Que la brisa haga infinita tu voz como el canto del pinzón real. Que alegren todas las mañanas tu rostro al despertar en el que me hablas de esa manera alterando mi nervio radial.
Se desliza por mi tímpano hasta mi vena femoral. Qué gusto tiene tu voz, qué bien se acopla en mi paladar. Huelen tan bien tus palabras que duele mi seno frontal.