Esperábamos el tiempo, ansiosos por detenerlo. La casa vacía nos recuerda los días en lo que sencillo era no sentirnos. ¿Para qué creerse capaces? Yo no te tengo. Aquí vamos jugando a los que se entienden. A los que detienen y retienen. Me olvidas: no estoy. Me recuerdas: no soy.
Y vuelven a sonar en el cielo los pájaros. Y abrimos el silencio, haciéndonos como muertos: estando más ausentes con la misma presencia. Yo no te extraño, yo desespero, destruyo y construyo. Yo me vuelvo loca esperando.