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Las he visto varadas en la playa.
Los niños han abandonado
carruseles, montañas rusas,
nubes de azúcar, blanca o rosa, palomitas de maíz
y suspendidos de sus cometas de colores
han llegado a la orilla. Atrás quedó
la música crispada de los altavoces.
Ahora escuchan otra música más sosegada y misteriosa:
jadeo de olas, disnea de cetáceos agonizantes,
chillidos de las aves marinas,
estremecedora polifonía.

Los niños, desconectados de lo fabuloso,
saben que es imposible que a Jonás
se lo tragase una ballena,
como cuenta la Santa Biblia,
porque al final de la caverna amenazadora
una garganta angosta permite sólo el paso
de minúsculos pececillos, plancton, polen marino
que atravesaron las barbas filtradoras.
(Ignoran, sin embargo, que estas barbas
fueron antaño utilizadas
para acentuar la delgadez del talle de las damas.
¡Sólo Dios sabe qué habrá sido de ellas,
dónde estarán ahora pudriéndose!)
Son, desde luego, extraños pero no
infrecuentes  
estos suicidios colectivos.
Los biólogos, oceanógrafos, ecologistas
nada pueden hacer por reintegrar a los cetáceos
a su hábitat, a su medio natural;
no sólo por su peso  y su volumen, sino
porque están decididas  -resignadas-
a morir. (Se barajan hipótesis
diferentes y contradictorias: alguna,
tal vez, resolverá el enigma).
Hay quienes atribuyen el suceso
a una avería, una desconexión
-por el momento indemostrable-
en el sofisticado sistema de radar
que utilizan en sus desplazamientos.
¡Quién sabe cuál será la causa
de esta agonía a la que yo asistí
en las arenas de Long Island!
Yo sí lo sé. Yo he descifrado
el, para los demás, indescifrable código,
- ¡oh mi piedra Rosetta de estrellas y de olas!-
Los ballenatos, los jóvenes, los útiles,
los que regresan a la mar
tras culminar estas expediciones
hablaban en sus asambleas nocturnas,
mientras dormían las ballenas madres,
de la necesidad imperiosa de librarse de este lastre
de ancianas jubiladas,
de toneladas de disnea y sordera.
Con fuegos o aguas de artificio,
pirotecnia, acuatecnia,
comunicaron su resolución:
«Nosotros os conduciremos
a unas playas calientes,
a unos lugares a los que no llegan
tempestades, témpanos, balleneros;
allí disfrutaréis del merecido descanso
después de tantas aventuras,
tantos afanes, tantos riesgos».
Las dejaron varadas en la arena.
«Hasta mañana», les dijeron,
sabiendo que no volverían.
«Hasta mañana».
Misericordioso e implacable
el sol les reseca la piel repujada de algas.
Muy pronto albatros y gaviotas se ensañarán
con estas moles de agonía,
de grasa y carne putrefacta.
El sol es chupado por el horizonte,
se hunde poco a poco en él
despidiéndose con su rayo verde.
Luego es la noche, y otras noches.
El faro intermitentemente
pasa su lengua de luz piadosa sobre la arena.
El mar agita sus espejos negros.
Sobre la seda o terciopelo funeral
chisporrotean las estrellas fugaces,
las ascuas de la luna de azafrán.
El zumbido de las abejas marinas,
el crujido del oleaje que clava sus colmillos
en las rocas de azabache y cristal
resuena en los oídos agonizantes
de las viejas ballenas,
festín de la desolación, el silencio, el olvido, la sombra.
«Hasta mañana». Fue el último mensaje.
Y ya no habrá mañana.
Ahora las moribundas,
ciegas y sordas tienen la mirada del recuerdo
puesta en sus ballenatos, indefensos
frente al testuz terrible de las olas heladas,
los témpanos, las hélices, los arpones,
desvalidos, sin rumbo
por esos mares de Dios.
Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.
Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rosseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.
El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar...
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-****,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardido¹!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.
En la isla en que detiene su esquife el argonauta
del inmortal Ensueño, donde la eterna pauta
de las eternas liras se escucha -isla de oro
en que el tritón elige su caracol sonoro
y la sirena blanca va a ver el sol- un día
se oye el tropel vibrante de fuerza y de harmonía.

Son los Centauros. Cubren la llanura. Les siente
la montaña. De lejos, forman són de torrente
que cae; su galope al aire que reposa
despierta, y estremece la hoja del laurel-rosa.

Son los Centauros. Unos enormes, rudos; otros
alegres y saltantes como jóvenes potros;
unos con largas barbas como los padres-ríos;
otros imberbes, ágiles y de piafantes bríos,
y robustos músculos, brazos y lomos aptos
para portar las ninfas rosadas en los raptos.

Van en galope rítmico, Junto a un fresco boscaje,
frente al gran Océano, se paran. El paisaje
recibe de la urna matinal luz sagrada
que el vasto azul suaviza con límpida mirada.
Y oyen seres terrestres y habitantes marinos
la voz de los crinados cuadrúpedos divinos.
 
Calladas las bocinas a los tritones gratas,
calladas las sirenas de labios escarlatas,
los carrillos de Eolo desinflados, digamos
junto al laurel ilustre de florecidos ramos
la gloria inmarcesible de las Musas hermosas
y el triunfo del terrible misterio de las cosas.
He aquí que renacen los lauros milenarios;
vuelven a dar su lumbre los viejos lampadarios;
y anímase en mi cuerpo de Centauro inmortal
la sangre del celeste caballo paternal.
 
Arquero luminoso, desde el Zodíaco llegas;
aun presas en las crines tienes abejas griegas;
aun del dardo herakleo muestras la roja herida
por do salir no pudo la esencia de tu vida.
¡Padre y Maestro excelso! Eres la fuente sana
de la verdad que busca la triste raza humana:
aun Esculapio sigue la vena de tu ciencia;
siempre el veloz Aquiles sustenta su existencia
con el manjar salvaje que le ofreciste un día,
y Herakles, descuidando su maza, en la harmonía
de los astros, se eleva bajo el cielo nocturno...
 
La ciencia es flor del tiempo: mi padre fue Saturno.
 
Himnos a la sagrada Naturaleza; al vientre
de la tierra y al germen que entre las rocas y entre
las carnes de los árboles, y dentro humana forma,
es un mismo secreto y es una misma norma,
potente y sutilísimo, universal resumen
de la suprema fuerza, de la virtud del Numen.
 
¡Himnos! Las cosas tienen un ser vital; las cosas
tienen raros aspectos, miradas misteriosas;
toda forma es un gesto, una cifra, un enigma;
en cada átomo existe un incógnito estigma;
cada hoja de cada árbol canta un propio cantar
y hay un alma en cada una de las gotas del mar;
el vate, el sacerdote, suele oír el acento
desconocido; a veces enuncia el vago viento
un misterio; y revela una inicial la espuma
o la flor; y se escuchan palabras de la bruma;
y el hombre favorito del Numen, en la linfa
o la ráfaga encuentra mentor -demonio o ninfa.
 
El biforme ixionida comprende de la altura,
por la materna gracia, la lumbre que fulgura,
la nube que se anima de luz y que decora
el pavimento en donde rige su carro Aurora,
y la banda de Iris que tiene siete rayos
cual la lira en sus brazos siete cuerdas, los mayos
en la fragante tierra llenos de ramos bellos,
y el Polo coronado de cándidos cabellos.
El ixionida pasa veloz por la montaña
rompiendo con el pecho de la maleza huraña
los erizados brazos, las cárceles hostiles;
escuchan sus orejas los ecos más sutiles:
sus ojos atraviesan las intrincadas hojas
mientras sus manos toman para sus bocas rojas
las frescas bayas altas que el sátiro codicia;
junto a la oculta fuente su mirada acaricia
las curvas de las ninfas del séquito de Diana;
pues en su cuerpo corre también la esencia humana
unida a la corriente de la savia divina
y a la salvaje sangre que hay en la bestia equina.
Tal el hijo robusto de Ixión y de la Nube.
 
Sus cuatro patas bajan; su testa erguida sube.
 
Yo comprendo el secreto de la bestia. Malignos
seres hay y benignos. Entre ellos se hacen signos
de bien y mal, de odio o de amor, o de pena
o gozo: el cuervo es malo y la torcaz es buena.
 
Ni es la torcaz benigna, ni es el cuervo protervo:
son formas del Enigma la paloma y el cuervo.
 
El Enigma es el soplo que hace cantar la lira.
 
¡El Enigma es el rostro fatal de Deyanira!
MI espalda aun guarda el dulce perfume de la bella;
aun mis pupilas llaman su claridad de estrella.
¡Oh aroma de su ****! ¡O rosas y alabastros!
¡Oh envidia de las flores y celos de los astros!
 
