Mientras los días van pasando
como volando, viviendo cada momento
como único, y por ello,
agradecido y afortunado.
Se vive plenamente consciente
de ser parte activa y presente,
de una eternidad inexplicable...
una danza de energía en
plena acción.
Si toda forma de vida,
planeta, estrella, galaxia,
vasto universo y más allá,
se encuentra entrelazado en
una danza de interacción,
entonces...
nada existe por sí mismo,
como cualquier estrella:
Cuyo fulgor depende de la
fusión de sus propias partes.
Esta interacción parece ser
la regla, el motor que da vida
al cosmos, la causa, razón
y motivo, que mantiene todo
en movimiento:
El corazón
del universo.
Lo vivo ahora, en cada célula
de mi cuerpo, mientras escribo
este texto.
En plena acción,
flujo constante y movimiento.
De no ser así. No estaría aquí.
Ya me habría mudado,
más allá de mi propia muerte.
Es probable
que esta danza en movimiento
continúe, no solo en este
eterno presente tangible,
sino también,
en otros tiempos y espacios...
en universos no imaginados,
y si esto es así:
La nada no tiene cabida,
no existe.
Tal vez la muerte,
sea el paso hacia algo más
profundo e inexplicable,
dentro de la propia danza del universo.
El más allá, entonces no solo
es posible, es inevitable,
y sin embargo,
absolutamente desconocido.
Por lo tanto, si lo único
que existe, tal y como percibimos
el tiempo, es el presente...
¿qué otra cosa es, sino el
mismo futuro, tejiendo y
deshaciendo el pasado una
y otra vez?
¿Será posible estar despierto
en cuerpo, mente y alma,
plenamente en él?
Tal vez ahí resida la clave:
la conciencia plena...
unida al universo al que
pertenecemos, como
una estrella en plena acción.
Y así, mientras los días
vuelan, entre letras,
deporte, alimentación y
descanso, me entrego al presente,
viviéndolo como único:
Agradecido por todo lo anterior.