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Pago pelo preço de respirar e apreciar coisas sem real custo,
Elas são pouco, mais ou menos o que menos aqui têm valor,
Ou serão a joia preciosa, que definem meu ser como incolor,
É a transparência do carácter, de um ser tão menos, brusco!

Os paços que ficam presos na calçada da vida, são os aprendizes,
O balanço na busca embalada de sólidos conhecimentos similares,
Aos que hoje encontro, sorrio e pestanejo, como olhares de petizes,
Sem malícia, mas com a astúcia, a perícia de conviver nesses azares!

Quem caminha porque procura, busca solidez de carácter e identifica-se,
Com bruscas, mas sólidas colisões, de jogos engraçados e enfarinhados,
Conheçam-se as regras e jogue-se, livre de preconceitos e tentaculados,
O cérebro se torne a máquina na defesa de ataques e vultos da metáfrase!

Que se compilem memórias e auxílios permanentes ao jogo delinquente,
Que se tire partido desse significado figurativo, composto de maleitas,
Que se compreenda facilmente maldade, como aplicativo frequente,
Sem sugestões formais, ao quotidiano de todas essas vestes e seitas!

E assim, aproveito o vazio criado, no espaço para mim e enfim,
Ganha-se o tempo que se perdem em mentes dispersas de valor,
A joia está aqui, conservada em cofre limitado, ao real detentor,
O preço equilibrado, eu diferenço do do ouro e ficará aqui em mim!

Autor: António Benigno
Código de autor: 2013.10.02.02.27
Plena mujer, manzana carnal, luna caliente,
espeso aroma de algas, lodo y luz machacados,
qué oscura claridad se abre entre tus columnas?
Qué antigua noche el hombre toca con sus sentidos?

Ay, amar es un viaje con agua y con estrellas,
con aire ahogado y bruscas tempestades de harina:
amar es un combate de relámpagos
y dos cuerpos por una sola miel derrotados.

Beso a beso recorro tu pequeño infinito,
tus márgenes, tus ríos, tus pueblos diminutos,
y el fuego genital transformado en delicia

corre por los delgados caminos de la sangre
hasta precipitarse como un clavel nocturno,
hasta ser y no ser sino un rayo en la sombra.
No debiste cerrar la puerta así.
La violencia del portazo
ha estremecido mis manos.

¿Debías cerrarla así?
No lo creo.
O tal vez lo que yo creo
no importa.

Yo nunca la habría cerrado así.
Tal vez habría dejado
que el tiempo y la naturaleza
hicieran lo suyo.

Tal vez las malezas
se hubieran subido por el marco,
enredado el umbral,
convertido la despedida
en algo más lento,
más orgánico,
menos cruel.

Pero lo que yo creo
no importa.

¿Mis palabras fueron mucho?
¿Te dolieron?
¿Te empujaron?

Me atormenta lo que dije.
Tal vez las habría guardado.
Pero las pensé durante semanas,
las cuidé,
las envolví
como un regalo.

Un regalo
que provocó que tiraras la puerta.

¿Soy culpable
de tu acto final?

¿Acaso mis palabras
fueron bruscas?

No lo sé.

Solo sé
que tú
no debiste irte así.

Pero no importa.
Ya no.

— The End —