Cuando del sacro abuelo la sangre luminosa
con la marina espuma formara nieve y rosa,
hecha de rosa y nieve nació la Anadiomena.
Al cielo alzó los brazos la lírica sirena,
los curvos hipocampos sobre las verdes ondas
levaron los hocicos; y caderas redondas,
tritónicas melenas y dorsos de delfines
junto a la Reina nueva se vieron. Los confines
del mar llenó el grandioso clamor; el universo
sintió que un nombre harmónico sonoro como un verso
llenaba el hondo hueco de la altura; ese nombre
hizo gemir la tierra de amor: fue para el hombre
más alto que el de Jove; y los númenes mismos
lo oyeron asombrados; los lóbregos abismos
tuvieron una gracia de luz. ¡VENUS impera!
Ella es entre las reinas celestes la primera,
pues es quien tiene el fuerte poder de la Hermosura.
¡Vaso de miel y mirra brotó de la amargura!
Ella es la más gallarda de las emperatrices;
princesa de los gérmenes, reina de las matrices,
señora de las savias y de las atracciones,
señora de los besos y de los corazones.
 
¡No olvidaré los ojos radiantes de Hipodamia!
 
Yo sé de la hembra humana la original infamia.
Venus anima artera sus máquinas fatales;
tras sus radiantes ojos ríen traidores males;
de su floral perfume se exhala sutil daño;
su cráneo obscuro alberga bestialidad y engaño.
Tiene las formas puras del ánfora, y la risa
del agua que la brisa riza y el sol irisa;
mas la ponzoña ingénita su máscara pregona:
mejores son el águila, la yegua y la leona.
De su húmeda impureza brota el calor que enerva
los mismos sacros dones de la imperial Minerva;
y entre sus duros pechos, lirios del Aqueronte,
hay un olor que llena la barca de Caronte.
 
Como una miel celeste hay en su lengua fina;
su piel de flor aun húmeda está de agua marina.
Yo he visto de Hipodamia la faz encantadora,
la cabellera espesa, la pierna vencedora;
ella de la hembra humana fuera ejemplar augusto;
ante su rostro olímpico no habría rostro adusto;
las Gracias junto a ella quedarían confusas,
y las ligeras Horas y las sublimes Musas
por ella detuvieran sus giros y su canto.
 
Ella la causa fuera de inenarrable espanto:
por ella el ixionida dobló su cuello fuerte.
La hembra humana es hermana del Dolor y la Muerte.
 
Por suma ley un día llegará el himeneo
que el soñador aguarda: Cenis será Ceneo;
claro será el origen del femenino arcano:
la Esfinge tal secreto dirá a su soberano.
 
Naturaleza tiende sus brazos y sus pechos
a los humanos seres; la clave de los hechos
conócela el vidente; Homero con su báculo,
en su gruta Deifobe, la lengua del Oráculo.
 
El monstruo expresa un ansia del corazón del Orbe,
en el Centauro el bruto la vida humana absorbe,
el sátiro es la selva sagrada y la lujuria,
une sexuales ímpetus a la harmoniosa furia.
Pan junta la soberbia de la montaña agreste
al ritmo de la inmensa mecánica celeste;
la boca melodiosa que atrae en Sirenusa
es de la fiera alada y es de la suave musa;
con la bicorne bestia Pasifae se ayunta,
Naturaleza sabia formas diversas junta,
y cuando tiende al hombre la gran Naturaleza,
el monstruo, siendo el símbolo, se viste de belleza.
 
Yo amo lo inanimado que amó el divino Hesiodo.
 
Grineo, sobre el mundo tiene un ánima todo.
 
He visto, entonces, raros ojos fijos en mí:
los vivos ojos rojos del alma del rubí;
los ojos luminosos del alma del topacio
y los de la esmeralda que del azul espacio
la maravilla imitan; los ojos de las gemas
de brillos peregrinos y mágicos emblemas.
Amo el granito duro que el arquitecto labra
y el mármol en que duermen la línea y la palabra...
 
A Deucalión y a Pirra, varones y mujeres
las piedras aun intactas dijeron: "¿Qué nos quieres?"
 
Yo he visto los lemures florar, en los nocturnos
instantes, cuando escuchan los bosques taciturnos
el loco grito de Atis que su dolor revela
o la maravillosa canción de Filomela.
El galope apresuro, si en el boscaje miro
manes que pasan, y oigo su fúnebre suspiro.
Pues de la Muerte el hondo, desconocido Imperio,
guarda el pavor sagrado de su fatal misterio.
 
La Muerte es de la Vida la inseparable hermana.
 
La Muerte es la victoria de la progenie humana.
 
¡La Muerte! Yo la he visto. No es demacrada y mustia
ni ase corva guadaña, ni tiene faz de angustia.
Es semejante a Diana, casta y virgen como ella;
en su rostro hay la gracia de la núbil doncella
y lleva una guirnalda de rosas siderales.
En su siniestra tiene verdes palmas triunfales,
y en su diestra una copa con agua del olvido.
A sus pies, como un perro, yace un amor dormido.
 
Los mismos dioses buscan la dulce paz que vierte.
 
La pena de los dioses es no alcanzar la Muerte.
 
Si el hombre -Prometeo- pudo robar la vida,
la clave de la muerte serále concedida.
 
La virgen de las vírgenes es inviolable y pura.
Nadie su casto cuerpo tendrá en la alcoba obscura,
ni beberá en sus labios el grito de la victoria,
ni arrancará a su frente las rosas de su gloria...
 
Mas he aquí que Apolo se acerca al meridiano.
Sus truenos prolongados repite el Oceano.
Bajo el dorado carro del reluciente Apolo
vuelve a inflar sus carrillos y sus odres Eolo.
A lo lejos, un templo de mármol se divisa
entre laureles-rosa que hace cantar la brisa.
Con sus vibrantes notas de Céfiro desgarra
la veste transparente la helénica cigarra,
y por el llano extenso van en tropel sonoro
los Centauros, y al paso, tiembla la Isla de Oro.
Con efecto mundial de vela que se enciende,
el prepucio directo, hombres a golpes,
funcionan los labriegos a tiro de neblina,
con alabadas barbas,
pie práctico y reginas sinceras de los valles.

Hablan como les vienen las palabras,
cambian ideas bebiendo
orden sacerdotal de una botella;
cambian también ideas tras de un árbol, parlando
de escrituras privadas, de la luna menguante
y de los ríos públicos! (Inmenso! Inmenso! Inmenso!)

Función de fuerza
sorda y de zarza ardiendo,
paso de palo,
gesto de palo,
acápitcs de palo,
la palabra colgando de otro palo.

De sus hombros arranca, carne a carne, la herramienta florecida,
de sus rodillas bajan ellos mismos por etapas hasta el cielo,
y, agitando
y
agitando sus faltas en forma de antiguas calaveras,
levantan sus defectos capitales con cintas,
su mansedumbre y sus
vasos sanguíneos, tristes, de jueces colorados.

Tienen su cabeza, su tronco, sus extremidades,
tienen su pantalón, sus dedos metacarpos y un palito;
para comer vistiéronse de altura
y se lavan la cara acariciándose con sólidas palomas.

Por cierto, aquestos hombres
cumplen años en los peligros,
echan toda la frente en sus salutaciones;
carecen de reloj, no se jactan jamás de respirar
y, en fin, suelen decirse: Allá, las putas, Luis Taboada, los ingleses;
allá ellos, allá ellos, allá ellos!
La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y alma quieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
En vano ayer engendrará un mañana
vacío y por ventura pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de Francia realista
un poco al uso de París pagano
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.
El río Guadalquivir
va entre naranjos y olivos.
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo.
¡Ay, amor
que se fue y no vino!
El río Guadalquivir
tiene las barbas granates.
Los dos ríos de Granada
uno llanto y otro sangre.
¡Ay, amor
que se fue por el aire!
Para los barcos de vela,
Sevilla tiene un camino;
por el agua de Granada
sólo reman los suspiros.
¡Ay, amor
que se fue y no vino!
Guadalquivir, alta torre
y viento en los naranjales.
Dauro y Genil, torrecillas
muertas sobre los estanques,
¡Ay, amor
que se fue por el aire!
¡Quién dirá que el agua lleva
un fuego fatuo de gritos!
¡Ay, amor
que se fue y no vino!
Lleva azahar, lleva olivas,
Andalucía, a tus mares.
¡Ay, amor
que se fue por el aire!
Cuando se mira los faroles rojos
en la orilla del mar,
mi pescador, el de profundos ojos,
pone sus negras redes a pescar.

(El mar ante la noche se ilumina,
y sus olas doradas, al nacer,
florecen como un ansia repentina
en ojos de mujer).

Pez de luna bruñida no se pesca,
pescador.
Agua del golfo, la ondulada y fresca,
deja que riegue la orilla con amor.

No persigas la forma del lucero,
que ni el agua dormida la dará;
si él, como un sonámbulo viajero,
sólo viene y se va.

Que, pobres, las corrientes y la charca
encierran ilusión,
y ajenos al peligro de tu barca
vienen sueños de luz al corazón.

