A ti, que aprendiste bien
a dejar marchar las prisas
y promesas del futuro,
siendo siempre tú mismo.
Saborea cada instante,
cierra los ojos y siente,
como si fuese el último,
como si fuese el último.
A ti, fiel y leal, el amigo,
te apartas de aquellos
que no merecen el tiempo
ni tampoco el camino.
Saborea cada instante,
cierra los ojos y siente,
como si fuese el último,
como si fuese el último.
A ti, que ves al dolor
no como el enemigo,
sino como el fuego
que forjó tu camino.
Navegante del destino,
alma libre, hoja y viento,
siempre tú mismo,
siempre tú mismo.
Saborea cada instante,
cierra los ojos y siente,
como si fuese el último,
como si fuese el último.
Escultor de tu figura,
a golpe de martillo,
todo por lo que luchas
se vuelve tu destino.
A ti, por ser ni mejor ni peor,
ni más ni menos,
simple y llanamente,
siempre tú mismo.
A veces solitario,
otras dando lo mejor,
compañero del silencio,
fiel amigo y guiador.
A ti, hoy te canto y digo:
saborea cada instante,
cierra los ojos y siente,
como si fuese el último...
¡Saborea cada instante,
cierra los ojos y siente,
como si fuese el último!