pero es tan profundo y pequeño y no se ve.
Cuando intentas sacarlo, cada presión a la lesión causa que se incruste más en la piel.
Cada intento en un agobiante momento donde se desangra la piel.
Uno grita, uno pide auxilio, duele pisar
pero nada vale, solo tenerle paciencia,
ahogarlo en agua tibia, que se hinche
que salga el trozo por sí mismo.

Hoy por hoy todavía estoy paralizada
todavía duele los trozos de vidrio que se incrustaron en mi alma.
Todavía estoy en el suelo.
Todavía duele este duelo.

Yo no pretendo inculparte.
Yo no pretendo tomar toda la culpa.
Me quedo con los trozos que dejaste.
Me quedo con pedazos rotos que te deje.

Todavía estoy en el suelo.
Todavía duele este duelo.
Pero siento una presencia de agua bendita,
que está excretando de mi alma,
los pedazos rotos que adquirí en la ardua batalla que fue amarte
y entregarte mi vida.

LeydisProse
6/23/2017
https://m.facebook.com/LeydisProse/
He conocido más hombres
Que monstruos
Y créeme
Los hombres
Son más terroríficos.
en región asolada por la sequía
en año que se pierde la cosecha
son ricos ¡oh querida! los que
no presencian la ruina de su país
la destrucción de su familia
la pérdida del vuelo hacia adelante
del vuelo tortuoso del vuelo de través
la desaparición del vuelo en compañía y
del vuelo ligero que es el octavo

son ricos son riquísimos los que
no han conocido las sobras del sacrificio
o cómo los dolores con el tiempo
se van secando apagando y se los pisa
y crujen como padecimientos y
después se los come el olvido

¡oh querida! mal alimento es
el dolor la vejez el mal de amores
no se soporta mucho en realidad
y cada vez se está más solo

he pensado en la cosecha perdida y
eres como el otoño
donde los soles doran
pasada claridad
Volvieron a encontrarse después de muchos años;
El, como si evocara tiempos dichosos, y ella
Tal cual hilo de plata perdido en los castaños
Cabellos, triste y pálida, mas como siempre bella.

Como dos alas fueron de una ilusión amada,
Pero después la vida los separó inclemente...
Se levantan dos olas en una misma rada,
Y van, con sus rumores, a playa diferente.

Fue en verano, en el parque, frente al mar. La alameda
De pinos, como entonces. En vagas lejanías
Velas blancas; la tarde con suavidad de seda...
Y en un banco sentáronse... el banco de otros días.

(Sonaba un organillo bajo la doble fila
De árboles rumorosos en vesperal concierto,
Y entre el oro y las rosas de la rada tranquila
Volaban las gaviotas en la quietud del puerto).

«Me encontrarás cambiada», dijo triste. «Conmigo
Dura ha sido la vida... muy dura. De nosotros
Fue distinta la suerte, que es a veces castigo,
Felicidad de unos, y lágrimas dé otros».

Y continuó: «La mía... cual tantas... Ilusiones
Con su coro de ensueños... tú sabes... sabes cuándo.
Promesas, esperanzas, primeras emociones,
Después... un alma sola que se quedó esperando».

Y él dijo: «Si nacimos para sufrir, si en calma
Solamente hay instantes en que el dolor se olvida,
¿Porqué en esos instantes no concentrar el alma
Para que alumbren ellos las sombras de la vida?»

«¿Recordar?» ella dijo. «¿Qué conseguir podremos
De lo que ya no existe, de una ilusión borrada?
Si los ojos cerramos, un paraíso vemos,
Mas los ojos abrimos, y todo es sombra... y nada».

(De nuevo el organillo se oyó. Vals de otros días
Conocido por ambos).
                                        Bajó los ojos ella,
Y dijo melancólica: «Tus manos en las mías....
¿Te acuerdas?   Una tarde... viéndonos una estrella».

