«Este es el primero que te dedico… o eso me digo a mí misma, para fingir que no guardo otros comienzos escondidos. La tinta tiembla como si supiera que no hay regreso. Te escribo con la torpeza y la fragilidad de quien ha olvidado como hablar sin romperse. No busco una respuesta, tampoco la espero… Con el simple acto de escribirte es ya una forma de volver a ti sin que lo sepas. Me pregunto: ¿Dónde se guardan las palabras que nunca se dijeron? ¿Se pudren en el pecho o se hacen eco en algún rincón del universo? Yo... las guardo aquí. Como un poema que no se atreve a existir. Que su sola existencia es una fechoría...»