Con los ojos, ya tímidos, escarbas
en los mares rebeldes a cincel,
y puede correr llanto por tus barbas
de serpientes de miel.

El agua misma, la ondulada y fresca,
ponga un poco de sol en tu dolor.

¡Pez de luna bruñida no se pesca
pescador!
Felipe Thomas May 2014
as luzes e os sons da cidade
que nessa penumbra são meus fantasmas
atraem os sentidos da racionalidade
e repelem o instinto de minha consciência
o melhor dos meus acidentes e minha doença
a incurável, que me faz trabalhar a todo tempo
e que me faz saber o que só eu sei;
todos os bons rapazes de barbas feitas
com argumentos irrefutáveis e namoradas invejáveis
têm olhos tão bons quanto os de minha rola
eu sou falso, não me atrevo a debater
pois, afinal, por que lhes dar meu tempo?
eu o faria com algumas poucas pessoas
apenas as que me pudessem compreender
como as principais moças de meu inconsciente;
mas até que alguém assim me encontre
sigo caminhando sozinho no início de noite
tentando compreender o que é isso
e qual a importância de tudo que me circunscreve
enquanto sei que nada importa
andando a passos lentos
fazendo o que calho de fazer
encarando minha sombra recém criada
pela lua hasteada no céu de piche
sentindo o orvalho beijar minhas canelas
enquanto espero que alguém jamais se importe comigo.
Con una cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.

Fuego de siempre dormía en los pedernales,
y los escarabajos borrachos de anís
olvidaban el musgo de las aldeas.

Aquel viejo cubierto de setas
iba al sitio donde lloraban los negros
mientras crujía la cuchara del rey
y llegaban los tanques de agua podrida.

Las rosas huían por los filos
de las últimas curvas del aire,
y en los montones de azafrán
los niños machacaban pequeñas ardillas
con un rubor de frenesí manchado.

Es preciso cruzar los puentes
y llegar al rubor *****
para que el perfume de pulmón
nos golpee las sienes con su vestido
de caliente piña.

Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente
a todos los amigos de la manzana y de la arena,
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,
para que los cocodrilos duerman en largas filas
bajo el amianto de la luna,
y para que nadie dude de la infinita belleza
de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.

Tenía la noche una hendidura y quietas salamandras de marfil.
Las muchachas americanas
llevaban niños y monedas en el vientre
y los muchachos se desmayaban en la cruz del desperezo.
Ellos son.
Ellos son los que beben el whisky de plata junto a los volcanes
y tragan pedacitos de corazón por las heladas montañas del oso.

Aquella noche el rey de Harlem con una durísima cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
Los negros lloraban confundidos
entre paraguas y soles de oro,
los mulatos estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso blanco,
y el viento empañaba espejos
y quebraba las venas de los bailarines.

Negros, Negros, Negros, Negros.

La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba.
No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles,
viva en la espina del puñal y en el pecho de los paisajes,
bajo las pinzas y las retamas de la celeste luna de cáncer.

Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo,
cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetas
rueden por las playas con los objetos abandonados.

Sangre que mira lenta con el rabo del ojo,
hecha de espartos exprimidos, néctares de subterráneos.
Sangre que oxida el alisio descuidado en una huella
y disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.

Es la sangre que viene, que vendrá
por los tejados y azoteas, por todas partes,
para quemar la clorofila de las mujeres rubias,
para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabos
y estrellarse en una aurora de tabaco y bajo amarillo.

Hay que huir,
huir por las esquinas y encerrarse en los últimos pisos,
porque el tuétano del bosque penetrará por las rendijas
para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse
y una falsa tristeza de guante desteñido y rosa química.

Es por el silencio sapientísimo
cuando los camareros y los cocineros y los que limpian con la lengua
las heridas de los millonarios
buscan al rey por las calles o en los ángulos del salitre.

Un viento sur de madera, oblicuo en el ***** fango,
escupe a las barcas rotas y se clava puntillas en los hombros;
un viento sur que lleva
colmillos, girasoles, alfabetos
y una pila de Volta con avispas ahogadas.

El olvido estaba expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo,
el amor por un solo rostro invisible a flor de piedra.
Médulas y corolas componían sobre las nubes
un desierto de tallos sin una sola rosa.

A la izquierda, a la derecha, por el sur y por el norte,
se levanta el muro impasible
para el topo, la aguja del agua.
No busquéis, negros, su grieta
para hallar la máscara infinita.
Buscad el gran sol del centro
hechos una piña zumbadora.

El sol que se desliza por los bosques
seguro de no encontrar una ninfa,
el sol que destruye números y no ha cruzado nunca un sueño,
el tatuado sol que baja por el río
y muge seguido de caimanes.

Negros, Negros, Negros, Negros.

Jamás sierpe, ni cebra, ni mula
palidecieron al morir.
El leñador no sabe cuándo expiran
los clamorosos árboles que corta.
Aguardad bajo la sombra vegetal de vuestro rey
a que cicutas y cardos y ortigas turben postreras azoteas.
Entonces, negros, entonces, entonces,
podréis besar con frenesí las ruedas de las bicicletas,
poner parejas de microscopios en las cuevas de las ardillas
y danzar al fin, sin duda, mientras las flores erizadas
asesinan a nuestro Moisés casi en los juncos del cielo.

¡Ay, Harlem, disfrazada!
¡Ay, Harlem, amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises
donde flotan tus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado
cuyas barbas llegan al mar.
Alto soy de mirar a las palmeras,
rudo de convivir con las montañas...
Yo me vi bajo y blando en las aceras
de una ciudad espléndida de arañas.
Difíciles barrancos de escaleras,
calladas cataratas de ascensores,
¡qué impresión de vacío!,
ocupaban el puesto de mis flores,
los aires de mis aires y mi río.

Yo vi lo más notable de lo mío
llevado del demonio, y Dios ausente.
Yo te tuve en el lejos del olvido,
aldea, huerto, fuente
en que me vi al descuido:
huerto, donde me hallé la mejor vida,
aldea, donde al aire y libremente,
en una paz meé larga y tendida.

Pero volví en seguida
mi atención a las puras existencias
de mi retiro hacia mi ausencia atento,
y todas sus ausencias
me llenaron de luz el pensamiento.

Iba mi pie sin tierra, ¡qué tormento!,
vacilando en la cera de los pisos,
con un temor continuo, un sobresalto,
que aumentaban los timbres, los avisos,
las alarmas, los hombres y el asfalto.
¡Alto!, ¡Alto!, ¡Alto!, ¡Alto!
¡Orden!, ¡Orden! ¡Qué altiva
imposición del orden una mano,
un color, un sonido!
Mi cualidad visiva,
¡ay!, perdía el sentido.

Topado por mil senos, embestido
por más de mil peligros, tentaciones,
mecánicas jaurías,
me seguían lujurias y claxones,
deseos y tranvías.

¡Cuánto labio de púrpuras teatrales,
exageradamente pecadores!
¡Cuánto vocabulario de cristales,
al frenesí llevando los colores
en una pugna, en una competencia
de originalidad y de excelencia!
¡Qué confusión! ¡Babel de las babeles!
¡Gran ciudad!: ¡gran demontre!: ¡gran puñeta!
¡el mundo sobre rieles,
y su desequilibrio en bicicleta!

Los vicios desdentados, las ancianas
echándose en las canas rosicleres,
infamia de las canas,
y aun buscando sin tuétano placeres.
Árboles, como locos, enjaulados:
Alamedas, jardines
para destuetanarse el mundo; y lados
de creación ultrajada por orines.

Huele el macho a jazmines,
y menos lo que es todo parece
la hembra oliendo a cuadra y podredumbre.

¡Ay, cómo empequeñece
andar metido en esta muchedumbre!
¡Ay!, ¿dónde está mi cumbre,
mi pureza, y el valle del sesteo
de mi ganado aquel y su pastura?

Y miro, y sólo veo
velocidad de vicio y de locura.
Todo eléctrico: todo de momento.
Nada serenidad, paz recogida.
Eléctrica la luz, la voz, el viento,
y eléctrica la vida.
Todo electricidad: todo presteza
eléctrica: la flor y la sonrisa,
el orden, la belleza,
la canción y la prisa.
Nada es por voluntad de ser, por gana,
por vocación de ser. ¿Qué hacéis las cosas
de Dios aquí: la nube, la manzana,
el borrico, las piedras y las rosas?
¡Rascacielos!: ¡qué risa!: ¡rascaleches!
¡Qué presunción los manda hasta el retiro
de Dios! ¿Cuándo será, Señor, que eches
tanta soberbia abajo de un suspiro?
¡Ascensores!: ¡qué rabia!  A ver, ¿cuál sube
a la talla de un monte y sobrepasa
el perfil de una nube,
o el cardo, que de místico se abrasa
en la serrana gracia de la altura?
¡Metro!: ¡qué noche oscura
para el suicidio del que desespera!:
¡qué subterránea y vasta gusanera,
donde se cata y zumba
la labor y el secreto de la tumba!
¡Asfalto!: ¡qué impiedad para mi planta!
¡Ay, qué de menos echa
el tacto de mi pie mundos de arcilla
cuyo contacto imanta,
paisajes de cosecha,
caricias y tropiezos de semilla!

