Este hombre, no lo elegí
y, sin embargo,
eligió todo de mí.
Me dicen que no es
como me dijeron que es,
y como digo que es,
tampoco es.
Este cadáver, yo lo elegí.
Lo visto bonito,
perfumado con cemento,
imán de sus ojos muertos.
Lo miro lento y largo,
y mientras más lo miro,
más me mira.
Fue un niño él también:
no le temía al agua,
no le temía a las alturas,
lo pedía todo,
porque todo merecía.
No me eligió,
pero yo elegí odiarlo.