No toda mano que te abraza es mano amiga. A veces el enemigo se sienta a tu mesa y brinda contigo.
A veces el peor golpe no viene del puño, sino de la espalda. Y la traición no grita, susurra.
El lobo no siempre ruge. A veces ríe. Te escucha, te alienta, te dice que está… y cuando menos lo esperás, te empuja al abismo mientras vos aún confiás.
¿Quién es amigo? ¿El que dice que te quiere? ¿O el que, aunque no diga nada, te cuida cuando no estás? ¿El que te aplaude los logros? ¿O el que llora en silencio si te va mal?
Hay que tener cuidado… el veneno no siempre está en el vaso. A veces está en la palabra dulce, en la mirada constante, en el “contá conmigo” que se esfuma cuando de verdad lo necesitás.
La amistad verdadera no grita, se prueba en las tormentas. Se ve cuando todo te falta, y alguien, sin pedir nada, se queda.
Porque los falsos te abrazan con los brazos y te apuñalan con la ausencia.
Y lo más cruel de todo… es que no te traicionan los enemigos. Te traicionan los que juraron nunca hacerlo.
Así que tené cuidado. No dejes de amar, pero abrí bien los ojos. Porque incluso en la amistad, hay máscaras que lloran contigo… pero ríen cuando caés.