¡Ay, no encuentro, no encuentro
la plenitud del mundo en este centro!
En los naranjos dulces de mi río,
asombros de oro en estas latitudes,
oh ciudad cojitranca, desvarío,
sólo abarca mi mano plenitudes.
No concuerdo con todas estas cosas
de escaparate y de bisutería:
entre sus variedades procelosas,
es la persona mía,
como el árbol, un triste anacronismo.
Y el triste de mí mismo,
sale por su alegría,
que se quedó en el mayo de mi huerto,
de este urbano bullicio
donde no estoy de mí seguro cierto,
y es pormayor la vida como el vicio.

He medio boquiabierto
la soledad cerrada de mi huerto.
He regado las plantas:
las de mis pies impuras y otras santas,
en la sequía breve de mi ausencia
por nadie reemplazada. Se derrama,
rogándome asistencia,
el limonero al suelo, ya cansino,
de tanto agrio picudo.
En el miembro desnudo de una rama,
se le ve al ave el trino
recóndito, desnudo.

Aquí la vida es pormenor: hormiga,
muerte, cariño, pena,
piedra, horizonte, río, luz, espiga,
vidrio, surco y arena.
Aquí está la basura
en las calles, y no en los corazones.
Aquí todo se sabe y se murmura:
No puede haber oculta la criatura
mala, y menos las malas intenciones.

Nace un niño, y entera
la madre a todo el mundo del contorno.
Hay pimentón tendido en la ladera,
hay pan dentro del horno,
y el olor llena el ámbito, rebasa
los límites del marco de las puertas,
penetra en toda la casa
y panifica el aire de las huertas.

Con una paz de aceite derramado,
enciende el río un lado y otro lado
de su imposible, por eterna, huida.
Como una miel muy lenta destilada,
por la serenidad de su caída
sube la luz a las palmeras: cada
palmera se disputa
la soledad suprema de los vientos,
la delicada gloria de la fruta
y la supremacía
de la elegancia de los movimientos
en la más venturosa geografía.

Está el agua que trina de tan fría
en la pila y la alberca
donde aprendí a nadar. Están los pavos,
la Navidad se acerca,
explotando de broma en los tapiales,
con los desplantes y los gestos bravos
y las barbas con ramos de corales.
Las venas manantiales
de mi pozo serrano
me dan, en el pozal que les envío,
pureza y lustración para la mano,
para la tierra seca amor y frío.

Haciendo el hortelano,
hoy en este solaz de regadío
de mi huerto me quedo.
No quiero más ciudad, que me reduce
su visión, y su mundo me da miedo.

¡Cómo el limón reluce
encima de mi frente y la descansa!
¡Cómo apunta en el cruce
de la luz y la tierra el lilio puro!
Se combate la pita, y se remansa
el perejil en un aparte oscuro.
Hay az'har, ¡qué osadía de la nieve!
y estamos en diciembre, que hasta enero,
a oler, lucir y porfiar se atreve
en el alrededor del limonero.

Lo que haya de venir, aquí lo espero
cultivando el romero y la pobreza.
Aquí de nuevo empieza
el orden, se reanuda
el reposo, por yerros alterado,
mi vida humilde, y por humilde, muda.
Y Dios dirá, que está siempre callado.
Allí están,
allí estaban
las trashumantes nubes,
la fácil desnudez del arroyo,
la voz de la madera,
los trigales ardientes,
la amistad apacible de las piedras.

Allí la sal,
los juncos que se bañan,
el melodioso sueño de los sauces,
el trino de los astros,
de los grillos,
la luna recostada sobre el césped,
el horizonte azul,
¡el horizonte!
con sus briosos tordillos por el aire.

¡Pero no!
Nos sedujo lo infecto,
la opinión clamorosa de las cloacas,
los vibrantes eructos de onda corta,
el pasional engrudo
las circuncisas lenguas de cemento,
los poetas de moco enternecido,
los vocablos,
las sombras sin remedio.

Y aquí estamos:
exangües,
más pálidos que nunca;
como tibios pescados corrompidos
por tanto mercader y ruido muerto:
como mustias acelgas digeridas
por la preocupación y la dispepsia;
como resumideros ululantes
que toman el tranvía
y bostezan
y sudan
sobre el carbón, la cal, las telarañas;
como erectos ombligos con pelusa
que se rascan las piernas y sonríen,
bajo los cielorrasos
y las mesas de luz
y los felpudos;
llenos de iniquidad y de lagañas,
llenos de hiel y tics a contrapelo,
de histrionismos madeja,
yarará,
mosca muerta;
con el cráneo repleto de aserrín escupido,
con las venas pobladas de alacranes filtrables,
con los ojos rodeados de pantanosas costas
y paisajes de arena,
nada más que de arena.

Escoria entumecida de enquistados complejos
y cascarrientos labios
que se olvida del **** en todas partes,
que confunde el amor con el masaje,
la poesía con la congoja acidulada,
los misales con los libros de caja.
Desolados engendros del azar y el hastío,
con la carne exprimida
por los bancos de estuco y tripas de oro,
por los dedos cubiertos de insaciables ventosas,
por caducos gargajos de cuello almidonado,
por cuantos mingitorios con trato de excelencia
explotan las tinieblas,
ordeñan las cascadas,
la edulcorada caña,
la sangre oleaginosa de los falsos caballos,
sin orejas,
sin cascos,
ni florecido esfínter de amapola,
que los llevan al hambre,
a empeñar la esperanza,
a vender los ovarios,
a cortar a pedazos sus adoradas madres,
a ingerir los infundios que pregonan las lámparas,
los hilos tartamudos,
los babosos escuerzos que tienen la palabra,
y hablan,
hablan,
hablan,
ante las barbas próceres,
o verdes redomones de bronce que no mean,
ante las multitudes
que desde un sexto piso
podrán semejarse a caviar envasado,
aunque de cerca apestan:
a sudor sometido,
a cama trasnochada,
a sacrificio inútil,
a rencor estancado,
a pis en cuarentena,
a rata muerta.
¡Rey don Sancho, rey don Sancho,   ya que te apuntan las barbas,
quien te las vido nacer   no te las verá logradas!

      Don Fernando apenas muerto,    Sancho a Zamora cercaba,
de un cabo la cerca el rey,   del otro el Cid la apremiaba.
Del cabo que el rey la cerca   Zamora no se da nada;
del cabo que el Cid la aqueja   Zamora ya se tomaba;
corren las aguas del Duero   tintas en sangre cristiana.
Habló el viejo Arias Gonzalo,   el ayo de doña Urraca:
-Vámonos, hija, a los moros   dejad a Zamora salva,
pues vuestro hermano y el Cid   tan mal os desheredaban.

      Doña Urraca en tanta cuita   se asomaba a la muralla,
y desde una torre mocha   el campo del Cid miraba.
Sobre el camino se ve la venta.
        Risueño el valle,
claveles rojos, olor de menta,
de madreselvas y frondosa calle.

En el corral amplio, vacas y perros
        altos magueyes,
el sol dorado de altos cerros,
carros tirados por lentos bueyes.

Frente a la casa, los barrizales
        bajo madroños;
sobre la vega, rubios maizales,
y junto al plátano, verdes retoños.

Marcando prados en las campiñas
        se ven las zanjas;
junto al vallado se alzan las piñas,
y al gusto encintan ya las naranjas.

Cuelgan los troncos fuertes y erectos
        las níveas barbas,
sobre las hojas vuelan insectos,
bajo las hojas duermen las larvas.

Entre los fondos, ***** al antiguo
        trapiche humea,
y por la cuesta, sendero exiguo
que zigzagueando llevan a la aldea.

Verán tus ojos en la verdura
        y a donde vayas,
los mararayes en la espesura,
sobre las piedras, las pitahayas.

Con sus pinceles la tarde pinta
        vívido cromo;
de plata el río semeja cinta,
y el pozo, lejos manchas de plomo.

Amarillento sobre la falda
        se abre un barranco,
y de los campos en la esmeralda
Se alza, de techos, el humo blanco.

Una flor roja, vivas oscila,
        tiembla su estambre,
y bajo cedros, en doble fila,
sobre el camino, cerca de alambre.

La azada al hombro, tardo el labriego
        vuelve del campo.
y en ella fulge, roca de fuego,
del sol poniente vívido lampo.

Gris una nube, pasando finge
        velera barca;
otra, un castillo, y otra, una esfinge,
y un dragón otra, que el cuello enarca.

El horizonte cortan los techos
        las cumbres calvas,
y en el remanso, por entre helechos,
los pastos tienden sus plumas albas.