«¡Ya lo ves!   ¡El recuerdo!... Tú misma te desdices;
Al pasado ¿tu alma no sientes atraída?
Evocas lo lejano, dulces tiempos felices,
¡Y niegas que el recuerdo siempre será la vida!»

(Sonaba el vals, sonaba, y en la tarde radiosa
Iban, bajo los pinos, parejas enlazadas;
Y ella y él, recordando su juventud dichosa,
Como en risueños días, cruzaron las miradas).

Y al separarse, él dijo: «Hay siempre nueva vida,
Y el tronco guarda savia por más hojas que pierda».
«Tal vez»… ella repuso, «más feliz quien olvida»...
Y él dijo pensativo: «Dichoso el que recuerda».
la poesía
debe ser hecha por todos
y no por uno, dijo
esas cosas solamente las puede decir un francés
rengo

que nadie sabe que hizo en la comuna de parís
nadie sabe si se murió o no pudo
todos se acuerdan de cuando tocaba el piano
hasta altas horas del almita

molestando a los vecinos que después tenían que ir a trabajar
y se iban de la pensión mal dormidos
pensando en la madre del pianoeta o poenista
hablando pestes de ella cada vez que tropezaban con las piedras
o los fríos de las calles de parís

lo peor es que tenía un acorde en la cabeza
y no se lo podían sacar
se la pasaban fundiendo hierro soplando vidrio
y no se podían sacar el acorde del rengo

el rengo les había hecho un acorde en la cabeza
y por allí pasaban furias, mañanitas, agüeros
una vez a un ferroviario le paso un pajarito por ahí
el pajarito volaba al futuro con un papel que decía futuro en el pico

la cuestión es que los vecinos del rengo
tenían cara de piano en la mitad del atardecer
caían músicas de ellos o teclas de oro
donde empezaba el horizonte

una mujer bellísima cantaba
en la cabeza de los vecinos del rengo
que en realidad no era francés
más bien era uruguayo

solamente a un uruguayo se le puede ocurrir
que la poesía debe ser hecha por todos
      y no por uno
que es como decir que la tierra
es de todos y no solamente de uno

que el sol no es de uno
que el amor es de todos y de nadie
      como el aire
y la muerte es de todos
      y la vida
no tiene dueño conocido

vos no eras rengo
l'autréamont
lo que pasó es que dejaste Uruguay
se te cayó un pedazo que
toca el piano y no deja dormir
J Eduardo Ramos Jul 2022
Para el altar de nuestro amor
Traigo una ofrenda sencilla
Un poema de amor,  dos candelas
Una gardenia y una rosa de Castilla.
Antes de encender nuestras velas
Recitare el poema:
Como nosotros, muy pocos
Como nuestro amor, ninguno.
Tal vez Romeo y Julieta,
Pero ese par fueron ficticios
Creados por El Bardo
Aquel Inglés poeta
Que si nos hubiera conocido,
Tal vez hubiera escrito de nosotros.

Los dos viajamos lejos de nuestra tierra
El Destino nos guió y no lo sabiamos.
El destino?
No lo sé.
Nunca sabremos.
Lo importante es que tu y yo
Nos encontramos.

Para donde, amor, para donde?
Este amor, como la vida, es un maraton.
Despacio,
Y llegamos a nuestra meta, mi amor.
Como un enorme tajo corta el monte la zanja
Que de la serranía lleva el agua al molino,
Y entre las altas rocas y el cielo vespertino
Destella de arreboles una encendida franja.

Dora un fulgor intenso de color de naranja
El trigal; hay aromas de huerto campesino;
Y como roja mancha, lejos, junto al camino,
Asoma entre eucaliptos el techo de una granja.

El trabajo del día terminado en la siega,
Van, lentos, y seguidos del gañán, por la vega,
Ya sin yugo los bueyes al conocido pozo;

Y a la luz de la tarde, repleto de gavillas
De trigo, avanza un carro; y el carro es alborozo
De cantares y música bajo rojas sombrillas.

— The End —