Blanco. Parece tan puro, tan frío, tan suave. Pero no es nieve. Ni es frío, ni puro, ni dulce, ni sacia tu sed. Rojo, parece encendido, furioso, amenaza. Pero no es fuego, ni daña, ni grita, ni quema tu piel. Mi vida, bajo tu manta, tú eres el lago de sal, y yo el atardecer.