Abre sus flores los alhelíes
        cerca del río,
y el café luce, como rubíes,
sus rojos granos bajo el plantío.

En las paredes de la posada
        se ven letreros;
son un recuerdo para la amada,
o vanidades de pasajeros.

Por los bardales se ven las rosas
        sobre el camino;
Pasan volando las mariposas,
y a un canto, lejos responde un trino.

¡para el reposo, feliz quien halle
        tu puerta franca!
¡qué paz más honda la de tu valle!
¡qué paz, la tuya, casita blanca!
Oblatum - Magnus Volumine

John is defined in the Gospel of him as the disciple whom Jesus loved (cf. Jn 13:23). Thanks to the special signs of predilection that Jesus showed him at very significant moments in his life, John was closely linked to the History of Salvation. The first sign that showed him the great affection of Jesus was that he was called to be his disciple along with Andrew, Peter's brother, through John the Baptist who baptized in the Jordan River and of whom they were already disciples.. In fact, as Jesus passed by, the Baptist introduced him to him as "the Lamb of God" and they immediately followed him. John was so impressed by his personal encounter with Jesus that he never forgot that it was around four in the afternoon that Jesus invited them to follow him (cf. Jn 1:35-41). The second sign of predilection was having been a direct witness of some events in the life of Jesus, which he later reworked in the fourth gospel, in a theological way very different from the synoptic gospels (cf. Jn 21:24). And the third moment in which Jesus himself made him feel his friendship and his very particular brotherhood was when Jesus, about to give up his spirit (cf. Jn 19:30), wanted to associate it in a privileged way with the mystery of the Incarnation, expressly confiding it to his mother: "here is your son"; and expressly instructing his mother: "here is your mother." (cf. Jn 19:26-27).

The sources from which the data on John's life as an apostle, as an evangelist and as "adopted son" of Mary have been extracted do not always coincide. Some sources are more convergent and others are more dubious or apocryphal. From the gospels we know that together with his brother James - who will also be an apostle - the two were fishermen originally from Galilee, from an area of Lake Tiberias, and that together they were nicknamed "the sons of thunder" (cf. Mark 3:17). ). His father was Zebedee and his mother Salome. We find John in the narrow circle of the apostles who accompanied Jesus when he performed some of the most important "signs" (cf. Jn 2:11) of his progressive revelation as a type of Messiah very different from the one that the people of Israel was expected (Lk 9, 54-55). In fact, when Jesus resurrected Jairus' daughter (cf. Lk 8:51), when he was transfigured on Mount Tabor (cf. Lk 9:28), and during the agony in Gethsemane (cf. Mk 14:33), Jesus tried to make them understand that they had to transform their mentality linked to hope into a violent Messiah, similar to Elijah because, on the other hand, he was the beloved Son of the Father (cf. Lk 9:35), he was the Messiah come from the heaven to communicate divine life in abundance (cf. Jn 10:10), and that he was also going to suffer rejection and injustice from the religious leaders of his people (cf. Mt 16:21). In the Gospel of John, Jesus appears as the Teacher who also tries, in vain, to make the Jews understand the paradoxical logic of the Kingdom of God (cf. Jn 8, 13-59). His disciples, on his behalf, are invited to be born again (cf. Jn 3:1-21) to worship the Father in Spirit and Truth (cf. Jn 4:23-24); Jesus prays for them so that they remain united by divine Love (cf. Jn 17:21) and that they are fed by the Bread of Life (cf. Jn 6:35).

During the Last Supper, John had leaned on Jesus' chest and asked him: Lord, who is the one who is going to betray you? (cf. Jn 21:20). John was the only one of the apostles who accompanied Jesus to the foot of the Cross with Mary (cf. Jn 19, 26-27). John was the first to believe the announcement of the resurrection of Jesus made by Mary Magdalene (cf. Mt 28, 8): he ran quickly to the empty tomb and let Peter enter first to respect his precedence (cf. Jn 20, 1-8). Tradition adds that some years later he moved with Mary to Ephesus, from where he evangelized Asia Minor. It also appears that he suffered persecution from Domitian and that he was banished to the island of Patmos. Finally, thanks to the advent of Nerva as emperor, he (96-98) returned to Ephesus to finish his days there as an ultracentenarian, around the year 104.

The Gospel attributed to John was named after Origen. It has also been called the "Spiritual Gospel" or "Gospel of the Logos." His style and literary genre are full of "signs", symbols and figures that should not be interpreted literally. In the prologue of his gospel, John uses refined theological language to show how at the beginning of the New creation, in the New beginning the divine "Logos" already pre-existed; logos meaning the eternal creative Word of the Father, which was later translated into Latin as "Verbum". In the prologue of the fourth gospel Jesus is presented as the "Divine Word", the "Light of life" and "the pre-existing Wisdom of God" (cf. Jn 1:1-18). This gospel invites us to accept, through a faith full of amazement and gratitude, the surprising revelation that the Word of God, which no one had seen, became flesh and has made his home among his people. (cf. Jn 1:14). For this reason, the word "believe" is repeated almost 100 times, because God wants all men to be saved (cf. 1Tim 2:4) and to have abundant life through faith in Jesus Christ, God made flesh (cf. Jn 11, 25).

The Gospel of John also presents us in two very emblematic episodes the identity of Mary and the special relationship of John as her "adopted son" to her: at the wedding at Cana and at Calvary. In the narration of the sign of the water transformed into the new Wine during the wedding at Cana, Mary is shown to us as the powerful intercessor who anticipates the hour of Jesus' revelation to his People (cf. Jn 2:1- 12). On Calvary, at the moment of the glorification of Christ, Mary is presented as the Woman who is transformed into the New Eve or Mother of the disciples of her Son (cf. Jn 19:25-27). If we consider the close filial relationship between John and Mary, it is not difficult to imagine that the revelation of the figure of the Messiah in the Gospel of John has also been nourished by the direct testimony of Mary, since she, better than anyone else, in her last years of loneliness, he collected in his heart and in his memories the "signs", the "signs" and the words of life of Jesus. It is therefore conceivable that the unique experiences that she preserved in her memory, she later shared with the disciples of Jesus, and in particular with John. Therefore, it can be considered that Mary herself also progressively welcomed and interpreted in faith the revelation that the Son of her womb was at the same time the eternal Son of the Father, (cf. Jn 10:30), the only Bread. of life (cf. Jn 6:34), the Light of the world (cf. Jn 8:12), the Door (cf. Jn 10:7), the Good Shepherd (cf. Jn 10:11), the Resurrection and life (cf. Jn 11:24), the true Vine (cf. Jn 15:1) and the Way, the Truth and the Life (cf. Jn 14:6).

The three "letters" are attributed to the tradition of the disciples of John, which also have the flavor of brief homilies. The Apocalypse is a canonical book, recognized as inspired, that was born in the environments of the churches of the Johannine tradition that suffered the attacks of Gnostic doctrines. This, which is the last book of the Bible, uses a literary genre similar to that of some prophetic books of the Old Testament, such as the book of Daniel (cf. Dan 7), Ezekiel or Zechariah. The word apocalypse is the transcription of a Greek term that means revelation and not destruction, as is sometimes thought. John addresses seven letters to the seven churches (cf. Rev 1-3) to transmit to us, through very fascinating characters and symbols, a very concrete message of hope in which the slain Lamb (cf. Rev 5:12), i.e., Christ the Savior will triumph over all persecutions and oppositions of the forces of evil to the Kingdom of God and will make all things new. This will happen when God will establish his Kingdom of justice, love and peace at the end of time. In this book it is shown, with numerous and suggestive symbols, such as the seven seals (cf. Rev 6-8, 1), the seven trumpets (cf. Rev 8, 6-11, 19), the seven angels with the seven bowls (cf. Rev 15, 5-16, 21), the tiring path and the struggle that believers of all times have to face so that one day the building of the New Jerusalem will be carried out (cf. Rev 21-22), today we would say the Civilization of Love, brotherhood and care for life, when Jesus, the Alpha and Omega (cf. Rev 22:13), returns at the end of time. In this sense, the Apocalypse is also a prophetic book that interprets God's action in history, ensuring that the faithful and truthful Witness (cf. Rev 3:14) will return soon (cf. Rev 22:20) and will definitively conquer. to evil, pain, and death (cf. Rev 22:1-5).


Dedicavit

This manuscript is dedicated to Sauter Bernardino Edmundo Carreño Troncoso “ Primum Coniugem Alexandri Magnis ” of the first of the Gamelion of Dionysius of Leneo, to his Adelphos of Etrestles of Kalavrita, to Alexander III of Macedonia, known as Alexander the Great (July 21, 356 BC - June 10 or 11, 323 BC), Leonidas of Epirus, Lysimachus of Acarnania, Aristotle, Bucephalus, of the sixth of Hecatombeon, the month in which the Macedonians called him with the paelative Loios, the same day as the temple of Diana in Ephesus was burned; As Hegesias of Magnesia makes occasion for a presumption, Cassander, Ptolemy, and Hephaestion would become his lifelong companions and generals in his army. Callisthenes, another friend, was Aristotle's nephew. Dedicated to the dignity of Raeder of Kalymnos; son of Etrestles of Kalavrita, especially to Saint John the Apostle, distinguished relatives of the Transverse Valleys of Horcodndising and Sudpichi. Finally to my parents Luccaca and Bernardolipo Monarchs of Horcondising. And all the characters who will live eternally in this colossal Magnus Volumine. “Gratias Ago Tibi Propter Heroismum Tuum Vernarth, Et Doce Nos Viam Messiae” Thank you for your heroism Vernarth, and teaching us the way of the Messiah!

