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Aquellos días extraviaron mi sentido profético, a mi casa
entraban los coleccionistas de sellos, y emboscados, a altas horas de la estación, asaltaban mis cartas, arrancaban de ellas besos
frescos, besos sometidos a una larga residencia marina, y conjuros que protegían mi suerte con ciencia femenina y defensiva
caligrafía.
Vivía al lado de otras casas, otras personas y árboles tendiendo a lo grandioso, pabellones de follaje pasional, raíces emergidas, palas vegetales, cocoteros directos, y en medio de estas espumas verdes, pasaba con mi sombrero puntiagudo y un corazón por completo novelesco, con tranco pesado de esplendor, porque a medida que mis poderes se roían, y destruidos en polvo buscaban simetría como los muertos en los cementerios, los lugares conocidos, las extensiones hasta esa hora despreciadas, y los rostros que como plantas lentas brotaban, en mi abandono, variaban a mi alrededor con terror y sigilo,, como cantidades de hojas que un otoño súbito trastorna.
Loros, estrellas, y además el sol oficial, y una brusca humedad, hicieron nacer en mí un gusto ensimismado por la tierra y cuanta cosa la cubría, y una satisfacción de casa vieja por sus murciélagos, una delicadeza de mujer desnuda por sus uñas, dispusieron en mí como de armas débiles y tenaces de mis facultades vergonzosas, y la melancolía puso su estría en mi tejido, y la carta de amor, pálida de papel y temor, sustrajo su araña trémula que apenas teje y sin cesar desteje y teje. Naturalmente, de la luz lunar, de su circunstancial prolongación, y más aún, de su eje frío, que los pájaros (golondrinas, ocas) no pueden pisar ni en los delirios de la emigración, de su piel azul, lisa, delgada y sin alhajas, caí hacia el duelo, como quien cae herido de arma blanca. Yo soy sujeto de sangre especial, y esa substancia a la vez nocturna y marítima me hacía alterar y padecer, y esas aguas subcelestes degradaban mi energía y lo comercial de mi disposición.
De ese modo histórico mis huesos adquirieron gran preponderancia en mis intenciones: el reposo, las mansiones a la orilla del mar me atraían sin seguridad, pero con destino, y una vez llegado al recinto, rodeado del coro mudo y más inmóvil, sometido a la hora postrera y sus perfumes, injusto con las geografías inexactas y partidario mortal del sillón de cemento, aguardo el tiempo militarmente, y con el florete de la aventura manchado de sangre
olvidada.
Jorge Rangel Sep 2018
He mirado al mundo cambiar,
A Dios olvidar, en todo dudar,
Perder la razón, llamarlo prosperar.
He mirado a niños de hambre llorar, a ricos aumentar, gobiernos fracasar,
Al pueblo todo ignorar.
He mirado a gente sobornar,
La prensa a la verdad disfrazar,
A políticos promesas olvidar,
Jueces que prefieren profesionalmente superar,
He mirado a compañías triunfar, al pobre individuo derrotar,
La tierra usurpar, las leyes comprar,lo natural alterar.
A ti y mi ayudar,
La verdad mentira llamar.
Antes que el gallo logre 3 veces cantar,
He mirado al mundo cambiar.
MÁFV Mar 2019
Esta pretensión de vida deja de hacer sentido
Toda lógica junto a la razón, ha desaparecido
Tanta trivialidad es demasiado a limpiar
Mi palabra es tuya a repetir, toca comenzar

La moral es lo básico para la incongruencia
Etiqueta, protocolo y comportamiento de animales
Tanta profundidad de nada y violencia
Leeremos la palabra de aquel quien aleja los males

Actuando acorde a un guion, ábrete propiamente a la frustración
Actúa acorde sin que te sorprendan, sino encontrarás rechazo
Nunca actúes acorde a morir y encontrar salvación
Encuéntrala en este mundo y mándalo con tu codo en regazo

Meretrices moralistas quienes se engañan en el juego de la sociedad
Tan ridículo como un briago recordando sus ayeres, ahora en sobriedad
La gente cambia pero su historia jamás se habrá de alterar
Son animales, buscando placer en el esnobismo e ilusiones a crear

Viejos corsarios abiertos a la muerte
Pues siempre conscientes han vivido a la suerte
Aquellos que ostentaban falsamente fe y religión
Se consumirán solos al ver que de la nada eran un peón.

— The End —