LAS MANOS Ellas son las que saben las que conocen el tamaño de la vida las que palpan el origen y la tierra las que conocen la textura de la verdad Ellas jamas miran de lejos la bondad del mundo Sopesan la ternura como quien da forma al sueño abiertas mecen las fatigas Moldean la esperanza y hacen los días desde la mañana a la noche Cerradas guardan la rabia o como animales heridos se doblan y golpean derrotadas, y salvajes adoran la piel de los besos se posan como si todas las aves y adoran el pan el vaso los alimentos que ellas tallan, anónimas renuncian al alboroto de los ojos y siempre echan una mano a veces matan y golpean y cuentan con los dedos para las perdidas los adioses escavados por ellas en la tierra o en el aire si regresan Son furtivas y se adelantan a la lengua en las incursiones húmedas en las tupidas oquedades del deseo y retozan con sus cinco sentidos cuando alcanzan las charquitas y sus vocales jamas olvidan el camino que las lleva a las fuentes de tu nilo escondido Este poema los escribo sin manos y soy funambulista por un momento para que descansen leyendo este poema y disfruten de su sagrado insomnio. Y vosotros no olvidéis que como dioses tenemos la vida en nuestras manos.