“I must tell you of my great admiration for my steed Alikantus, with which I will come to visit you soon, also to Kanti who have been a great precursor to take you to Athens, Thessaly, Delphi and Lefkandi. You can see that Bucephalus has joined our fight; where the “Sons of Iaveh, have eyes like a flame of fire or Aish, and feet like to go burnishing the chaff of bronze towards Patmos”, which will instigate you for the contrition of Thyatira, under the trick of my Rabbi Saint John the Apostle”


Thyatira

City rebuilt at the beginning of the 3rd century BC. E.C. by Seleucus Nicátor, one of Alexander the Great's generals. It was located about 60 km from the Aegean coast, on the banks of a tributary of the Gediz (ancient Hermos River), in the western Asia Minor. The Christian congregation of Thyatira received a message written by the apostle John as revealed to them by the Lord Jesus Christ. (Revelation 1:11) “which said: I am the Alpha and the Omega, the first and the last. Write in a book what you see, and send it to the seven churches that are in Asia: to Ephesus, Smyrna, Pergamum, Thyatira, Sardis, Philadelphia and Laodicea.

In this regard, the Lord declared in a reproving tone: “You tolerate that woman Jezebel, who calls herself a prophetess, and she teaches and leads my slaves astray to commit fornication and eat things sacrificed to idols.” This “woman” was probably named Jezebel because of her wicked behavior similar to that of Ahab's wife and her stubborn refusal to repent. However, it appears that only a minority of the members of the Thyatira congregation approved of this Jezebel influence, as the message continues to address “the rest of you who are in Thyatira, to all who do not have this teaching, to the very same ones who did not come to know the 'deep things of Satan'." (Revelation 2:18-29).

“ Children of Iaveh, you have “Eyes like a flame of fire or Aish, and feet like burnishing the chaff of bronze” toward Patmos that has freed me from your Xorki, how to say and what not to say to you; that my voice has stammered, making me feel that once I flee, I must adhere to the Eternal fire of the Mayim, children of Iaveh, the Mayim of Hydor and saint of water, the Windmill and its sad Myloi, fall on my face ”


Magnus Volumine I    


The Vernarth's intensification of this prosopography as Prosopography Magistri Militum Strategos Typology; he has used the raffle of a History it was not known but it is Vernarth now introduces in Historiography as an auxiliary. The methodological fragment could be torn apart from its screens of a mind enslaved to having to worship a cycle that condemns it to surrender to its loved ones leaving it at the same time to be sectored from a condemnation, to prostrate itself to an Eternal Life its images nor Masterful Words that would have to distinguish the parasciences from subdividing their corporality into thousands of Othónes or Screens, in order to be able to sustain themselves from others that do not compose the knowledge of what is not History; but rather that what happens typical of prosopography allows to obtain visibility regarding the different sectors of society, and the possibilities of their members to access positions of a present that never leaves the power of the Space of a Strategoi, as Time-Space at levels of superior Intelligence subject to mandates of divine Power that oscillates in a mental power of the Militum that coexists with the Community of the Strategos, creating the entire Quantum Band of the antiquity as an omnipresent being par excellence. When its ****** envelope is reflected in its Purgation, it will trigger a presence that governs itself and leads in the trend of a "Duoverse that will only be built in its Unique unity"... given the trend of all crowds that bustle beyond the mass of their Villas or Cities that they inhabit, creating sensations and an unreal genetic world even that amalgamates a large number of generations that only increases its demography based on the autarkic mandate of a history that goes back for not knowing what to imagine of the past and of a future without present that is sustained in a Spiritual Intelligence.

The sociological mutations will be circular, and the retrograde since the collective of images will exceed everything that is sustained on a material floor and therefore it denies that what develops in an empty heart will be a specialized material of a periodicity, that does not spare New Universes that a pillar or support be added that tends to calligraphy better where imagery could prevail all the limits of common language. The grammar of ancient Greece will defend periods that are neither static nor finite, leaving free space for words that are engulfed by vast seas of stagnant bibliographical records never known never written nor destined for a secular record. The Submythology Potential is provided by the entire Belt that surrounds from South America to the Mediterranean as an infinite cord of Eternity to re-hold itself in a matriarchy in the societies of the past to recognize, that femininity is the real genesis of research from where a frequent human origin proceeds, so this it is the transcended in the Universality that transcends in the investigation of the sphere of Unknown History; pretending its ligament of prosopography, and the vivifying instance of Submythology as a unifying entity to summarize the condition of Strategos/Magister Militum we have taken into consideration the situation of our utter information in this existing prosopography works. Parapsychology is subject to a dimension closely linked to non-reflection to even the Primordial Quantum to governs, and governs everything just as this Magnus Volumeni I tries to express the independence of all literary expression if it is about Vernarth, rather it is a documentary space.

Afterward six years of knowing and introducing myself to the area of   Technology, and the Science in the Tourism industry, I made my presentation at Macromedia University, Berlin-Germany. Through this university management I had the option of presenting my concept and avant-garde projects, which condescended me to get to know the E-Tourism Perspectives area of the University of Svizzera Italian-Ticino. This allowed me to meet and join an independent study challenge with the slogan of deriving a full range of analysis, and dedicated study Heritage Sites of UNESCO. All thanks to the agreement that consecrated me at the Pantheon-Sorbonne Université, specifically Maria Gravari-Barbas, Directore de la Chaire UNESCO, Culture, Tourisme / Lorenzo Cantoni, professor at USI Universitá della Svizzera Italiana.

The university has had here in South America, in Chile an intrepid collaborator who has tried to interpret the postulates of the Sciences of Humanity exposing the nature of preserving, and keep investigating everything in the lost history of Europe, which has great significance for Culture that has branched out through the Tourism Technology, and its Digital transformation for this purpose of understanding public life in dissimilar fields that are still hidden in intangible archives, which deduce important material of study in areas of Science, Philosophy, History, Politics, Geography, Jurisprudence that would add to the world of the conservation of the ancestral peoples with all its courageous identity of the Prosopography, and the archaeological demography.

The United Nations Educational, Scientific & Cultural Organization, known for short, as UNESCO is a specialized agency of the United Nations. It was founded on November 16, 1945 with the aim of contributing to peace and security in the world through education, science, culture and communications. The constitution signed that day entered into force on November 4, 1946 ratified by twenty countries. In 1958 its main headquarters were inaugurated, in the VII district of Paris. Its general director is Audrey Azoulay the specialization and search for Culture, Education and Science is a way of contributing to humanity, peacefully granting security through the entire International community for this reason we believe that this work fulfills that prerogative narrowing organically, as been always it is here with the multidimensional epic narrative that is broken down with the prose, and parapsychology other than is a field closely linked to the intrinsic link of all the treasure that has been transmitted for thousands of years, leaving before our expectation what its ruins and works have wanted to demonstrate with their laudable dedication foundations, and expansion of multiple Sites in their musings that have traveled the history of diction of the science of culture, information, communication to create knowledge that this still remains with our reality of society that has the pattern of explosive generation of the current one. One of Vernarth's is the most important premises to create the roots of systematic knowledge, that is to say to provide platforms for their family trees, prosopography and the art of writing Submythological Prose whose the objective tends to occupy the expanded universal literature that has advanced for thousands of years on the other hand, Submythology is free of format cancels many aspects of the temporary format, and creates a relationship link between the academic and the secular attracting infinities of Cultures, historical landmarks, hybridity of languages, and above all merging and re-transforming existences of the post-Classical period; where the source and personal question does not daunt the distances of the inheritable that distanced us by geological-Historical periods, rather it makes the viability of an unexplored field up to now as Vernarth is the granting a hierarchical international value that will retransmit knowledge and skills.

