Siempre estabas a punto de partir, siempre en otra parte, detrás del mar, más allá de Madrid o Sri Lanka. Te morías por volver, nos moríamos debajo de las piedras y las nubes y los Borges, en el fondo de las botellas. ¡Qué nostalgia tan cruda!
Y yo que nunca terminé de encontrarte, de destilar los lejanos paraísos que alguna vez consumimos, entre besos y cigarros. Y yo, que nunca aprendí con que ojos verte, algún día, entre mañana y nunca, ya no volví.