Quien cree firmemente en aquello que hace posible que todo sea lo que es, y en el porqué de las cosas, intervenga lo divino o no.
Quien considera primordial la interacción universal, su causa, su razón, su propósito, siendo esta real, evidente, en plena acción, expandiéndose a su propio ritmo.
Cree en todo lo posible, en la esencia misma del creer, en el hilo que enlaza escepticismo, fe y razón.
Quien confía firmemente en lo que da sentido a todo, y en el misterio que lo envuelve, cree en algo distinto a la mayoría, sin juzgar, sin jerarquías.
Pues el acto de creer trasciende todas las formas de juicio.
Más allá de la fe, sin la necesidad de definir lo que es mejor o peor.
"Decir que no se cree en nada, o que todo proviene de lo divino, es como decir que no se quiere a nadie, o que se entrega la razón a lo inalcanzable."