Hace falta papel,
hace falta tinta,
las letras brotan solas,
hacen falta horas.
Alma salvaje y nocturna,
merodeadora impaciente,
que niega entregarse
a un Morfeo ausente.
Tristeza que evoca al dolor,
que evoca al sufrimiento,
donde el osado se regodea
al leer las palabras impresas,
no con tinta negra,
sino con lágrimas
de un simple ser.
No será la primera vez
que el osado se desvela,
un dolor igual
al pago de su sacrificio,
por entrever los sentimientos
del que también fue osado.
La noche nuestra musa,
misteriosa y atractiva,
como canto de sirena,
belleza de los mares.
Por siempre devota
mi alma a tu luna,
antaña luz
a tu filosofía oscura.
Profeta milenaria
de adorno espectral,
poema interminable
con descanso finito.
Canción y plegaria,
llanto escrito,
llévate mi corazón
y deja mi alma
triste hasta el alba.