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Vamos a gozar el sol
distribuyendo sus rayos
como los abrazos tiernos
de la amada
que hacen olvidar penas
o pesares de la jornada.
Disfrutemos el verano
lo mismo
que gozamos el inverno
cuando las gotas de la lluvia
ayudan a crecer los barbechos.
No nos quejemos de la pobreza
cuando creamos
que ella consiste
en a falta de dinero.
Condolámonos más bien
de la miseria
cuando está en la falta de valor
en el alma
para enfrentar cada día
penosas tareas.
Corramos más bien
a disfrutar del nacimiento
y renovación de la  mañana
cuando se llena de colores el alba,
no sea que nos suceda
como a aquel que sólo desea
atesorar riqueza:
pierde el gusto por lo elemental,
pues tiene la creencia
en que todo se consigue
con algo de metal;
se le olvida que lo esencial
es tener un poco de pan en la mesa
y, al menos, el agua viva
del fresco manantial.
Vamos a gozar el sol o el invierno
sin imprecaciones
para el uno o el otro
porque ellos siempre
igual llegan
para pobres o poderosos.
(Jorge Gómez A. Julio de 1994)
Francisco encaminábase a Perusa
y así le hablaba al compañero:

                                              «Hermano
León, oveja del Señor: si el fraile
Más humilde, los nombres de los astros
Todos supiera; y la virtud oculta
Lograra descubrir, con don arcano,
De las piedras, los árboles y el agua;
y entendiera el idioma de los pájaros,
Lo que hablan los insectos y las fieras
y las greyes que pastan en los prados,
Sabe que en eso no hay completa dicha».

y prosiguió después:
                                      «Óyeme, Hermano
León, oveja del Señor: si el fraile
Más humilde, las lenguas que se hablaron
y se hablan en el mundo comprendiera;
Si la ciencia que guardan los Sagrados
Libros su mente atesorar lograra,
y pudiera leer lo que los Santos
y los ángeles piensan en el Cielo,
y pudiera leer todo lo arcano,
Sabe que en eso no hay completa dicha».

y prosiguió después:
                                      «Óyeme, Hermano
León, oveja del Señor: si el fraile
Más humilde, pudiera al solo tacto
De las manos curar a los leprosos;
y sanara a los cojos y los mancos,
y a los ciegos la vista les volviera;
y si, la Ley Divina predicando,
Ablandara los duros corazones
Que viven en la sombra del pecado,
y a los infieles convirtiera a Cristo,
Que a todos abre los amantes brazos,
Sabe que en eso no hay dicha completa».

y prosiguió después:
                                      «Óyeme, Hermano
León, oveja del Señor: si turba
Hostil surgiera y nos cerrara el paso
Cuando a Perusa entremos, y de pronto
Hiciera de nosotros vil escarnio;
Luego nos arrancara las capuchas,
A los sayales nos lanzara fango,
Y después, bajo piedras y garrotes
En el arroyo exánimes quedáramos,
Tan sólo en eso habrá completa dicha».

Así decía, y se detuvo el Santo
En mitad de la cumbre. Desde el Catria
El sol iluminaba el hondo espacio.
El rumor del torrente no se oía,
Ni de las aves en el bosque el canto.

Y para Fray León aquel silencio
Fue una pregunta en la quietud del campo;
y tranquilo y humilde, hacia el Maestro
Alzó los ojos y le dijo: «¡Vamos!»

— The End —