Necesito de la historia como explorador de los misterios, de los ojos llorando y las piernas dudosas como el sur que me aborda.
Demando la igualdad pero nunca la similitud; infiel y amañada que manipula el intelecto, que juega con la confianza y me vuelca y condena al negativismo de todo razonamiento lúcido.
Exijo la muerte como pasaje al fin de la herida, declaración de alegorías perecederas y yugo de paradigmas de badén.
La muerte como terraplén inevitable que cae arraigada por el más vil de los infiernos; la realidad; ataúd de mentiras no piadosas y desmonte de dogmas estudiadas.
Requiero la paz como formula igualitaria, como dictadura irrevocable. Destrucción de los males equívocos, frívolos y autoritarios.
La paz como estado autónomo, emancipado de las corrientes veniales, la rebelión sustancial del ser.