Intuitivamente he dejado de buscarte para quedarme en ti. Ya no camino perdida esperando un rayo de luz traslucida ni deseo con fervor que el cielo se torne gris.
No he dejado de ser yo, sino lo contrario. He dejado de ser vil y pesimista, dejado donde estaba lo que no se me perdió, tentando a los dioses que mal pagan remidiéndose contigo; regalo eterno y puro.
Ahora no sueño tanto con la bohemia, sueño más con convertirme en marinera, entregarme a la mar de tu entrepierna, salir a zarpar en tu espalda.
Me convierto en sirena y me ahogo con lo densa de tu agua; ardiente. Ahora no respiro si no es de tu boca, ni me muevo si no es con tu cuerpo.
No hace eco en mi cabeza las palabras del subsuelo, mas bien me acarician palabras de tu encanto. No pienso en lo eterno como algo etéreo, pienso en tu mirada como algo divino.
Si no hay a quien adorar en este duelo de la vida contra el fanatismo, me confieso creyente de tu manto y senos.