La colina empinada se avecinaba, las sonrisas se detuvieron en la cumbre y el miedo se plantó en los huesos quebrando la inocencia desde adentro.
Desconcertados y sin aliento se mantuvieron de pie hasta que el dolor les tumbó las rodillas al piso viendo aquella tierra que tornó su color a rojo, a ***** ceniza y abatimiento.
Vuelcan sus miradas hacia ellos reconociendo lo que nunca habían sentido; el sufrir de tu tierra, el sufrir de la muerte causado por los que no tienen memoria, que ayer eran mártires y hoy cazan inocentes.
Sus pechos aún formándose yacían en el piso no teniendo a donde ir, se acostumbraban, rogando que la tierra les quitara el dolor. «Despierta, despierta. ¡Mira! ¡Yo lo sé, yo lo sé! Despierta. Mira las estrellas que caen del cielo, la luz viene a salvarnos, la luz».