In this way, agglutinating ourselves in those interstices that are not visible, qualifyable or quantifiable, only have to materialize when patrimonial beings are chosen by others who are already hereditary of an industrious will it occupies the supports of a platform of earthly inheritance, and later disseminate it throughout different sectors of the field of knowledge and the research, connoting that there are many variables that could help us interpret the foundations of the UNESCO heritage, today are far removed from communities that want to invest time in inquiring more deeply about them. For this reason, Central and Eastern Europe is at the forefront of generating multi-channels that can ensure the treatment of technological routes or flourishing that want to be found again, such as the Qhapac Ñan, or perhaps the Jacobean Route, perhaps the Route from Patmos to Judah pointing to Vernarth by demonstrating that hindsight could be perfective when visualizing facts that were not witnessed or written as they should be, VG the return to Galilee of Saint John the Apostle in the Hegira to Judah, relegated to Greece by Emperor Domitian. The amendment of such a well-deserved return confirms the wait for an immortal being in the Eclectic Portal for three months, who will mean the ordinary that rises up from the phenomenal investing in roles that many times, as indicated by the dogma of the baptistery indicating that we can be saints and apostles to preserve the patrimonies to educate and retransmit values to follow.

Vernarth Trilogy II at its end, is reiterated in deliberating that this work never ends because each chapter of Paraps, inaugurates a new infinite regressive dimension as it is in the case of Poielipsis; as it is a liquefaction of the parameter of Poiere, and the inverted Apocalypse to make changes after personalities that manage to impact the successive episodes of alteration of Life periods, as in this case Vernarth when he was legitimized to assist Gaugamela by the god Spílaiaus to make the support to Alexander the Great not only for winning the battles but for saving and winning the souls of the fallen Hoplites, generating in them an idyllic prose that promotes and sublimates the possession of the principles of an Apocalypse, that suggests protecting those who should believe without pain of what will await them later for an indefinite death. The Souls of Trouvere will stand out with the bulwark of enthronement of the state of energy that would mobilize Charles the Great by taking him to the platform of conquest of Europe crowned as emperor by Pope Leo III taking the lessons strongly rooted, and letters that would subscribe the cheers where nothing dies in the center of its own fear, because that is where the edge of a sword loses its value that it cannot use the other as an arbitrary neologism of only reigning without the sacrifice that every regime bets on, including the crown when Charlemagne assumed his great legacy at twenty years after expiring later at seventy-two. This is where fears die, not being able to hope or convalesce in concepts of Energeia that vitally moved from the similar aspect to Alexander the Great in the same even numeral but thirty-two, and letters that would be signed by cheers where nothing dies in the center of its own fear because that is where the edge of a sword loses its value that it cannot use the other as an arbitrary neologism of only reigning without the sacrifice that every regime bets on, even the crown when Charlemagne assumed his great legacy at twenty after later expiring at seventy-two.

In another topic, Vernarth after witnessing Stratonice's intermission decides to run at her bare feet for those who banish with their needs on the parental scale of their range, succeeded by Energeia's need for the impudent sense of being enraptured in possibilities, here insulting also the principle of quantum science with the spin of subatomic particles, alembicated in the timeless particles that could leave out of the nucleus the proportion of rotation of time that could be found, and rooting of memories in rectilinear lines of the imperturbable Hellenic mental axis. One could also amend here all the licentious action of Seleucus by Stratonice when she splits the gross threshold of her son Antiochus, and Antigonus I Monophthalmos referring to the father Stratonice of Macedonia for never marrying her to Seleucus. All this generates the Epistle addressed to Vernarth to solve the strident and impalpable of the warlike Diadocos that greatly affected the female descendants, confining them to their domestic avatars in disloyal empires, where these vilifications devastate the imperial partiality through the centuries of an oppressive strength, and disagreement in their moral wrongs. From this quality the coordinate of the Souls of Trouvere that remains in the present, always allying themselves in saviors of oppressed and abandoned peoples who strive in the neologism of the Epsilon or Vernarth's fifth dimension, and not restrict themselves as Aristotle affirms, investigating the entity towards a mono-meaning in this causal of such an alpha that says the paradoxical demonstrating diversity of optics. Prior to this diatribe, Vernarth decides his naturalness that he decides to promote the Souls that are part of both topics to alleviate the potentialities of the acts that are apprehended in the light of genius that coexists with both. What he judged us in the unfolding of his entity and will deliver it by divine intelligence so as not to reduce the free power of the Epsilon that was extracted in the welcoming the presence of Stratonice on the (substitute scale of Vernarth's relativistic emotions). There are few seconds that can be extended more from a selective argument of tendencies in ex-sheets that could be attributed to dimensions of the period of Trouvere's souls, lacking stillness in simulated biological environments.

The dynamics of this Poielípsis is to adorn the Voielípsis as an analogous addition of quantum causality and timeless Christianity, since it supports a conjugate mix deified by Saint Thomas Aquinas heading towards the mainstay in the mega absorption of Christian Aristotelian ideals. The souls will be residents of the indeterminate spiritual mechanics to put effects of the incredulous versatility on themselves, in sub-aquatic depths that coexist with the geological structure of the cavern of Saint John Apostle more than sub-earthly concomitance under the same axial of geological sustaining coordinate. Namely; they will live together while the temple is established except three hundred, and eight meters from its antipode in the underwater base of Prophytis Ilías.

The upholstery of the Pithya Herophile attacks the subtending of the flying buttress that was supported by the cavities of the volcanic rocks of Patmos, indicating its agreement with the Souls due to the disoriented cognitive dissonance that was generating paradigms, which tracked the stones that formulated Aquarian sounds in their dominant tonality due to the minuscule machine of light, more distant in the incommensurability that evaded its eclipsed in the resplendent major note that became monarchical due to the hypotenuse of the rectangle in three subdominant angles. This means that the Sybille was in the high point of observing her premonitions towards the creation that was born from another end to end in the recycling of creation in the dim light of clarity of the destinations that were going to present themselves as a song of remembrance of the Poielipsis, venturing the new restart or attempt of the Delphic oracular. The songs remain in the spell, and in the banal desires that would harm a mortal that will expand to the hypotenuse or line of the sentence that marked a step impelling in the misgivings and forgiveness of the banner of risk. Santiago of Compostela was going to Stratonice with his inclinations, like a geometric racconto subduing the fears that slip through the veil of the dogma of the arch where no philosophy can look higher if it is not allowed, typical of vegetating or freeing oneself from what revives in fears that do not shed light on eternal life, perhaps of a the Matematikoi himself who doubts an Ad finitas basis, and who finds out without the limits leading Pythagoras to the ground handcuffed from Crotona, always ignorant of the linguistic power that urges to rewind the spheres that still weave crossed angles placing themselves in trial, and error when considering a non-renewable past the soul of the Poielípsis adopted a Pythagorean conception in the halters of livid legions of Orpheus, as if it were his consecrated to the hypogeum where the level was to stir the embankment that will merge with Zefian's Arrows.

A diminutive atonal music possible existed in the molecules, and in trigonometric periods in which the measures were united in time as a stationary whole vivifying a great variety of fractional numbers as souls of the same numeral that finally appear to be Pythagorean digits. Vernarth's military of Phalanxes in this epic made the crucial oblique moment to break Dario's troops like a dozen Elegy that was going to re-flower what he knew of his already sub-treated destinations, other than will only be souls tired of keeping themselves alive in their morbidity, and the dissociated causal of immortality that will distance itself from the prohibited abstinences in libertarian exercises of any counting that ponders on the coming etymology of the Vita Pythagorae on the couch of joy, and serving his doctrine that saves himself that will save us in the Messiah for those who in their souls do not have the sacrifice of a lamb that feeds, nor a base that goes ahead in the centuries grazing what no one was capable of. In the second triad of Apollo the oracle of Apollo with the Souls that reveal Charles the Great to be his favorite for the protectorate of Compostela, and his spiritual regency the invitation to Charlemagne breaks out from Aachen after 33 consecutive years in the sword dispute stating that the Saxons never complied with the treaties and signed surrenders. Charlemagne put himself at the head of his army on several occasions to fight with his sword against the Saxon danger, also entrusting the troops to the counts when other matters required his presence in the second concave wasteland, and the straight ascending of the Trouvere Souls crowning Charlemagne emperor of Rome and Francos chosen by Leo III, predicted by the Apostle Santiago in defensive pontifical struggles, and defenders of Christianity. In this paradigm there is a deceased seep through of an elusive world that was joining from here in the vein of Poielípsis for the sake of some eras that came from the mutes, and anonymity that augured to link them to know within their endless intrinsically organic movement, also as a diligent active cosmos of the discovery of the Jacobean route longing to be a better region than the Dodecanese merged by the twelve apostles, and now the brother of the son of Zebedee; Santiago, brother of Saint John the Apostle, ennobled in the 778 AD tying it to Hispania. In ****** and constant fighting, Charlemagne besieged the Saxons, he entered Hispania crossing the Pyrenees as an anticipation of the aforementioned the Jacobean Route, everything worsened in this way witnessing the subjugated places in the jurisdictions of the Trouvers who were Pythagoric elite of soldiers who they had be bilocated in this Christian Era, preceded by this perfidious Basque in the woods subsisting separated right here from the progenitors of the Trouvers, who claimed to be the strongest to pursue them to Pamplona with Charlemagne. Everyone was escaping from Islam, and not a few Christians resented this affront in the dynamics that will reveal the Songs of the French Deed.

