«Yo fui tan feliz entre tus brazos, acurrucada en tu pecho, mecida por tus latidos como una canción de cuna que arrullaba mis noches más profundas.
Ahora busco en el infame y despreciable alcohol un consuelo que no existe. Caigo rendida en un sueño vacío, en un sueño sin ti, desnuda de tu calor, ahogada en la soledad que me atraviesa con su filo frío que se me clava en los huesos, oscura y voraz.
Cada sorbo es un intento de olvidarte, pero tu ausencia se adhiere a mi cada día más, me sigue como sombra persistente, y esta soledad… ¡¡esta terrible soledad!! que me devora.
Es un fantasma que me acojona y no me deja respirar cada día de mi desdichada existencia...»