En una tarde soleada estuvimos juntos. Sentados en el infinito crepúsculo de un interminable día de verano. Aún recuerdo, su suave y dulce aroma al tomarla entre mis brazos. El aliento del beso desencadenado que robo mi deseo. ¿Es tan triste recordar, algo que nunca pasó? Nunca fue mía, es cierto. Pero aún me siento tan lleno al recordar la ilusion de lo que pudo ser, mas nunca será. En el mismo árbol donde la hice mía, donde me sentaba a admirar su bello rostro, cálida sonrisa, cuerpo exacto, ojos de miel, piel de canela, mirada hechizante !Maldito sea su aroma, y el momento preciso! Era mía en un sueño, lo sé. Tan perfecta como lo esperaba, tan exacta como yo anhelada. Era perfecta, era para mí. Simplemente no era real Nunca existió, producto inexistente de mi imaginación vagabunda. No era un sueño, existe; está ahí bajo ese árbol esperando a que la encuentre, que calle su dolor con un beso, que cure su herida con la mía. Existe, allí está ¿Qué no la ves? Aquí estoy, allí estás Espérame, que yo te espero