A veces pienso demasiado, me enredo en mis errores, me siento un fracaso que perdió un gran amigo por no saber estar, por confiar en la gente y esperar que cambiaran… pero no cambiaron jamás.
Me culpo, me rompo, cargo silencios como piedras, y cada recuerdo pesa como un reloj detenido.
Pero entre toda esta penumbra, apareciste vos, con un amor tan limpio que me da miedo tocarlo.
Me hacés sentir vivo, me hacés sentir digno, aunque mi alma insista en que no lo merezco.
Querida, amado faro, cuando me mirás mi dolor se aquieta, mis culpas callan, y todo lo gris se vuelve azul.
Confío en vos más de lo que confío en mí, y aun con mi miedo, me entrego a tu ternura, porque aunque no crea merecerla, sé que en tus brazos encuentro el lugar donde al fin soy feliz.