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Este hombre, no lo elegí
y, sin embargo,
eligió todo de mí.

Me dicen que no es
como me dijeron que es,
y como digo que es,
tampoco es.

Este cadáver, yo lo elegí.
Lo visto bonito,
perfumado con cemento,
imán de sus ojos muertos.

Lo miro lento y largo,
y mientras más lo miro,
más me mira.

Fue un niño él también:
no le temía al agua,
no le temía a las alturas,
lo pedía todo,
porque todo merecía.

No me eligió,
pero yo elegí odiarlo.
Me asfixia el respiro
que se hizo esperar hasta el olvido.
Me hace falta algo que no quería
hasta hace un momento.

Quiero desnudar mi sangre,
verla blanca, como es,
verla virgen, como es,
y bañarme con sus alas.

Que los andrajos que me pusieron,
y las piedras con las que me pulieron,
y las tijeras con las que me cortaron,
caigan a un futuro nunca dado.

Ya no sé nada de nadie,
y nadie sabe nada de mí.
No encontrarías mis venas,
en ninguna parte de mi.

Me asfixio,
como un ave en los cielos
que cree que es pez.

— The End —