¿En qué momento nos convertimos en la tierra de los desiguales?
Tierra forjada sobre las espaldas cansadas de quienes llegaron con manos vacías y un corazón lleno de esperanza.
¿En qué instante olvidamos que nuestra belleza nació del mestizaje de las madres que nos parieron, de lenguas distintas que aprendieron a abrazarse, de cantos y sabores que cruzaron mares?
Aunque robada, esta tierra fue soñada, recreada en la utopía de que aquí los sueños podían tocar el cielo. Pero hoy me pregunto… ¿Dónde estás, tierra de oportunidades? ¿En qué rincón te escondiste? ¿O te borraron las huellas para que nadie más te encuentre?
Y aun así, te busco. Te nombro en cada idioma que me habita. Planto semillas en el asfalto para que un día vuelvas a florecer. No me rindo. Porque mientras haya voces que reclamen tu nombre, la tierra perdida podrá volver a encontrarse.