This previous paragraph exhibits the eloquence of how the interlining that Vernarth had to create a Brotherhood Code called "Raedus Codex" for the high nomination polished in the Infant Raeder as a twitch of the sacrifice of his young soul, who fought battles in pursuit of defenses pure and free with the freshly grown grass of the spring of the world in Genesis. The Souls in Trilogy III will be the compendium of the Codices that will enter the Wind Tunnel what will be governed by the warm Meltemi wind, and swirled by the winds of Eolonymy, ascending all those who should be admitted and not purging those in between who they enjoyed a pre-Christian heritage citing Pythagorean antiquity behind those who must have dressed it up as a Codex Calixtinus. From this arrangement Charlemagne will drive souls with antiphons, the Apostle Santiago will come lacerated to meet his brother Saint John the Apostle, his barge will be abandoned in the Strait of Gibraltar and then arrive at Santiago of Compostela from here he will make tributes of name to ascend to Patmos. Just as the end of Vernarth's Trilogy II is faithfully transcribed, also Stratonice, the Hexagonal Primogeniture, Alexander the Great, King David Elias, Malachi, Isaiah and all the acquirer flashed in Raeder and his Pelican Petrobus, as self-sustaining defenders of the Infantile Fantasies that they continued in this complex work after a finding that fed them up in Vernarth as well as everything related to their release and investiture to say that all roads lead to Patmos, as Locus Sanctus of all the shepherds who heal their sheep that do not belong to others that are populated with white souls, for the good of other shells 308 meters below the Prophytis Ilias with the consent of Stratonice who would be arriving in Macedonia where the pass of the centuries they would tell them about the Jacobean Route instructed in confrontations, and concordances with the airons of the Trouvere protected by a rectangle of three Pythagorean subdominant angles in dissipated darkness of the golden astrological ambiguity of Theoskepasti of the meridian of the Kimolos. He will go away saying explicitly that the darkness became visible mists where there was nothing to hide from Psathi Roadstead in Kimolos, until reaching the Agia or the Chapel of Theoskepasti that would become visible for the phenomenon of Faith, alluding to a portentous desire that everything was tied to the same sense of compression of which the image or sound of the creation at times to became invisible but precisely understandable, as it was when imagining palpable the reality of what allows the human eye to feel for an instant that everything is real imperceptible, more present of all what can be detected by superior senses more than humans, giving way next to the Raedus Codex more present of all what can be detected by superior senses more than humans.

From Ios or Nios, bordering on Psathi, the Trilogy is unleashed when the association of all the spaced Cyclades of Vernarth will come to every equinox to shine the careful nap of the villagers of the Cyclades, close to the torpor of Thira. It will raise each Hoplite that from the point of Nios drags them with its abandoned body that could never receive the roads that led to Chora in infinitesimal distances and in white spots of all the Cycladic ghosts, who try to exalt themselves and assimilate to the villagers of Psathi.

According to Plutarch, the name Ios or Nios is believed to derive from the ancient Greek word for the violets "Ία" (Ia) because they were commonly found on the island, and is the most accepted etymology. It is also postulated that the name is derived from the Phoenician word iion, which means, "pile of stones". It was called "Φοινίκη" (Phiniki) named after the Phoenicians in the 3rd century when the island joined the League of Islanders it was probably temporarily called Arsinoe after the wife of Ptolemy II. Today the inhabitants of the Cycladic Islands call Nio Island a name derived from the Byzantine era. The name Little Malta, found in traveler's texts during Ottoman rule, is related to the permanent presence of pirates on the island of Latin-script languages.
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Discutiendo están dos mozos
si a la fiesta del lugar
irán por la carretera
o campo traviesa irán.
Discutiendo y disputando
empiezan a pelear.
Ya con las trancas de pino
furiosos golpes se dan;
ya se tiran de las barbas,
ya se las quieren pelar.
Ha pasado un carretero,
que va cantando un cantar:
«Romero, para ir a Roma,
lo que importa es caminar;
a Roma por todas partes,
por todas partes se va».
¡Alta selva, morada de la sombra!
Cual se solaza el alma en tu frescura,
Sobre tu muelle alfombra,
Bajo tu dombo inmenso de verdura.

En ti el génesis late, en ti se agita
La savia creadora;
Eres arpa salvaje, vibradora,
Donde la vida universal palpita.

Los árboles, pilastra de tu arcada,
Se retuercen leprosos,
En la inmensa hondonada;
Y muestran vigorosos
Sus blancas barbas, que remece el viento,
Cual guerreros pendones
De gigantes en ancho campamento.

Y el río entre los antros pavorosos
Donde ruedan las aguas turbulentas,
Al chocar en los altos pedrejones
Salta en recios turbiones,
Y ruge cual si fuera las Tormentas
Cabalgando en los negros Aquilones.

En la orilla, debajo de las frondas,
Se ve el plumaje de las garzas blancas
Y allá, del pasto entre las verdes ondas,
Los toros muestran sus lucientes ancas.

En la cálida hora del bochorno;
Abrasa el sol y enerva;
Se inclina mustia la naciente yerba,
Y arroja el suelo un hábito de horno.

Se ven del tigre en el fangal las marcas;
Y en la vaga penumbra, entre las quiebras,
Junto a las negras charcas
Yacen aletargadas las culebras.

Trasciende el aura a  vírgenes efluvios;
El humo de la roza, azul y blanco
Sube de la montaña por el flanco,
Y alzan las cañas sus airones rubios,
Del sol de los fulgores,

Como penachos de indios vencedores;
Y traen a la vega, bulliciosos,
Los vientos tropicales,
El ruido de los plátanos hojosos
Y el lejano rumor de los maizales.

Y en la playa desierta,
Sobre la seca arena, perezosos,
Cual negros troncos, con la jeta abierta,
Descansan los caimanes escamosos.

En la cercana loma,
En un recodo del camino, asoma
Feliz pareja de labriegos.
                                                     
Ella,
Núbil, fornida y bella,
De ojos negros y ardientes, y de roja
Boca virgínea, y de apretado seno
Que forma curva en la camisa floja;
Y él, atlético y lleno
De juventud y vida, musculoso,
Con muñecas de recia contextura,
Hechas como muñecas de coloso
De alguna raza extraña,
Para domar el potro en la llanura,
Para tumbar el roble en la montaña.

Y la feliz pareja al fin se pierde,
Entre la selva enmarañada y verde.

Pan jadea, de lúbricos ardores
Henchido el pecho, bajo el cielo urente
Y pasa un soplo sensual, ardiente,
Fecundando los nidos y las flores.
Lágrimas alquiladas del Contento
Lloran difunto al padre y al marido;
Y el perdido caudal ha merecido
Solamente verdad en el lamento.
Codicia, no razón ni entendimiento,
Gobierna los afectos del sentido:
Quien pierde hacienda dice que ha perdido,
No el que convierte en logro el monumento.
Los sacrosantos bultos adorados
Ven sus muslos raídos por el oro,
Sus barbas y cabellos arrancados.
Y el ser los Dioses masa de tesoro,
Los tiene al fuego y cuño condenados,
Y al Tonante fundido en Cisne y Toro.
Tuvo unas barbas húmedas, marinas,
y pálida y desnuda era la frente.
Adorador del fuego del poniente
entre las piedras de las propias ruinas...

Viajero en alas de las golondrinas
se desnudó a la luz resplandeciente.
Desnudo -nuevamente adolescente-
con el dolor jugó a las cuatro esquinas.

La carne está en su ocaso. Queda el gesto.
Es la luz su mejor libro de texto
y reza, rosa a rosa, su rosario.

Ama las horas porque borran huellas
en la serenidad, y en las estrellas
estudia su futuro itinerario.
Este gran don Ramón de las barbas de chivo,
cuya sonrisa es la flor de su figura,
parece un viejo dios, altanero y esquivo,
que se animase en la frialdad de su escultura.El cobre de sus ojos por instantes fulgura
y da una llama roja tras un ramo de olivo.
Tengo la sensación de que siento y que vivo
a su lado una vida más intensa y más dura.Este gran don Ramón del Valle-Inclán me inquieta,
y a través del zodíaco de mis versos actuales
se me esfuma en radiosas visiones de poeta,o se me rompe en un fracaso de cristales.
Yo le he visto arrancarse del pecho la saeta
que se lanzan los siete pecados capitales.
Glotona por las moras tempraneras,
Es noche cuando torno a la alquería,
Cansada de ambular, durante el día,
Por la selva en procura de moreras.

Radiante, satisfecha y despeinada,
Con un gajo de aromo en la cabeza,
Parezco una morena satiresa
Por la senda de acacias extraviada.

Mas me asalta el temor ardiente y vivo
De que me sigue un fauno en la penumbra,
Tan cerca que mi oído ya columbra
El eco de su paso fugitivo.

Y huyo corriendo, palpitante y loca
De miedo, pues tan próximo parece,
Que mi gajo de aromos se extremece
Rozado por las barbas de su boca.

— The End —